Capítulo 37

1.9K 317 37
                                    

— ¿Qué quieres hacer?

— No lo sé — sigo dando vueltas en la silla ejecutiva de Taylor — Podríamos ir a comer.

— Con la empresa, Ana. ¿Qué quieres hacer con la empresa?

— No lo sé, Jack. ¿No tenemos algún empleado que se encargue de todo eso?

— Si — afirma Harrison — Tenemos área de ventas y cotizaciones, pero Chri... Tu nueva labor es buscar clientes grandes y ofrecer nuestros servicios.

— ¿Y cómo se supone que sepa esas cosas? — Chillo fastidiada.

— No lo sé, ¿Revisaste la computadora o su agenda? — Niego con la cabeza — Creo que deberías ir a su oficina.

— Bien, lo haré.

Me pongo de pie para que ellos también se levanten y salgan de la oficina.

— Ana — Gabriel se pone de pie — Gail quiere verte, ¿Te gustaría venir a cenar un día de esta semana?

— ¡Claro que sí! ¡Me encanta la comida de Gail!

— Bien, entonces le diré que vaya preparando el menú.

Harrison sonríe y sale por fin. Jack sigue sentado en la silla, pero necesito que se levante y me deje sola un rato.

— Cariño, ¿Podrías ir al departamento de Kate por mis cosas?

— ¿Vas a mudarte?

— Si, voy de vuelta a la casa de Taylor. Sin él ahí, me sentiré mucho más tranquila.

— Bien, llamaré a José para que cancele el contrato con ella.

— Claro. Estaré aquí el resto del día, ¿Quieres hacer algo está noche?

— Si. Me gustaría llevarte a cenar a un restaurante que me han recomendado mucho. Te llamaré más tarde.

Asiento con la cabeza rápidamente para que él se vaya y yo pueda volver a mi labor de curiosear entre las cosas de Christian.

Tengo que admitir que estoy un poco emocionada por el asunto, realmente no conocí mucho de él hace un año cuando salíamos. En ese entonces estaba tan enamorada que no me importó nada más.

Le pido a la secretaria que me traiga un capuchino de la cafetería de enfrente, así puede salir del piso y puedo entrar con confianza.

— A ver... ¿Qué guardas aquí, Christian?

Me siento en su silla y observo su escritorio. Todo está tan limpio y ordenado que parece que nunca ha sido ocupado este lugar. Reviso los cajones uno por uno hasta que doy con una agenda.

— ¡Bingo!

Deslizo las páginas para leer numerosos nombres, teléfonos, direcciones y reuniones. Algunas están marcadas como "presentar proyecto" pero aún quiero saber cómo sabe él a quien contactar.

Sigo buscando entre las hojas hasta que encuentro las de esta semana, las numerosas reuniones y todos los nombres que tiene agendados como "pendientes". ¡Maldito loco del control!

— ¿Algo interesante?

Su voz tiene un tono de burla por haberme encontrado con las manos sobre sus cosas. Levanto la cabeza bastante sorprendida.

— ¡Christian! ¿Qué haces aquí?

— Vine por mi liquidación a Recursos Humanos, ¿Qué haces leyendo mis notas?

— Bueno, es mi oficina ahora y todo lo que está aquí dentro es mío también.

Sonrio con satisfacción, pero él sigue recargado en el marco de la puerta, mirándome.

— Esa agenda es mía, no de la empresa.

— Pero tienes ahí los contactos que necesito.

— Son mis contactos, ¿Jason no tiene la lista de los contactos? Creí haber escuchado que él se hacía cargo de la empresa.

— Eres un imbécil, Christian. ¿Qué tengo que hacer para deshacerme de ti?

— No quieres eso, Ana.

Se endereza y camina hacia mí con pasos lentos. Se sienta frente a mi, en el escritorio y me quita la agenda de las manos.

— Si quiero.

— No quieres, nena. ¿Crees que no lo sé? Sigues actuando como una chiquilla despechada.

— Imbécil — gruño cuando me pongo de pie. Antes de que me arrepienta, golpeo su mejilla — ¿Cómo te atreves a hablarme así?

— Lo eres, Ana — Me lanza una mirada retadora — No puedes negar que todavía sientes algo por mi.

— Si, aún siento desprecio y odio. No quiero verte, no quiero volver a verte nunca.

Presiona sus labios tan fuerte que forman una línea. Pone la agenda detrás de él y estira sus manos hacia mi para sujetarme la cintura.

— Lo merezco, ¿Pero no crees que ya fue mucho de eso? Tú y yo juntos podríamos hacernos cargo de la empresa. Volver a ser Ana y Christian.

— ¡No! Tú lo único que quieres es no perder la empresa, no te importa a quien lastimas en el proceso. ¿Crees que no sé por qué te casaste conmigo? ¿Creíste que nunca lo sabría?

— ¿Quién dijo eso? ¿Qué te dijo?

— Eres un ambicioso animal rastrero, Christian. ¿Quieres esta empresa? ¡Prefiero verla destruida que en tus manos!

— ¡Vaya! ¿Tanto me odias?

— Si, y mucho más.

Vuelve a presionar sus labios en una línea y exhala ruidosamente. Sus manos aún me sostienen por la cintura cuando recarga su frente en mi hombro.

— ¿Qué te hice? — Balbucea — ¿Qué hice contigo?

Cierro los ojos con fuerza para contener las ganas inmensas de llorar.  No puedo derrumbarse ahora, no después de tanto tiempo siendo fuerte. ¿Por qué él logra conmoverme?

— ¿Qué puedo hacer para que me perdones? — Dice en un susurro.

— Nada. No confío en ti.

— Ana, Ana, Ana... — Sus brazos me envuelven — ¿Me dejarías explicarte todo?

— ¿Ahora? — Suelto una risa de burla — Las explicaciones eran hace un año, Christian. Cuando me abandonaste en el aeropuerto. Cuando escuché tu conversación con Taylor.

— ¿Qué? — Levanta la cabeza para mirarme.

— Te escuché hablando con Taylor, diciendo que me ibas a mandar a Georgia sola y luego llamarías para decir que tenias trabajo pendiente.

— Lo sabías...

— ¡Claro que lo sabía, pedazo de imbécil! ¿Te crees muy listo? ¡Pues no lo eres! ¡Vete a la mierda, Christian! ¡Te odio!

Me empuja para que retroceda y él pueda levantarse, pero no sé aparta.

— No me creerías, ¿Cierto? No importan cuan sincero sea ahora, no lo creerías por todo lo que te hice.

— Ahora lo sabes. Lárgate de mi vida.

— ¿De verdad es lo que quieres?

No.

— Si. Vete.

— Bien.

Camina dos pasos, pero se detiene un momento. Luego gira de nuevo hacia mi y antes de que pueda reaccionar, me besa con fuerza.

Vendetta: El Plan Perfecto (Versión Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora