game over

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Por fin después de todo el alboroto, de todos aquellos sucesos dramáticos al fin ambos estaban juntos, y ahora tenían una hija, aúnque al principio era extraño.

Ahora Sherlock se sentía muy feliz siendo padre, además tenía el esposo más guapo de todos, todos se preguntarán como sucedió la boda.

Y aunque parezca imposible de creer, Sherlock fue quien se lo pidió a John, todo ocurrió un día después de los acontecimientos.

Sherlock se encontraba mirando al techo en su habitación, está vez no estaba ni aburrido, ni drogado, entonces la pequeña llego y se arrojó encima de su estómago dejándolo sin aliento, eso no le molestó, comenzó a hacerle cosquillas a su hija mientras se retorcía y reía a carcajadas.

John les gritó a ambos que fueran a desayunar, y aunque en el pasado hubiera dicho a su amado que no necesitaba comer, ese día solo sentó sin renegar y se comió todo lo que John preparo.

Debía admitir que le parecía gracioso como lucía John con el mandil que la señora Hudson le regaló, aunque también unos pensamientos depravados pasaron por su mente al imaginarlo desnudo, solo con el mandil puesto, alejo esos pensamientos, John le dio el almuerzo de la pequeña y se encaminó junto con ella al jardín de niños, la pequeña lloro un poco ya que era su primer día, a Sherlock se le rompió el corazón, más cuando llegó una mujer y la abrazo para meterla en la escuela para después cerrar la puerta, le dijo que pasara por ella a los 12:30 p.m quería entrar por la fuerza y sacar a su pequeña, pero después de un rato escucho su risa y se tranquilizó, era un padre demasiado protector.

Se dirigió a casa y su querido se encontraba tirado en el sofá, aún con el mandil, se acercó para así poder hacer realidad su fantasía, pero el pequeño se encontraba profundamente dormido, lo cargo y llevo a su habitación, lo recostó en su cama.

Estaba a punto de marcharse cuando John lo jalo hacia el, comenzó a besarlo apasionadamente, Sherlock comenzó a quitarle el pantalón, mientras que su amado intentaba quitarse el mandil, no te lo quites se escuchó la voz suplicante de Sherlock, bajó sus pantalones y se deshizo de su boxer, podía sentir la erección de John, eso lo puso tan duro, pronto se encontraron gimiendo los dos, mientras el rizado besaba los labios del rubio, no dejaba de masturbarlo, moviendo su mano en intervalos, aveces con suaves movimientos, hasta incrementar la velocidad, para después parar.

El rubio le pedía que no parará, le suplicaba que no parará, eso provocaba un sonrisa en los labios del pelinegro, quien lo siguió masturbando para después bajar hasta su erección, comenzó besando la punta, su amado se estremeció, puso una almohada en su rostro mientras intentaba ahogar los gritos de placer proferidos de su boca, después el rizado continuo acariciando la punta de su pene pero ahora con suaves lamidas, el rubio lo tomo del cabello desesperado por más, mientras sentía espasmos y la necesidad de cerrar su piernas, empujando al rizado con sus manos hacia su erección.

Su cuerpo estaba tan caliente podía sentir sus mejillas sonrojarse, mientras seguía gritando de placer, la lujuria se encendio en ambos, después de que el pelinegro siguiera chupando el pene de su novio como si se tratara de un helado, comenzó a meterlo en su boca sin previo aviso, para después alternar entre besar lamer y meterlo por completo.

John no podía más con tanta excitación, su cuerpo estaba ardiendo por la llama de la pasión, pronto su compañero comenzó a masturbarlo mientras aún seguía chupando y lamiendo la punta hasta que por fin el líquido blanco y viscoso cubrió la boca y los labios de su amado, cuando por fin su amor, sintió el orgasmo fue el turno de Sherlock, quien quitó la almohada de su rostro para después poner su miembro erecto frente a la cara del rubio, quien comenzó a saborear el sabor de su amado con suaves caricias que daba con su lengua.

Puso sus manos en el trasero del detective, para después acercarlo más a el.

El pelinegro meneaba sus caderas al vaivén de las chupadas y lamidas de su compañero, los gritos no se dejaron esperar, pronto su corazón comenzo a acelerarse cada vez que el rubio introducia su pene dentro de su boca húmeda.

Mientras su pene estaba dentro de la boca del rubio Sherlock podía sentir como todo su cuerpo se estremecía, arqueaba la espalda y su cuerpo se sentía arder, el rubio chupaba su pene, lamía la punta mientras lo ponía dentro de su boca, el pelinegro sentía toda la humedad y el calor proveniente de ella, gemía cada vez más, sin ningún pudor ni miedo a que alguien lo escuchará, sin duda alguna el rubio sabía muy bien como hacer jadear al amor de su vida.

Mientras acercaba más las caderas del detective hasta meter su pene aún más profundo dentro de su cavidad bucal.

El rizado acariciaba el cabello del rubio mientras este le seguía chupando con majestuosidad.

Pronto comenzó a moverse más rápido jadeando más y más sin importar los gritos y gemidos que daba cada vez más fuertes, siguió meneando así su pelvis hasta sentir un orgasmo y el líquido caliente salir manchado la cara de su compañero.

No se habían percatado de la hora que era, se dieron un baño rápido.

Mientras Holmes en la regadera volvió a tener otra erección al sentir el cuerpo húmedo de su querido, pero este le bajó la calentura diciendo que se les haría tarde para ir por Rosy, se cambiaron lo más rápido y corrieron a recogerla.

Por la noche Sherlock le dijo a John que llevaría a la pequeña a la casa de Mycrof, quién ya se había acostumbrado a hacerla de canguro, ambos se reían al ver como la cara sería del hermano mayor de Holmes cambiaba cuando veía a la pequeña.

El rizado intentaba hacer algo romántico de cuando en cuando, aunque el romance no era su área, aún así tomo la mano de John y le dijo que tenía planeado llevarlo a un lugar muy romántico.

Cuando llegaron el rubio levantó una ceja, bueno por lo menos su definición de romanticismo no era llevarlo a la morgue, aunque una vez le haya contado que tenía ganas de hacerlo ahí amarrarlo y golpearlo como lo hacía con sus cadáveres, John había puesto una cara de miedo, para después terminaran ambos a carcajadas, aunque debía decir que la idea no le parecía tan mala, al parecer ambos eran un par de enfermos, quizá en otra ocasión dijo el detective, recordar eso hizo sonrojar al rubio y soltar una risa.

Sherlock lucía distinto aquel día, al parecer se había esmerado, incluso usaba esmoquin y corbata, también usaba loción y se había rasurado, estaba muy guapo, deja de mirar mi trasero amor, le dijo el detective, a lo que el rubio le miró coquetamente.

Entraron al pequeño restaurante, que era el mismo en el que fueron aquel día, aquel caso que tuvieron del taxista que envenenó a sus víctimas.

El amigo del detective se acercó, el lugar estaba completamente vacío solamente una mesa y dos sillas en medio del restaurante, había velas y música romántica sonaba de fondo, John quedó completamente boquiabierto al ver aquel encantador gesto.

Cenaron sin decir ninguna palabra, se notaba el nerviosismo por parte de los dos, bebieron vino y pronto comenzaron a bailar al ritmo de la música romántica.

Sherlock se acercó a su oído, le dijo que durante todo ese tiempo creyó que las relaciones humanas eran una perdida de tiempo, pero que no podía estar más errado su pensamiento, al conocerlo se dio cuenta de ello, no sabía cómo había pasado tanto tiempo separado de el.

Antes no sabía lo que significaba el amor, algo que pudo descubrir al tenerlo tan cerca y a la vez tan lejos, y al creerlo perdido, no pudo más.

Sabía que de ahora en adelante el era el único al que quería cerca, para toda la vida, entonces hizo algo que nadie esperaría, se hincó ante su compañero de aventuras, saco de su bolsillo una caja negra.

Por fin la abrió para pedirle a su amado:
JOHN HAMISH WATSON TE QUIERES CASAR CONMIGO.

El rubio estaba atónito, no podía creer lo que estaba pasando, ambos tenían los ojos llorosos y después de unos segundos que parecieron los más largos para el rizado Watson contesto:

SI ACEPTO.

JohnlockDonde viven las historias. Descúbrelo ahora