Capítulo 33

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Sigo esperando un golpe que no llega. ¿Se arrepintió? ¿Lo pensó mejor? ¿No quiere dar más material a la prensa?

Abro los ojos lentamente, él sigue de pie frente a mi con la mano en alto, pero algo en su expresión no perece bien. Está pálido, mira algún punto detrás de mí con la mandíbula apretada tan fuerte que casi escucho sus dientes crujir.

Cuando levanta su otra mano para apoyarla en su pecho, lo comprendo.

Le está dando un infarto.

¡Un infarto!

— ¿Papá?

Comienza a sudar, una expresión de dolor reflejada en su rostro. Lo empujo para que se siente en la silla frente a su escritorio, si se desploma todos van a escucharlo y entrarán corriendo.

— ¿Que tienes? ¿Te duele algo? — Me hago la tonta.

— Me... dico — Balbucea presionando su pecho.

— ¿Un médico? ¿Quieres un médico? — Me inclinó hacia él para hablarle — ¿Tú hiciste que un médico atendiera las lesiones de Gail? ¿O de alguna de las otras mujeres? ¿O es que ellas no lo merecían?

Sudor frío baja por su frente, estira la mano para intentar alcanzarme pero me aparto antes de que lo haga. No es que tenga mucha fuerza de todas formas.

— ¿Ves tu vida pasar frente a tus ojos? ¿Te arrepientes de ser una mierda con Gail?

Golpea su puño contra la superficie del escritorio y me pregunto si yo sería capaz de dejarlo morir. Probablemente lo merece, pero ¿Podría vivir con la conciencia tranquila?

— Espera aquí, bastardo infeliz, traeré ayuda para que puedas vivir lo suficiente para que la prensa y la policía te destrocen.

Apoyo la mano en la perilla de la puerta, pero antes de abrirla inhalo y exhalo rápidamente con mi mejor cara de susto.

— ¡Ayuda! ¡Ayuda! — Salgo corriendo al pasillo — ¡Algo le pasa a papá!

La secretaria se levanta de un brinco y toma el teléfono para llamar a alguien, supongo que a los paramédicos. Mis gritos alertan a otros empleados, que salen apresurados de sus oficinas.

— ¿Alguien sabe primeros auxilios? ¡Por favor! ¿Alguien?

Un pequeño grupo comienza a reunirse afuera de su oficina, pero se apartan cuando alguien los empuja para abrirse paso.

— ¿Que pasó? — Grita Christian — ¿dónde esta Taylor?

— ¡Ahí! ¡Ven!

Señalo el interior de su oficina y él pasa junto a mí para ir hacia mi padre.

— ¿Jason? ¿Jason me escuchas?

— Creo que tiene un infarto, se toca el pecho.

— Ven, vamos a acostarte aquí en lo que llegan los paramédicos.

Christian tira de él hacía el piso, pero en este punto Jason ya es peso muerto. Me acerco a ayudarle para que el bastardo no se golpeé la cabeza.

— ¿Que hago? — Chillo con nerviosismo.

— Recuéstalo en el piso, pon su cabeza de lado.

— ¿Sabes qué hacer?

— Mas o menos, mi madre es médico, ¿Recuerdas?

Asiento levemente con la cabeza. ¿Cómo olvidarlo? La única persona de su familia que fue sincera y cariñosa conmigo.

— ¿Lo hago bien?

— Si, vigila que siga respirando o tendrás que hacer insuflaciones. ¿Jason?

Se acerca para mirarlo, busca el pulso en la vena de su cuello pero supongo que no lo encuentra porque le abre el saco y le afloja la corbata.

— Su corazón no va a aguantar mucho, voy a empezar las compresiones. ¿Llamaron al 911?

Levanto la vista hacia la puerta de la oficina, dónde la secretaria de papá nos mira con el rostro pálido de miedo.

— Si, señor Grey.

— Desaloja los pasillos y mantén libre el ascensor.

Christian da órdenes con total autoridad y yo solo puedo observarlo en silencio. Puedo entender por qué Taylor lo aprecia tanto, incluso sobre mi que soy su hija biológica.

Tengo que sacudir la cabeza para alejar los pensamientos pecaminosos cuando observo sus brazos fuertes presionar el pecho de Taylor.

— ¡Aquí! — Grita la secretaria.

Dos mujeres con uniforme de paramédicos se sitúan a nuestro lado, nos piden que nos alejemos mientras otro hombre detrás de ellas extiende una camilla.

— No tiene pulso — grita una de ellas — ¡Desfibrilador!

— Apártense — saca una máquina pequeña de la mochila — Carga... ¡Despejen!

Me incorporo lentamente pero no puedo dejar de ver la escena. Taylor se va a morir, y no sé si eso me alegra o me hace sentir un poco culpable.

— Ana — Christian se acerca y apoya sus manos en mis hombros — Salgamos de aquí, que hagan su trabajo.

— Pero ¿Qué hacemos mientras? ¿A quien debemos notificar?

— A nadie, tú eres su única familia y la secretaría tiene la información de su seguro médico para que sea trasladado al hospital.

— Esto es tan... Extraño. No puedo creerlo.

— Era una posibilidad que él conocía, el médico le advirtió que evitara disgustos.

Me giro para abrazarlo, pero no pierdo de vista la puerta de la oficina. Taylor saldrá por ahí probablemente más muerto que vivo.

— Lo estabilizamos — Dice una de las paramédicos — Tenemos que llevarlo rápido al hospital.

— Vamos detrás de ustedes — Christian me libera para tomar mi mano.

Sacan la camilla y la empujan por el pasillo hacia el ascensor. Christian y yo vamos detrás de ellos. El ascensor se abre en el estacionamiento, dónde la ambulancia espera.

— Sube a mi auto — me ordena.

Subo en el lugar del copiloto sin esperar a que abra la puerta y él arranca detrás de la ambulancia.

— ¿Qué fue lo que pasó? — pregunta cuando ya se ha incorporado al tráfico — ¿De qué hablaban?

— ¿Crees que es mi culpa? — chillo ofendida.

— Solo quiero saber si hiciste o dijiste algo que lo molestara.

— ¡Él me odia, Christian! Cualquier cosa que yo hubiera dicho le iba a molestar.

Él arquea una ceja pero voltea de nuevo hacia el frente.

— Le pedí que me dejara entrar en el negocio familiar, que quería aprender de él.

— Con razón — Bufa Christian — Taylor no te quiere ahí de ninguna forma.

— ¿Por qué no? Soy su hija, es mi derecho, ¿No?

— Pero no has hecho méritos para merecerlo, ¿Ser su hija? Eso no te va a ayudar en nada.

— ¿Y quién si lo merece? ¿Tú? — ahora yo arqueo la ceja — Por lo que sé, tú podrías ser el oportunista que quiere quitarme a mi padre y lo que me corresponde.

— No voy a quitarte nada — Una sonrisa con burla se estira en sus labios — Taylor iba a dejarme todo.

Vendetta: El Plan Perfecto (Versión Fanfic)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora