Capítulo 3

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Christian es tan dulce. Pasamos la velada entera platicando sobre nuestras familias y los lugares en los que crecimos. Él de Detroit y yo de Savannah.

Después de la cena me lleva de vuelta a la casa de mi padre, prometiendo que nos volveremos a ver.

— Gracias por la cena – le sonrío.

— El gusto es mío, Ana. Escucha, sé que es muy pronto pero creo que deberías reconsiderar el asunto del cambio de apellido. Taylor ha estado bajo mucho estrés últimamente y eso podría ocasionarle otro infarto.

— Lo siento, pero no puedo hacerle eso a Ray. Él me crió y estoy orgullosa de llevar su apellido.

— Solo piénsalo, ¿si? A Jason le gustaría mucho que hicieras eso por él.

— No lo sé, me es difícil complacer a alguien que solo conozco hace un par de días.

— Solo digo – mete las manos a los bolsillos – Él está de acuerdo en que tú y yo salgamos.

— ¿En serio? No sabía que necesitaba su permiso.

— Es más una atención. Le dije que me gustaría conocerte más y que seas mi novia.

¿Novios? ¡Qué dulce! Sin duda Christian es toda una cajita de maravillosas sorpresas. Y por supuesto que me encanta estar a su lado.

— Tienes todo planeado – sonrío avergonzada.

— Si, bueno... Algo – balbucea nervioso, mirando hacia su auto.

— Si mi papá estuviera aquí te preguntaría si tus intenciones son honorables.

— Lo son, claro. Debo irme, te veré pronto.

Christian se acerca para besar mi mejilla, pero acaba por besar la comisura de mis labios. Un gesto tan simple, tan inocente y ya tengo el corazón acelerado.

— Adiós Christian.

— Adiós Ana.

Cuando entro a la casa, todo está en silencio y a oscuras. Si no fuera por el ruido que viene de la habitación de "mi padre", juraría que todos duermen.

Luego de nuevo toda la rutina aburrida. Desayunar, leer, comida, leer y cena de nuevo. En ocasiones, Taylor está con nosotras, pero la mayor parte del tiempo somos solo Gail y yo.

Apenas he cumplido una semana en Seattle cuando me propongo salir a conocer la ciudad. Tomo mi bolso y la chaqueta para ir a la cocina con Gail.

La encuentro revisando la tarjeta de un arreglo floral.

— Ana, ésto llegó para ti. No sabía que ya tenías novio.

— ¿Novio? – ella señala la tarjeta.

Me acerco para verla y lo primero que distingo es el nombre Christian Grey. Luego, el mensaje de la tarjeta.

"Para la novia más linda"

¿Novia? Una enorme sonrisa se estira en mis labios.

— Ana – la voz de Gail me saca de mis pensamientos – Ten cuidado, ¿Si? Christian es un buen chico, pero es...

— ¡Gail! – la voz de Jason nos sobresalta a las dos – A mí estudio, ahora.

Le gruñe y ella baja la mirada. Camina apresurada hacia la sala, con Jason detrás de ella. Ni siquiera me mira.

Aprovecho el momento y salgo de la casa de Taylor para retomar mi plan de conocer Seattle. Lo más conocido aquí es la Aguja Espacial, así que planeo iniciar mi tour ahí. Lástima que Christian no pueda ir conmigo.

Regreso a la casa justo a tiempo para la cena. No olvido que por el momento sigo siendo una huésped más, sobre todo porque mi padre no parece muy interesado en conocerme.

Voy hasta la cocina para ofrecerle mi ayuda a Gail, pero me topo de frente con Jason.

— ¿A dónde fuiste? – pregunta pero suena a reclamo.

— Salí a caminar y conocer un poco, ¿Hay algún problema?

— Preferiría que no salgas sola, recuerda que eres mi hija y no faltará quién vea la oportunidad de chantajearme.

— Oh, lo siento. No lo había pensado.

— Me sentiré más tranquilo si sales con el chofer... O con Christian. Escuché que ustedes dos están saliendo.

— Ah, si, bueno, un par de veces – balbuceo nerviosa.

— No te preocupes, estoy de acuerdo. Ahora ve a cenar – voltea hacia el interior de la cocina – ¿Gail?

— Ya voy, señor Taylor.

Escucho que ella dice. Jason se aleja de mi, pero cuando la señora Jones pasa por mi lado no levanta la cabeza ni me mira. No sé si es la sombra del pasillo, pero me parece que su mejilla parece hinchada.

Me siento sola en la mesa de la cocina y luego lavo los platos que utilicé. Subo hasta mi habitación para reiniciar mi aburrida rutina de prisionera.

Tan pronto como sale el sol de nuevo, me levanto para ir a ayudar a Gail con el desayuno. Es temprano, y espero encontrarla sola en la cocina.

— ¿Gail?

— Buen día, Ana. ¿Te sirvo tu almuerzo?

— Yo puedo hacerlo, gracias.

Intento acercarme para verla, pero cada vez que estoy cerca ella se gira para alejarse. Esto es por demás extraño, así que apoyo mi mano en su brazo para llamar su atención.

— ¡Ahh! – ella chilla de dolor.

— Gail, ¿Qué ocurre? ¿Te lastimaste?

— Si, yo fui muy torpe... Y choqué contra uno de los muebles. Es todo.

— ¿Quieres que te consiga alguna pomada? ¿Medicamento para el dolor?

— Oh no, no te preocupes, ya tomé un par de analgésicos y apliqué una compresa.

— Bien, ¿Necesitas ayuda con algo más? ¿Quieres que sirva el desayuno para el señor Taylor?

— No, está bien, yo lo hago. De hecho creo que Christian también viene a desayunar.

— ¿Christian? – la sonrisa tonta aparece de nuevo en mis labios. Luego lo recuerdo – ¿Gail? ¿Qué ibas a decirme de Christian?

— ¿Qué? ¡Oh no, nada! Es un chico muy listo, será mejor que vaya a traer flores frescas para la mesa.

Aún no acaba de decírmelo cuando ya está saliendo de la cocina. Quiero preguntarle si eso es sólo una excusa para justificar a Taylor, pero no sé si se sienta en confianza de decírmelo.

— Ana, el desayuno está listo. No tardes, ya te están esperando.

— ¿Si? Ya voy – me detengo antes de cruzar la puerta – ¿Vienes a desayunar con nosotros?

— No, yo... No, tengo que terminar de guardar algunas cosas.

— Pero...

— Christian está aquí – me sonríe.

— ¡Gracias! – chillo y me apresuro al comedor.

Los encuentro a ambos charlando sobre algún asunto de la empresa, y apenas me ven se quedan callados. Christian se levanta para acomodar la silla junto a él para que yo me siente y le sonrío agradecida. Cómo ya dije, es muy dulce.

Vendetta: El Plan Perfecto (Versión Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora