Capitulo 3

76 3 0
                                    

Solo tenía que evitar algo para poder salir, mi madre y mi hermana. Tal vez, Rocio, mi hermana, sea perfecta y todo, pero por dentro era una maldita víbora venenosa. Y mi madre, una mujer despistada y correctiva, y cuando digo correctiva es correctiva.

Las dos estaban sentadas en el comedor comiendo, como siempre excluyéndome, tranquilas, Rocio le contaba cómo le había ido en el día con una gran sonrisa siempre presumiendo. Era hermosa y horrenda a la vez, tenía una hermosa cabellera rubia y unos ojos cafés que brillaban mucho, su piel era demasiado pálida y su voz delicada como el viento de verano. Pero cuando nadie miraba ella se convertía en un ave rapaz, bajaba hacia mí, me insultaba, me golpeaba y me criticaba, su voz ya no era hermosa, era un grito constante, directa en los insultos, no guardaba el odio, lo dejaba escapar como si nada.

Claramente se notaba que yo estaba ahí parada frente al gancho tomando las llaves para salir, mi mamá no se hizo la tonta esta vez y se dedico a mirarme sin tomarle mucha importancia a mi hermana. Y cuando me prepare para introducir la llave en la cerradura, hablo, hablo con esa voz maternal que sabe que pasa algo.

-¿Dónde vas?

Apreté los dientes, no podía ser. Me di la vuelta para encontrarme con su mirada. Ella parecía la mujer más frágil del mundo, trigueña, con carita de bebé recién nacido, su cabello caía como cascada con las capas de nuevo cabello, sus ojos avellana reflejaban el sufrimiento de años sin dormir por su enfermedad (Hablar de eso me haría llorar) y su cuerpo de Barbie era tan pequeño y delgado que al lado de una madre normal se parecería a una joven estudiante de universidad.

-Voy a salir- Dije tratando de no hablar incómodamente

-Eso se nota- Dijo mi hermana mirándome de arriba hacia abajo- Pareces un pingüino, ¿Vas a un club de enfermos mentales o algo?

La fulmine con la mirada, sus comentarios me dolían y más de lo que ella pensaba. Mi madre no dijo nada, se quedo ahí mirándome. Podía ver un vacio en sus ojos y no era por el sueño si no por otra cosa, lo sabía, yo igual lo sentía.

-Decidí salir un rato. Con alguien- Pude decir luego de que me quitara los ojos de encima y viera a Rocio con rabia

-¿Con quién, estúpida? No creo que nadie con dos dedos de frente quiera salir con alguien tan horrenda como tú, con tus locas crisis, tus trastornos mentales y tus malditos cortes- Como siempre, sentía que lo que decía era veneno, lo lanzaba tan bien que sabía dónde podría dañarme

Mi madre reacciono y me volvió a mirar.

-No llegues tarde, se está oscureciendo

Asentí un poco decepcionada, la voz de mi madre se notaba más apagada que de costumbre, estaba pasando algo y ella no me quería decir.

Por fin pude salir, el aire era el mínimo y chocaba con tan poca calma que note la inocencia y libertad de él, no tenía que hacer nada, era libre, el mundo no lo podía insultar, la sociedad no lo destruía como destruían a una adolescente. Era libre.

Mire por la calle, estaba colorida por el morado y el naranjo, era hermoso, ahí al frente estaba la plaza, llena de juegos como los columpios, el sube y baja y el resbalin. Y a mi lado izquierdo estaba Diego, con una chaqueta de cuero, su camisa de *BMTH y esas muñequeras que se notaban fuera de la chaqueta.

Camine a su patio tratando de esconder una sonrisa, tanto tiempo estando al lado de él y sin darme cuenta de quién era. Conocía a todos mis vecinos y al nunca lo había visto, recién en el grupo, una fácil forma de conocer a alguien que puede ser mi amigo.

Al estar cerca de él note su cara, era más pálida de lo que había visto por la ventana, sus ojos eran de un gris impresionante, debajo de ellos lo rodeaban unas grandes ojeras y se encontraban hinchados, tal vez por llorar mucho. Recuerdo que cuando pequeña me había puesto a llorar y mi tía llego y me dijo que si lloraba mucho mis ojos explotarían y desde ahí trataba de no llorar aunque era muy poca la fuerza de voluntad, al fin y al cabo supe que en realidad se refería a que los ojos te quedaban hinchados y se notaba que te había pasado algo, pero para no parecer débil debías tratar de ocultarlo.

Suicide SouldDonde viven las historias. Descúbrelo ahora