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El cielo aquella tarde estaba lleno de nubes y parecía que pronto comenzaría a llover, pues desde aquella tonalidad grisácea se lograba escuchar el sonido de los truenos.

Jeon JungKook se encontraba sentado en la silla de cuero negro que yacía en la oficina que antes fue de su progenitor. Papeles estaban sobre el escritorio y aquello solamente hizo que Jeon liberará un fuerte suspiro. Estaba cansado de mantener la empresa de su padre a flote, a decir verdad él no quería estar allí, pero lo hacía solamente por la memoria de aquel hombre que le dió la vida y que siempre fue bueno. Para su padre, la empresa era muy importante y por eso la mantenía funcionando, pero en realidad lo que a JungKook le gustaba era lo que hacia fuera de allí con sus amigos, aquello que su padre también hizo antes de morir, aquel secreto de la familia.

—Jeon.— lo llamó un hombre de cabellos rubios entrando sin permiso a la oficina mientras acomodaba el saco de su traje azul marino.

—¿Qué quieres?— respondió de mala gana y sin mirarlo.

—Será mejor que te prepares.

—¿Para qué?

—Hoy quieren ir a festejar tu cumpleaños.

JungKook frunció el ceño y levantó la mirada por fin viendo al hombre que se hallaba frente a él.

—No tengo tiempo para esas mierdas. Ésta noche tengo una reunión con Hanna, y si todo sale bien cerraremos un negocio.

—Corrección, si todo sale bien, terminarán en la cama.— sonrió con sorna y cruzó sus brazos.

—Cierra la boca Min.

—Todo el mundo sabe que ustedes dos se acuestan en cada oportunidad.

—Bueno y si sí ¿qué? a ti no te interesa lo que haga o con quien me acueste.

—No, tienes razón, no me interesa realmente— soltó un suspiro y volvió a sonreír—. De cualquier manera, vé cancelando esos planes porque no te vamos a dejar ir— sin más, el rubio se dió la vuelta y comenzó a caminar en dirección a la puerta.

—Cancelen lo que sea que tengan planeado... ¡Maldición YoonGi te estoy hablando!

—No te oigo bebé.

Finalmente JungKook se quedó solo nuevamente con su vista clavada en la puerta.

—Ese idiota no me respeta.— murmuró para si mismo y terminó cogiendo el teléfono para llamar a Hanna y posponer la reunión. Definitivamente no podría escaparse de esos tipos.

Otro tarro de cerveza había sido colocado vacío sobre la mesa de un bar, en donde cinco hombres cantaban totalmente ebrios la canción que se escuchaba de fondo

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Otro tarro de cerveza había sido colocado vacío sobre la mesa de un bar, en donde cinco hombres cantaban totalmente ebrios la canción que se escuchaba de fondo.

—¡Por JungKook!— gritó YoonGi levantando su tarro logrando que todos los demás hicieran lo mismo.

—Oye Jeon... ¿Cuántos años cumples?— preguntó un hombre de cabellos rojos que a penas podía mantenerse de pie.

—Eso no se pregunta Hoseok.— gruñó el azabache, quien a diferencia de los demás, aún era consciente de lo que hacía y decía.

—¡Oh vamos! Como si no nos conociéramos de hace tiempo.

—Entonces ya deberías saber mi edad.

—¡¿Qué?! ¡Apuesto que tú no sabes cuántos años tengo yo!

—Veintiséis.— respondió al instante mientras sorbía un trago de su cerveza.

—¡Joder, si sabías!— exclamó sorprendido y comenzó a reír a carcajadas— ¡Oh un momento! ¡Ya recordé!— tronó los dedos y asintió—¡Cumpliste veinticinco!

—Hobi ya déjalo en paz— se acercó un hombre alto de cabellos castaños oscuros abrazando el cuello del pelirrojo—. Si no, nos va a matar.

Los dos comenzaron a reírse a carcajadas y a golpear la mesa casi llorando y sobando sus estómagos, como si aquello hubiera sido el mejor chiste que escucharán en sus vidas.

—No es gracioso SeokJin— frunció el ceño—. No puedes andar diciendo esas cosas en público, idiota.

—Oh claro, porque no traes puesta tu máscara.— asintió aún riendo y JungKook solo pudo rodar los ojos.

—Mejor vayan a cambiar la canción.— les dijo para quitárselos de encima, cosa que resultó pues los dos se fueron tambaleando y empujándose.

JungKook negó con la cabeza y dió otro sorbo a su cerveza antes de dirigir la mirada a YoonGi, quien estaba con otros tres hombres platicando seguramente de tonterías. A decir verdad, en ese momento él no se sentía con ánimos, pues especialmente esa fecha le traía recuerdos ya que fue pocos días después de que cumplió los dieciséis, que dos personas muy importantes desaparecieron de su vida.

«¿Qué habrá sido de ti JiMin?»

Esa pregunta rondaba siempre en su cabeza. Habían pasado casi nueve años desde que aquel chico salió de su vida y jamás volvió a saber de él.

Muchas veces se preguntaba si estaría bien, o si al menos estaría vivo. Recordaba perfectamente su mirada cuando clavó la daga en su cuerpo y esa mancha de sangre aún podía verla en ese rincón a pesar de que ya no se encontraba allí.

Lo amaba y lo odiaba al mismo tiempo.

Nunca supo la razón de porqué JiMin asesinó a su padre si él siempre fue bueno con ambos y los llenó de amor. En su cabeza creó la teoría de que JiMin se acercó a personas malas y ellos lo manipularon para hacerlo, o quizá alguien lo amenazó; pero eran solamente teorías, no sabía la verdad y quizá jamás la sabría.

—¡JungKook ven con nosotros!— exclamó YoonGi sonriente, sacando al hombre de cabello azabache de su mar de pensamientos— ¡Estamos aquí por ti hermano!

Jeon sonrió suavemente, casi imperceptible. YoonGi había llegado a su vida seis años atrás y definitivamente ese chico sonriente y también algo molesto lo sacó de la depresión en la que había caído desde aquel incidente.

—Está bien.— estaba dispuesto a acercarse a sus amigos y olvidar por esa noche todos los problemas y recuerdos trágicos de su pasado... Pero no lo hizo.

En en ese momento, su mirada viajó por todo el lugar y fue entonces que se dió cuenta de que dos hombres los estaban observando desde una mesa en uno de los rincones del bar. Pensó que al ser atrapados desviarían la mirada.

No lo hicieron.

Permanecieron mirándolo tan fijamente que incluso no parecían parpadear. Su aspecto era un poco escalofriante. Ambos tenían grandes ojeras bajo sus ojos que parecían inyectados de sangre. El cabello de uno era de un color azul muy oscuro que de no ser por la luz reflejada en él, se vería negro. El otro llevaba un color anaranjado algo desteñido, pero lo que más llamó la atención de JungKook, fue que ambos tenían una cicatriz idéntica en la mejilla derecha. Era como una cruz delgada, larga y un poco inclinada.

Los hombres movieron los labios seguramente diciendo algo, y a pesar de eso, jamás apartaron la mirada, hasta que repentinamente se pusieron de pie y caminaron hasta la salida.

—¡JungKook!— el gritó de YoonGi lo hizo girar y aunque sintiera un mal presentimiento sobre aquellos sujetos, prefirió ignorarlo y disfrutar del resto de la noche.

BROKEN || Kookmin PAUSADA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora