―¿Chicos por qué tardan tanto?-la voz de Sharon me hizo pegar un brinco.
Sentí cómo la respiración de Alonso se alejó de mi cuello y cómo el alma se me desplomaba al piso. ¿Sharon habrá visto...? El silencio me hizo pensar infinidad de cosas.
―Esto sí que está oscuro-dijo y luego las luces se encendieron de nuevo.
Estaba de espaldas a la escena, pero Sharon no parecía para nada sorprendida, molesta o daba alguna señal típica de una persona que se sintiera engañada. Me giré, la vi en la entrada con la mirada puesta en mí y sus ojos grandes maravillada por mi vestido. Luego divisé a Alonso, quien también me miraba absorto, como si estuviese fascinado y... a un metro de distancia de mí.
Me preguntaba cómo podía alejarse tan rápido sin que alguien lo notara cerca siquiera.
―Te ves hermosa, Alice-me dijo Sharon.
―Gracias-musité, con la voz temblorosa que salió de mí.
―Démonos prisa-me instó, haciendo también un gesto con la mano para que saliera por la puerta-. Vamos, amor-le dijo a Alonso.
Tomé mi abrigo y no le dirigí siquiera una mirada a Alonso en el camino, o mejor dicho, una mirada que él notara. ¿Qué demonios había ocurrido hace unos instantes? Hubo un acercamiento demasiado... demasiado... lo que sea. A fin de cuentas, había sido demasiado para mí.
¿Es que él no se daba cuenta de lo que me hacía? Y cuando lo hacía, ¿no pensaba en Sharon? Esto estaba sobrepasando los límites, Alonso no era un patán, no sé porqué se comportaba como uno.
Especulé durante los cuarenta y tantos minutos que se había tomado el viaje hasta la dirección que Sharon tenía anotada en letra manuscrita en un papel doblado en cuatro.
―Aquí es-dijo, Alonso.
Dirigí mi vista a través de la ventana de la Hybrid, en donde un hermoso jardín se expandía glorioso en el exterior de aquel salón de eventos. Del cual vislumbraban sus luces, reflejándose en los cristales de los grandísimos vitrales de la casa.
Bajamos de la camioneta después de que Alonso la estacionara en el aparcamiento del jardín. Miré maravillada todo a mí alrededor, vaya celebración para un cumpleaños.
El pavoroso vestido y los tacos altos en color plata me dificultaron un poco el andar, no estaba muy acostumbrada a esto.
Sharon tomó del brazo a Alonso y por el otro lado, me tomó también a mí; y juntos nos encaminó hacía el interior de la casa.
Me quedé sorprendida cuando divisé la decoración, si afuera era hermoso, cuánto más adentro.
Del techo colgaban candiles enormes, hechos de cristal y pedrería, que reflejaban poderosamente la luz y la proyectaban en miles de colores danzantes. Las paredes, adornadas con pinturas de algún artista italiano, lucían acogedoras con ese color perla que las coloreaba. El suelo era blanco, de piso que jamás había visto. El lugar era grandísimo y gente vestida de lo más elegante parloteaba en pequeños grupos formados por tres o cuatro personas, con copas de cristal conteniendo vino; mientras que la música de fondo eran hermosas melodías a piano.
―Wow-musité, sorprendida.
―Es... grande-concordó Alosno, viendo también los enormes candiles del lugar.
―Sharon, il mio diamante!* -la voz ronca de un señor nos hizo voltear a verle.
Era un sujeto de aspecto opulento, alto y su cabello peinado lucía algunas cuantas canas esparcidas entre el gris.
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Manual de lo prohibido |Alonso Villalpando Fanfic| Adaptación
Fanfic>> A veces lo que más deseas es lo que no puedes tener<< Dos amigas. Un perfecto chico. |Adaptación|