El principio del fin de la primavera

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Ya se notaba un ligero cambio en el ambiente...la primavera estaba por acabarse. Alice se ubicaba a mi lado, abrazándome tras encontrarme llorando la noche anterior, en el fondo sentí un poco de vergüenza por eso.

Traté de no despertarla nuevamente, saliendo cuidadosamente de la cama para cambiarme. Tomé la carta que era para mamá y la puse en mi bolsillo, quería darme tiempo para ponerme a pensar las cosas una vez más.

Cada día que pasaba significa un día menos con Alice...las semanas con ella ya son algo que forma parte de mí. En verdad mi amor por ella ha crecido desde que nos encontramos en aquel lugar tan remoto de la sierra, teniendo alegrías y discusiones durante nuestros primeros días juntos; luego pasó lo de Eugeo, a quien odié de una manera tal que nunca creí ser capaz de odiar a alguien por tratar de llevarse a Alice de mi lado.

No soy el típico idiota que dice "extrañaría los días con ella" yo extrañaría todo de ella, así sean sus momentos de enojo en contra mía...la extrañaría a ella y nada más.

Me senté en el pórtico de la cabaña roja para poner mis pies en la fría arena que estaba a la sombra de la misma, poniéndome a pensar. Cuando me reconcilié con Eugeo y cuando nuevamente logré reconciliarme con ella, ya no ha pasado nada más, nada que pueda ser sorprende.

Pero no necesito que los días con ella sean sorprendentes para poder amarla para toda la vida.

En cuanto a Asuna...no sé por qué, pero por más que trató de arrancarla de mi corazón, no puedo, no logro hacerlo...pero ya no me molesta. Se puede decir que mientras Alice y yo estemos juntos, estaré tranquilo.

Pero me quita la tranquilidad el saber que tengo que decirle que me iré en unos días del pueblo y que ella no puede venir conmigo, ¡¿Qué hacer, qué hacer?! Supongo que...pensar, no tengo más de otra.

Podría acomodar mis cosas el día anterior con el pretexto de que tengo que ordenar, irme muy temprano con el boleto de tren en la mano...y escapar de ella sin decirle adiós. Mal de mi que no tengo el corazón para hacerle eso a Alice, ella no lo resistiría y yo tampoco, bajaría del tren así fuera a toda velocidad para ir de regreso a la cabaña roja de Guayacán para abrazarla una vez más.

Aunque nunca me había preguntado algo...¿Por qué ella vino a mí? ¿Por mis pecados? ¿Por mis obras buenas? ¿Qué buenas obras he hecho yo en todo caso? Y pecados...esos no me faltan para nada.

¿Qué es esto si no más que una prueba de un cruel destino traicionero? Teniendo a tantos como yo, me escogen a mí: un poeta fracasado, un hippie marxista y una persona que no tiene ni la más remota idea de que carajos hacer con este futuro que tiene por delante.

Si ella vino a mí a causa de mis pecados, que es lo más probable, ¿Qué tengo que hacer? ¿Aumentarlos? ¿Sera ella mi penitencia por todo lo malo que he hecho en la vida? O Alice será un ángel que vino a este mundo únicamente para mostrarme el camino correcto por los pecados que he cometido.

-¿Lloras otra vez? –Alice enredo sus brazos en mi cuello, dándome un beso en la mejilla.

-No. Estoy pensando en algún nuevo poema para escribir. –Le mentí.

-No es bueno pensar con el estómago vacío, ¿desayunamos algo para luego ir a dejar la carta para tu mamá?

-Había olvidado por completo que tenía que hacer eso. –Mi voz se notaba con desanimo, claramente estaría deseando la muerte con estas situaciones que tengo por delante.

Alice mi miró, preocupada, lamentablemente se había dado cuenta de mi desanimo. Simplemente me tomó de la mejilla para verme los ojos, tratando yo de resistirme.

Flores en el bosque vol. III (KiritoxAlice)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora