mentiras

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Sherlock miró a John fijamente, buscando las palabras para explicar aquella situación.

John le seguía mirando con cara de enojo, esta vez le había soltado la mano a su amigo.

John pregunto cómo conocía ese lugar, le solicitaba un explicación molesto cada vez más,
Por fin Sherlock contesto, con un lo siento John, tienes algo revuelta la información en tu cerebro, yo jamás mandé una limusina para ti aquel día.

John no comprendía sus palabras, solo volvió a preguntar ¿De qué hablas Sherlock? explícame.

Sherlock le explico de la señora Hudson, como siempre era tan entrometida, como sus cualidades de mujer le habían ayudado para darse cuenta desde el primer momento sobre los sentimientos que se tenían uno por el otro, como había estado picandole la cresta, para que Sherlock sacará sus sentimientos y la verdad es que la distancia entre ambos se hacía más grande a medida que había descubierto que John salía con aquellos chicos.

 Es como si Jhon ya no quisiera pasar más tiempo con el, por primera vez Sherlock sintió tristeza no quería perder a su amigo.

Una tarde el rubio había dejado el teléfono en la mesa, Sherlock no quería tomarlo, ya le parecía suficiente la información que había obtenido por medio de la observación como para encima de todo pasar por encima de su intimidad, a caso no tenía derecho a tener una vida privada.

Sherlock estuvo mirando el teléfono durante un par de minutos, cuando menos se dio cuenta ya se encontraba mirando dentro de él.

Rápidamente dió con la clave del celular, no fue difícil, cuando entro encontró la página de citas.

Sherlock dejo el teléfono de nuevo como lo había encontrado, se preguntaba que había de interesante en tener citas con completos desconocidos.

un día después de mucho meditar se armó de valor, sintiéndose un tanto torpe se creó una cuenta, entró en la página, solo quería saber por qué a John le agradaba tanto una absurda página, nadie le dio me gusta a su imagen de perfil, Sherlock no tenía su foto en cambio puso la imagen de un perro, a mucha gente le agradaban las mascotas, tampoco era tan tonto para dejar que alguien descubriera que estaba en un chat de citas.

De pronto alguien le había dado me gusta, mientras Sherlock se daba una ducha.

Cuando salió vio que se trataba de su amigo, dejo el teléfono sobre la mesita de noche, se puso a leer un poco un libro que John le había recomendado anteriormente, era un libro de ciencia ficción se sorprendió al descubrir que el libro no era tan aburrido como esperaba, aún cuando era un tanto predecible, después de terminar con el libro sintió curiosidad por ver el mensaje que el rubio le había mandado, era un simple hola.

Una y otra vez miró el teléfono durante un par de días preguntándose si estaría bien contentar aquel mensaje.

Sherlock  por fin dejo a un lado el caso para poder mandar un mensaje a su amor platónico, después de varios días la curiosidad había matado al gato.

Tomo el teléfono y le mando un mensaje un poco corto, no sabía que preguntar, la gente siempre iniciaba las conversaciones con un hola por fin le escribió con un  ¿cómo estás?

Se sintió nervioso durante un instante, esperando durante el día la respuesta del rubio.

Miraba el teléfono de cuando en cuando esperando con ansia la respuesta, hasta que por fin contesto.

Ese fue el primero de muchos mensajes, con el tiempo se dio cuenta que John platicaba con el cosas que jamás le diría estando juntos e casa.

Además John era muy divertido, ambos platicaron sobre aquel libro, Sherlock le contó de lo predecible que era pero que aún así le había gustado, John le dijo que a él también le había gustado y le dio su punto de vista acerca de este, se sentía confundido, que era sensación en su vientre, no dejaba de pensar en John, se sorprendió oliendo su loción cuando lo tenía muy cerca.

JohnlockDonde viven las historias. Descúbrelo ahora