Capitulo 9

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Luego, una bella chica se asomó de detrás de aquellos grandes almacenes y me miró con sus grandes ojos pardos.
Su piel pálida, albina, mostraba las pecas esparcidas por su joven rostro y el color caramelo de sus ojos artísticamente coloreados resplandeció con la luz del exterior. Su cabello, alisado y con un color castaño platinado, estaba acomodado en capas y caía juguetón sobre sus hombros. Me sonrió, con sus labios rosados coloreados con brillo.


Hola-me dijo, amable.
Amm… hola.
¿Hablas español verdad?-preguntó.


Asentí con la cabeza sólo una vez.
Genial, entonces, ¿en qué puedo ayudarte?-me regaló una sonrisa bastante extensa, llena de amabilidad en donde pude distinguir los frenillos en sus dientes; y a pesar de eso, era bastante fina y delicada.


Bueno yo…-tartamudeé- quería, quiero-corregí- revelar algunas fotos-dije.
Oh, claro, sólo, ¿podrías esperarme un poquito? Tengo problemas allá atrás con esa tonta máquina de fotocopiado-hizo un mohín.
Claro-reí.
Se perdió de mi vista en aquella densa oscuridad detrás de los almacenes de los que antes había salido pero aun podía escuchar con claridad sus refunfuños hacía la máquina.
Eres americana, ¿verdad?-dijo.
Emm… sí-intenté adivinar el lugar exacto del que provenía su voz, elevando mi cabeza sólo un poco para poder ver algo-. ¿También tú?
No, pero me encanta el continente. ¿De dónde vienes?
California.
¿En serio?-saltó de pronto del lado contrario al que se había metido y me hizo pegar un brinco.
Sí-balbuceé.
¡Qué emoción! Siempre he querido ir a América, pero aún me falta mucho por vivir aquí así que-se encogió de hombros-. Me llamo Fernanda, nombre americano, ya lo sé-parloteó poniendo los ojos en blanco-, pero a mis padres también les gusta todo lo relacionado con América-me extendió la mano-; por cierto, dime Ferni, es que Fernanda… bueno, como que no me queda-explicó.
Un gusto enorme, Ferni. Soy Alice.
¡Qué bonito nombre, Alice! Me encanta-dijo e hizo que me riera, halagada.
Gracias, Ferni.
Aquella linda chica hizo que el tiempo que esperaba para que mis fotografías fuesen reveladas, se me pasara en un santiamén; platicaba conmigo y me hacía sentir como si me conociera desde hace años, además de que el entusiasmo que aplicaba en cada palabra me hacía sentir cómoda y familiarizada, Sharon era casi igual.
¿Quién es el chico lindo de las fotografías?-me preguntó, mientras sacaba tales papeles del ácido cianhídrico y los colgaba en el lazo con cuidado- ¿Un modelo?
No-reí-. Es el novio de mi mejor amiga.
¿Y lo tomaste como modelo?
No exactamente-musité.
Pues, sale en la mayoría de las fotografías-alzó sus delineadas cejas con gesto de acusación-. Y es muy guapo, déjame decirte.
¿Insinúas algo?-entrecerré mis ojos en ella.
No. Para nada-negó con su cabeza rápidamente e hizo que me riera.
Fue accidental que mi lente captara su rostro, nada más-expliqué.
Está bien, está bien. Yo no dije nada. Pero ¿por qué no sale tu amiga?-acusó, indirectamente.
Porque ese día sólo íbamos él y yo-murmuré y sus ojos grandes y acusadores se posaron sobre mí, con cierta expresión de emoción.
No es lo que piensas-manoteé torpemente como diciéndole que parara a sus especulaciones-. Sharon no pudo llevarme y ofreció a Alonso, es todo.
¿Sharon? ¿Alonso?
Oh, mi amiga y su novio.
Me dio una sonrisa cómplice que de momento no entendí.
Pero es bastante guapo, ¿no?-insistió.
Pues, sí. La verdad, lo es.
Sus ojos se posaron discretos sobre mí y pude notar su sonrisa en aquel cuarto oscuro en el que estábamos revelando las fotos. Pero no dijo nada.
Había sido increíble haber socializado con Ferni, era el primer día que la conocía y me trataba como si fuéramos amigas de toda la vida, algo que por supuesto, me agradó completamente.
Decidí comer fuera, algún restaurante pequeño y no tan extravagante como al que Alonso me había llevado el día anterior, además de que no tenía el capital monetario para pagarme algo así.
Cuando llegué al departamento, vi algo que me resultó extrañamente perturbador; abrí la puerta justo en el momento equivocado, quizá si me hubiera apurado o tardado dos segundos hubiera sido mejor que llegar en el instante justo en que los labios de Sharon se aferraban a los de Alonso como si fuera una cuerda atada a otra. Algo golpeó cerca de mi corazón y la fierecilla enloqueció en su pequeña jaula.
¡Perdón!-musité, terriblemente incómoda cuando sus miradas se posaron sobre mí. Algo que jamás me había pasado cuando veía a Sharon besar así a su ex novio.
No te preocupes, Alice-dijo Sharon, amable y luego se acercó. Alonso sólo me sonrió-. ¿Dónde has estado todo el día, bestia?
Me reí.
Matando el tiempo-dije-. Sin ti aquí es muy aburrido-hice un mohín.
¿Te fuiste a vagar sola por las calles de Venecia?-abrió sus grandes ojos cafés.
No tuve más opciones, tampoco me iba a quedar sentada aquí mirando televisión todo el día.
¿Qué hay en el sobre?-observó el grueso sobre amarillo que sujetaba en mi mano izquierda, en donde Ferni me había entregado las fotos que había revelado.
No tenía problema alguno en hacerle saber que eran las fotos que había tomado un día antes, el problema era que no sabía cómo explicarle por qué el rostro de su novio aparecía en la mayoría; tampoco sabía por qué tenía miedo de eso.
Bue… bueno. Nada importante, fotografías-me encogí de hombros, nerviosa.
¿De las que tomaste ayer?
Ajá.
¡Quiero verlas!-exclamó, entusiasmada.
Por instinto sujeté el sobre con más fuerza en mi mano, produciendo arruguitas en el papel y haciéndolo crujir; mientras que mis ojos se abrían como platos.
Emm… no son muy buenas, Shar-tartamudeé.
Cómo no van a ser buenas si eres una excelente fotógrafa. Anda, muéstramelas-insistió y quiso arrebatarme el sobre.
Lo llevé inmediatamente a mi espalda, resguardándolo. ¿Qué me costaba darle el maldito sobre y explicarle que el rostro perfecto de su novio se había fugado en unas cuantas fotos? ¿Qué de malo había en eso?
Emm… mañana, mañana te las muestro, estoy muy cansada hoy, además, aún tengo que eliminar bastantes, hay muchas que no me gustan-dije, torpemente.
Hay algo ahí que no quieres que vea, ¿cierto?-me miró con gesto acusativo.
Las manos comenzaron a sudarme y el corazón a latir más acelerado de lo normal. No sabía por qué me sentía como el culpable de un delito en el momento que es interrogado y a punto de ser descubierto en su fechoría.
Sí, claro que lo hay. Fotos horrendas que no quieres ver. Dame un minuto, las ordeno y te las muestro, ¿está bien?-musité, torpe. 
Yo también quiero verlas-anunció Alonso, que en todo el rato sólo había estado pendiente de la plática entre Sharon y yo.

Manual de lo prohibido |Alonso Villalpando Fanfic| AdaptaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora