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JESSICA

-Oye necio, iré al mini-super, ¿quieres algo?

-Tengo antojo de algo pero no se de que, ¿te puedo acompañar?

-Claro pero ponte un suéter, Mr. Músculo.

- Sí, mamá.

En el camino hacia el pequeño súper no hacían más que jugar y jugar, eran tan felices cuando estaban juntos.

Al entrar, se dirigieron a la zona de bebidas, ahí, Jess tomó una botella grande de agua mineralizada. Por consiguiente, Alex quiso ir al pasillo de productos para bebés porque su gran e incógnito antojo resultó ser de papillas.

-Por Dios, como puede ser que existan papillas de carne, es disgustante.

-Alexander respeta, a ti te gusta la comida para perro y nadie te juzga.

-Tú si, y no me gusta Jessica, solo te dije que no sabe mal.

-Eso si es disgustante.

Comenzaron a reír hasta que Jess visualizó a un joven de espaldas rascándose la nuca frente a los productos lácteos.
Como instinto comenzó a darle golpes a su hermano mayor para captar su atención.

-Alex, Alex, Alex. Es él, el chico de los pañales.

Le apuntó con la cabeza.

- Jessica.

-¿Sí?

-No trae anillo en su mano izquierda.

-¿Ajá?

-Pues te diría que vayas y le hables pero quieres disfrutar tu soltería así que eso sería una pérdida de tiempo, ¿no?

Dijo en tono burlón, a lo que Jessica lo fulminó con la mirada.

-Déjà de jugar Alex, ¿qué hago?

Jess suplicó y Alex suspiró.

-Anda niña, ve. Habla con él. Cualquier inconveniente solo grita o algo e iré por ti, ¿de acuerdo?

-Gracias, gracias, gracias.
Besó su mejilla y se dirigió al atractivo joven que estaba agarrando una vótela de leche.

-Hola, Chico Huggies.

22Donde viven las historias. Descúbrelo ahora