primera vez

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La primera vez que John conoció a Sherlock algo de él le resultó atractivo, y cuando le dijo que estaba soltero, John le coqueteo levemente, esperando que su compañero también hiciera lo mismo, en cambio solo escucho de su boca, las palabras estoy halagado pero estoy comprometido con mi trabajo.

Eso lo puso triste y un tanto decepcionado, no sabía por qué, solo sabía que era la primera vez que le gustaba un chico.

Después de conocer a Sherlock nada había sido como antes, John seguía atrayendo a las chicas de la misma manera y aún cuando había salido con más de una, no podía dejar de pensar en su compañero, las personas eran sumamente aburridas, solo podía tener aquellos sentimientos en su estómago estando con Sherlock.

Un día mientras miraba el techo de su habitación completamente inmerso en sus pensamientos, llego a la conclusión de que lo mejor sería tener citas con chicos, tal vez solo así podría olvidar a Sherlock, la primera vez se sintió extraño al hacer eso, había encontrado una página de citas, le había dado me gusta a uno que otro hombre al azar, había platicado con unos cuantos mediante el chat, pero cuando fue hora de conocerlos, se sintió igual de aburrido al hablar con chicos que con chicas.

Las citas siempre culminaba de la misma manera, John llendo por un lado mientras que su cita se iba por el otro, cuando llegaba a casa, volvía decepcionado.

No podía dejar de pensar en Sherlock, lo había intentado ocultar, pero sabía que en cualquier momento el lo notaría.

Le contó todo esto a su amigo, sintiéndose un tanto apenado, Sherlock solo le escucho mientras veía con asombro, aún tratando de ocultar las cosas.

Sherlock desde el principio había descifrado la inclinación sexual de su amigo, sabía que a John le gustaban tanto mujeres como hombres.

No le dijo eso a John, lo guardo para el mismo, aunque sabía que al rubio le gustaban los chicos aún así decidió no decir nada a su amigo, ya que lo notaba avergonzado.

John siguió contando a Sherlock de como comenzó a tener aquella rutina, pero un día sin más decidió rendirse, ya no busco más a nadie ni hombres ni mujeres, sabía bien que quería estar con Sherlock, solo no sabía cómo confesarle sus sentimientos a alguien que parecía estar desprovisto de ellos.

Un día mientras leía el periódico recibió un mensaje en la aplicación, le entró la curiosidad, quizá solo charlaría con esta persona, aunque sabía que no llegaría a nada más, no creía que aquella conversación le agradaría tanto, tal vez solo era el hecho de sentir que hablaba con su amigo lo que le hizo formar este lazo tan grande con aquella persona desconocida.

Muchas veces al platicar con el, le recordaba mucho a su queridísimo Sherlock, lo cual le producía esa sensación en el estómago, en el fondo sabía que Sherlock jamás se fijaría en el.

¿Qué más daba si platicaba con esta persona?

Pasaron los días y aunque no había logrado verle y solo se mandaban mensajes, aquella tarde decidió que quería verle, quería saber su nombre, como lucía, si era tan interesante en persona como lo era por mensaje, decidió citarlo, esta vez se esmero más en lucir atractivo.

Bajo las escaleras como de costumbre, creyendo que así su amigo no se percataría de su ausencia, pero no fue así, Sherlock le había escuchado marcharse como de costumbre.

John tomo un taxi y se dirigió a aquel restaurante muy lejos de la ciudad, debió de ser más precavido, debió darse cuenta que las cosas iban mal cuando el conductor, le dijo que su viaje ya había sido pagado, aún así no reparo en ello, el lugar al cual fue a dar era un restaurante que lucía bastante costoso, entró después de que le señalarán donde estaba su mesa, el que alguien se hubiera tomado tantas molestias le hizo sentir halagado.

Cuando Sherlock escucho sobre la anécdota, no dejo de pensar en la idea de que su amigo necesitaba más de lo que el podía darle, cuando escucho a su amado nombrar todo aquello como una cita romántica, Sherlock no pudo más que sentir tristeza, que clase de vida podría brindarle, el no tenía nada que ofrecerle ya que no sabía cómo expresar sus sentimientos.

Siguió escuchando aquella historia.

Donde su amado había salido con un desconocido, pensó que si hubiera aceptado y aclarado sus sentimientos desde un principio nada de esto le hubiera pasado, se sentía culpable.

John siguió con su historia, solo llegando a decirle que la persona que tanto había esperado en aquella cita jamás se presentó.

La cena estaba pagada, así que John prosiguió a comer de aquellos platillos y manjares tan exquisitos, cuando salió del restaurante, una limusina esperaba por el, la persona detrás del mensaje le decía que subiera, si quería conocerlo, la limusina lo llevaría hasta donde esté se encontraba.

La limusina recorrió grandes tramos, los vidrios eran polarizados, nadie jamás pudo ver como John lucho por defenderse cuando alguien inyectó alguna clase de droga en su cuerpo, recordaba sentir sus brazos y todo su cuerpo adormecido, luchaba por mantener los ojos abiertos, pudo ver levemente la sonrisa de aquel hombre y escuchar su risa dramática, el hombre susurró algo en su oído palabras que John escucho tan lejanas.

Quería despertar, no dejaba de preguntarse por qué se había presentado a aquella cita, intento tomar el arma que siempre guardaba en el bolsillo de su abrigo, pero ya no pudo más y sus ojos se cerraron completamente.

Lamentaba aquella situación, en la que había puesto en riesgo su vida, pero lamentaba más hacer sentir mal a su amado, podía ver sus facciones y su cara pálida, mostrando descontento ante tal situación.

Si pudiera regresar el tiempo no preocuparía a su amigo de aquella manera.

Pero el juego macabro había comenzado.
Sherlock tomo las llaves y quitó las esposas de su muñeca, pero no la de John, se vistió se puso el abrigo la bufanda, vistió a su compañero, le dio un último beso antes de salir en busca de pistas, volvió a tomar la mano de John, uniendo ambas muñecas con las esposas, tomo la mano del rubio entrelazando sus dedos.

La señora Hudson les miró con una gran sonrisa cuando los vio salir por la puerta tomados de las manos, tomando una foto para el recuerdo.

Subieron al taxi, como de costumbre el taxista les miró de reojo y sonrió, antes de que el taxista dijera una palabra Sherlock se adelantó, mi novio y yo necesitamos ir al restaurante Star, John se ruborizó, el taxista le dijo que enseguida los llevaría a ese lugar, John se sentía extraño, al salir del taxi las personas les miraba y murmuraban al verlos pasar, la mano de John estaba lo suficientemente sudada pero su querido Sherlock no la soltó en ningún momento, cuando le miró lo vio susurrar como de costumbre, pensando en voz alta, cuando intentaron entraron en el famoso restaurante el personal no les permitió la entrada sin una reserva, Sherlock se mordió el labio, y aunque odiaba pedir ayuda a su hermano, tuvo que llamar por teléfono para que lo ayudará a entrar.

Dentro miró en todas direcciones, pudo ver cámaras al frente del restaurante y dentro de ellas también, se sentaron en una mesa, Sherlock pregunto a John que le apetecía cenar, la camarera al verlos juntos sonrió más ampliamente, los saludo y les presento la carta, John pateo levemente a Sherlock por debajo de la mesa preguntando que era lo que estaban haciendo, si buscaban pistas o es acaso que estaban en una cita.

Sherlock respondió velozmente, ambas cosas John.

Sherlock no sabía qué hacer aunque ya había comido en ese lugar no recordaba mucho de ese día, no sabía que pedir.

Sherlock le recomendó la crema de champiñones, pescado y como postre una tarta de chocolate con frutos del bosque.

John le miró de forma extraña, ya que Sherlock ni si quiera había mirado la carta y le recomendó todos aquellos platillos como si ya hubiera estado ahí con anterioridad.

El rubio puso cara sería, pregunto a Sherlock que era lo que le estaba ocultando.

JohnlockDonde viven las historias. Descúbrelo ahora