No me olvides

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La noche había sido fría, yo y Alice dormíamos abrazados, la llovizna no paró en toda nuestra estancia en la sierra, por suerte que no pasó a mayores.

Ahora era yo quien la despertaba, poniendo mi dedo en su mejilla, golpeándola suavemente. Ella hizo un gesto y se echó la sabana encima. Nos habíamos dormido a las dos de la mañana, contando historias de nuestra vida o algunas historias de terror.

Cabe aclarar que Tieze estaba bastante asustada, por lo que Eugeo la abrazó más de una vez mientras reía. Para mi mala fortuna, Alice no se asustaba con nada, ella es muy valiente...menos cuando se trata de ese sueño, el de las mariposas amarillas. Ahora cada que ve una siente que algo malo va a pasar, pero nada sucede.

Me parece irónico, Alice puede ver una mariposa negra y tratarla como cualquier otra, incluso dejando que se pose en sus hombros...pero una mariposa amarilla, ni hablar.

Las personas "normales" por decirlo de alguna manera, evitarían a toda costa la mariposa negra, santiguándose o incluso rezando alguna oración para alegar las malas pasadas, y si ven a una mariposa amarilla, incluso podrían hablarle con palabras lindas.

Escucho algunos pasos afuera de la casa de campaña, seguramente es Eugeo o Tieze quienes salieron a tomar un poco del aire fresco de la mañana. Estoy deseando ya poder regresar la cabaña roja, no tanto por el cansancio, ¡hace frío en este lugar!

Esta es de las extrañas situaciones en las que digo "extraño el calor" y cuando esté de regreso en el calor del pueblo diré "extraño el frío" pero mientras no esté congelándome o asándome, las cosas me irían bien.

Para saber quién era, salí de la casa de campaña, encontrándome justamente con Tieze, quien me sonrió.

-Buenos días. -Me dijo.

-Buenos días. -Repetí. -Vaya que hace frío, ¿no crees?

Quería sacar aquel tema de conversación para saber si estoy exagerando o en verdad hace frío aquí en la sierra.

-La verdad sí, es lo único malo de que haya estado lloviznando toda la noche. -Me contestó, a lo que yo le sonreí.

En aquel momento empecé a escuchar Viviendo de noche, de Vini Vidi Vici, Eugeo salía con su Walkman en mano mientras bailaba graciosamente, tomando la mano de Tieze para que bailara con él, pero ella se resistía.

-¿Es que no te acuerdas que te dije que la mejor manera de despertar es bailando? -Le dijo, entre risas.

-Pero está Kirito, que vergüenza.

-A él no le importa. -Eugeo soltó la mano de Tieze y tomó la mía. -¿Qué tal si bailamos un rato, amigo?

Como era música que a mí me gusta, naturalmente ambos empezamos a bailar, mientras Tieze se nos quedaba viendo un poco extrañada sin poder contener una risita.

-¿Oye pero quien es el hombre y quien la mujer? -Preguntó Eugeo.

-Pues claramente yo soy el hombre, ya que no lloró como una mujer. -Al acabar de decirlo, él me piso el pie.

-No seas desgraciado. -Rió, continuando con nuestro curioso baile que más que nada parecía una fracasa danza de apareamiento entre dos pájaros.

Alice, al escuchar nuestras risas, salió a ver qué pasaba. Se le notaban las ojeras por desvelarse la noche anterior, pero ni con esas estaba cansada, ya que todo sueño se le quitó cuando nos vio bailar tan tontamente.

Y justamente como lo había dicho mi mejor amigo: nada mejor que despertar bailando.

Nos preparamos para desayunar, se nos acababan las provisiones, por lo que tuvimos que racionar lo necesario. Eran las ocho de la mañana y doce minutos, si nos dábamos prisa llegaríamos a desayunar a eso de las nueve y media en casa de Eugeo, o incluso en la cabaña roja si es que ellos querían venir con nosotros todavía.

Flores en el bosque vol. III (KiritoxAlice)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora