El circo

451 19 8
                                    

Sábado por la tarde, ya se preparaban los espectáculos del circo y la gente hacía fila para comprar los boletos en primera fila.

En el pueblo había una pequeña muestra de lo que sucedería en ese festejo: un hombre alto y fornido, unas chicas que podían hacer grandes acrobacias entre ambas y otra chica que de igual forma hacía acrobacias solo que montada a caballo, el cual fue peinado para la ocasión.

Alice estaba encantada con el caballo y viceversa, se podía decir que Kirito se sentía un poco celoso...de un caballo.

El potro se dejaba acariciar la cabeza por las manos de la bella chica, quien reía y miraba como toda una niña al gran animal, que estaba más pasivo de lo normal.

-Ya quisiera yo que fuera así de manso cuando entrenamos con él. -Dijo el fornido golpeando con su codo el brazo de Kirito.

-Y ya quisiera yo que ella me tuviera esa atención... -Suspiró Kirito, derrotado.

-Qué lindo eres, ¿no es así, caballito? -Preguntó Alice mientras pasaba sus manos por las mejillas del potro.

Seguramente el circo le iba a encantar a Alice, un caballo no tiene mucho de impresionante ya que todos hemos visto uno en la vida. Cuando ella viera un tigre, un león, un elefante...sin duda su reacción iba a ser la misma que tuvo el hombre al descubrir otros planetas u otros continentes.

-¿Quieres montarlo? -Preguntó la acróbata.

-¡Me encantaría!

-Sube aquí. -La chica se agachó un poco para poner sus manos y que Alice se pudiera subir al caballo. -Con cuidado, por lo regular estos animales tienden a moverse mucho.

El caballo estaba de lo más tranquilo, incluso se podría pensar que estaba dormido. Era como si existiera alguna conexión entre él y Alice, que no podía ser ya que no se habían visto nunca y no compartían ni siquiera raza.

La chica tomó un lazo para que el caballo caminara junto con Alice, quien iba agarrada de la silla de montar, acariciando la cabeza y los cabellos del caballo.

Era de color café claro, como café con leche y su caballero era de color café chocolate. No tenía motas, rayas y su pelaje era fino y suave. Su cabello con ese corte militar era duro, como las greñas de una escoba.

Al terminar de pasear por la plaza, Alice bajó del caballo con ayuda de Kirito y de la acróbata que la había subido. Hizo una reverencia de agradecimiento alzando un poco su vestido y agachándose un poco. El caballo le respondió agachándose de igual manera.

-Vaya que lo enamoraste, chica. Este muchacho nunca se porta así ni con sus propios cuidadores.

-Creo que por algo ella me enamoró, en un primer momento. -Sonrió Kirito, haciendo sonrojar un poco a Alice.

Puede que esa frase fuera dicha con el corazón, pero ahora mismo el corazón de Kirito se encontraba divido en dos: una mitad le pertenecía a Asuna y la otra a Alice, ya que no podía dejar de sentir algo por ambas, aunque a una de ellas no la hubiera visto desde algunas semanas.

El martirio que dejó al irse al pueblo costero regresaba con mucha más fuerza, impidiéndole dormir más de una noche por la carga de conciencia que eso conllevaba.

Ay mi corazón, ¿Por qué me es difícil entender?

El amor es algo tan frágil, que muy pocas veces puede mantenerse asombroso.

Yo no quiero dejar de amarte, pero lo que siento por ti me es tan imposible terminar de atender.

Los amores contrariados son tan insensatos, siempre tan impertinentes como el devenir azaroso.

Flores en el bosque vol. III (KiritoxAlice)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora