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Un tierno omega paseaba por las frías calles donde miles y miles de autos transitaban sin parar, el aire soplaba fuerte despeinando así sus rubios cabellos. Un par de bolsas colgaban de sus brazos, aquel día había salido en busca de alimento para la alacena ya que grande fue su sorpresa cuando despertó al ver que no quedaba variedad de alimento en su casa.

Su alfa llegaría pronto, por lo que comenzó a acelerar el paso. En el transcurso de su caminata pudo observar gran variedad de pequeños corriendo de un lado a otro, riendo sonoramente y disfrutando del día acompañados de sus padres.

El recuerdo de su bello alfa pidiéndole un cachorro le llegó a la mente, comenzaba a considerar la idea. Sería lindo tener pequeñines en casa, ver como su pareja les llena de amor, el cómo los protegería de todo peligro. La idea de formar una familia comenzaba a invadir su cabeza, le diría que si a su alfa.

Aunque su opinión cambió por completo cuando escuchó el llanto de uno de los bebés, vio como este pataleaba sobre el pavimento y como él omega trataba de calmarlo.

—Si no te comportas él señor de ahí te va a llevar.— Escucho la voz del omega intentando asustar a su pequeño, sin embargo Jimin tan solo observó la escena incómodo.— ¿Verdad que usted se lleva a los niños que se portan mal?

—Uh, yo... ¿Si digo que si dejará de llorar?— El rubio cuestionó sin dejar de mirar la escena, ahora el nene berrinchudo se había tirado al suelo sin dejar de llorar.— Es mejor que yo me retire.— Sonrió apenado emprendido su caminar nuevamente, dejando al pobre omega solo con su mocoso caprichoso.

Aquella era una de las cosas por las cuales Jimin no deseaba tener hijos, de pequeños siempre lloraban a mares, y hacían berrinches cada que podían. El omega rubio no tenía la paciencia necesaria para el puesto de padre, su inmadurez era otra de las causas por la cual no quería tomar una responsabilidad tan grande de criar a un cachorro.

Si caminata era tranquila, sus pensamientos se enfocaban en la familia que Jeon le pedía. Hasta que un chillido lo sacó de su mundo mental y miró a todas partes en busca de aquellos ruidos lastimeros, cuando por fin los localizó pudo ver una tierno perrito dentro de una caja de cartón. Se veía débil e indefenso, y para nada dejaba de lloriquear.

—Pero que cosita tan tierna y linda.— El rubio omega de encañonó al tierno can para tomarlo en brazos, este, al sentir como era elevado por unas manos inmediatamente comenzó a mover su colita y darle lamidas al que era su salvador.— Te llevaré a casa, eres precioso y es mucho mejor mi pequeño hogar a qué te quedes en la calle.

Con una sonrisa en su rostro, las bolsas en una de sus manos y el can en la otra se encaminó a su hogar. Una idea había surgido en su cabeza.

Un cansado y fascinado alfa entraba por la puerta principal de su hogar, deseaba llegar a su cama y echarse en esta para dormir una siesta

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Un cansado y fascinado alfa entraba por la puerta principal de su hogar, deseaba llegar a su cama y echarse en esta para dormir una siesta. Sin embargo, en el momento que escuchó la bella risa de su omega, todo el cansancio que sentía de esfumó por completo.

Jimin, ¡Quiero un cachorro! Donde viven las historias. Descúbrelo ahora