♡ O2。゚

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La semana siguiente, nuestra mesa ya estaba ocupada, así que tuvimos que sentarnos en otra que —para mi buena suerte— estaba muchísimo más cerca de la del chico del libro. SeokJin había desaparecido nada más entrar a la cafetería, así que estaba solo en la mesa. NamJoon llegó minutos después con su bandeja llena de comida y un zumo de naranja.

—Jeon JungKook. Trescientos veintiuno —dijo sentándose en la silla frente a la mía.

—¿Uh? —le pregunté totalmente confundido.

—El chico al que estuviste observando toda la semana. Se llama Jeon JungKook, y va en el grupo trescientos veintiuno.

Sentí que el aire se me fue en ese momento y que la sangre se acumulaba en mis mejillas.

—No sé de qué hablas —intenté aparentar desinterés. Pero mentalmente repetía lo mismo una y otra vez.

Jeon JungKook, grupo trescientos veintiuno. Jeon JungKook, grupo trescientos veintiuno. Jeon JungKook, grupo trescientos veintiuno.

—Bien, haremos como que la semana pasada nos pusiste atención a SeokJin y a mí en los almuerzos, y que ahora mismo no estás repitiendo mentalmente los datos que acabo de darte. Sí, no sabes de qué hablo.

El humo salió por mis oídos.

—¿Cómo conseguiste esos datos? —le pregunté al final, derrotado.

—Estaba investigando sobre uno de sus amigos. Su información llegó sin pedirla.

—¿Cómo?

—El chico de cabello naranja me flechó, así que empecé a indagar para conocer más de él. Fue así como supe que se llama Kim TaeHyung, que va en el grupo trescientos veintiuno y que tiene dos mejores amigos llamados Min YoonGi y Jeon JungKook. Supe que el tuyo era Jeon, porque SeokJin no ha dejado de hablar de Min.

—¿A SeokJin le gustan los chicos?

—¿Ves? Si nos hubieras puesto atención la semana pasada habrías escuchado que tanto a SeokJin como a mí nos van los chicos y que él ha quedado prendado de Min YoonGi desde el martes.

—Oh... —bajé la mirada avergonzado. Pero qué buen amigo era, ¿no?— lo siento.

—No importa. Ahora piensa en cómo utilizarás los datos que acabo de proporcionarte.

Me sonrió cómplice y yo sólo reí nervioso, como estúpido.

Si iba en el trescientos veintiuno significaba que menor que yo.

¿Por qué todo el tiempo estaba solo, entonces?

¿No tenía amigos además del tal TaeHyung?

Mi ceño se frunció al verme envuelto en muchas preguntas de las que carecía de respuesta.

Así que inconscientemente comencé a jugar con mi comida mientras vagaba mi mirada por la cafetería. SeokJin hablaba al fondo con un chico bajito, de cabello grisáceo y de facciones suaves, supuse que era el chico ese, Min YoonGi, porque mi amigo sonreía como estúpido enamorado pero coqueto.

Mi mirada siguió yendo de aquí para allá, las mesas estaban atiborradas de personas, en todas habían más de tres, unas reían a carcajada limpia, otras comían pacíficamente, y luego estaba esa al fondo, donde sólo había una persona ocupándola, donde Jeon JungKook bebía un poco de agua con gas y leía un nuevo libro.

Alicia en el país de las Maravillas, de Lewis Carroll.

Sonreí inconscientemente al verlo acomodar sus gafas con pulgar e índice. Con el codo apoyado en la mesa y la barbilla en la palma de mi mano, me permití verlo pasar las páginas, acomodar sus gafas y beber de su agua durante todo el almuerzo. De vez en cuando sacaba su plumón azul y su lápiz, y añadía un papel de distinto color.

"Entonces no es un color cualquiera para marcar donde escribe", pensé.

Un suspiro escapó de mis labios al verlo pasar la lengua por sus labios. No podía entender lo mucho que provocaba en mí con gestos tan simples como esos.

Entonces, él alzó la vista. Mis ojos se abrieron en demasía, mis mejillas y orejas se calentaron a un grado exagerado y los nervios se apoderaron de cada tramo de mi cuerpo, aumentando con cada segundo al notar que no despegaba su vista de la mía. Y yo por más que intenté apartar la mirada, no podía, porque sus ojos eran hipnóticos, de tamaño pequeño pero mirada afilada, de un café que le quitaría el sueño a cualquiera, eran simplemente hermosos.

Por eso, cuando desvió su vista de nueva cuenta a su libro, me sentí extrañamente incompleto, como si su mirada hubiera sido la pieza faltante de un rompecabezas que no sabía que estaba incompleto.

Sus ojos comenzaron a vagar nuevamente por las páginas del libro y cuando volteé para hablar con NamJoon noté que éste no estaba.

¿Hace cuánto se habría ido? Ni idea.

¿Me habría estado hablando y como siempre no le presté atención? Podía ser.

¿Estaría molesto conmigo? Cabía la posibilidad.

Un suspiro cansado escapó de mis labios y cerré los ojos un momento inhalando una gran bocanada de aire, soltándola de golpe al ver la mirada de Jeon JungKook frente a mí, bajo mis párpados, reproduciéndose en mi cabeza una y otra y otra vez.

Cuando el timbre sonó, tomé la bandeja y caminé hasta el basurero más cercano. Tiré la basura y luego dejé la bandeja en donde iba. Di la vuelta en busca de SeokJin o
NamJoon, pero, en lugar de ellos, me encontré con TaeHyung, que a pocos metros de mí, hablaba con JungKook, quien volvió a verme. Ya no llevaba las gafas puestas y su mirada era más profunda, sus ojos más hermosos, más cafés, más todo. Me miró de soslayo por unos segundos y luego volvió a mirar hacia enfrente, yéndose de la cafetería junto a TaeHyung. La piel se me puso de gallina y una sensación de corriente me atravesó la columna. La imagen de sus ojos se me quedó grabada en la retina y se reprodujo en mi mente el resto del día, y llegada la noche, me di cuenta de que sus ojos estaban inundados en cafeína, pues no pude dormir más de un par de horas, pensando en que sus ojos eran los más hermosos que hubiera visto jamás.

Razón número dos para amar a JungKook: sus ojos y todo lo que los acompaña —mirada, gestos, color—

Razón número dos para amar a JungKook: sus ojos y todo lo que los acompaña —mirada, gestos, color—

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diez razones para amar a JungKook ❀ jikook.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora