Capitulo 4

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Diego fue muy amable al despedirse, y también al notar que me sonrojaba con cada palabra que decía al comparar el cielo con mi “belleza”. Al final me dejo en la puerta de mi casa y se alejo a la suya, nos dimos los números y quedamos en hablar en la noche.

Perfecto, al fin tenia con quien hablar en la noche (A parte de Sol, pero ella no me puede llamar) y recordando a Sol. Cuando entre lo único que hice fue correr por las escaleras y conectarme a la computadora. Quería contarle todo a Sol, y la encontré conectada, ya me había dejado cinco mensajes y dos mensajes de voz diciendo: ¡Joder, Franchesca, conéctate!

Y así hice.

Conecte el WiFi y me instale en la silla.

Astartea: Sollllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllllll

Sylvia: Dios, Fran, al fin te conectas, ¿Por qué te desconectaste tan pronto? Justo te puse “Hola” y te fuiste

Astartea: Esto es mejor conversarlo por cam, entra a Facebook, necesitamos hablar de algo hermoso

Sylvia: Ok, espérame

Saque la pagina y puse un video en YouTube en un volumen correspondido, una canción que puedo recomendar hasta al más mínimo gusano, Stay de Mayday Parede. Puse Facebook y llame a Sol con la Cam, contesto y empezamos a hablar.

Particularmente, a mi me gustaba Sol, su forma de hablar y su forma de ser. También cuando se vestía, parecía el jarrón mas fúnebre de todo el mundo, siempre con camisas ajustadas y pulseras, se podían ver su pequeña cintura y unas cuantas costillas.

Le conté todo, de cómo conocí a Diego, de cómo nos vimos por la ventana y cuando nos juntamos en el patio para ir a la plaza. Primeramente estaba confundida y luego entendió la historia, se entusiasmo igual que yo.

-Entonces, ¿Te gusta?- Pregunto de repente

Abrí los ojos dejándolos como platos plásticos. ¿Cómo creía eso?

-¿Cómo crees? No- Agite la cabeza- Solo somos amigos

Mostro una sonrisa hiriente como esas que te dan las zorras que se venden en la calle o la ex de tu novio. Una sonrisa burlona y desquiciada.

-Así se le dicen ahora, “amigos”

-Si no me quieres creer, no lo hagas

Se rio como loca, apoyándose en la mesa con los brazos. Luego me volvió a mirar roja de la risa.

***********************

La luna traspasaba la ventana. Siempre mantenía las cortinas corridas de noche, me gustaba mirar la luna, me gustaba su brillo artificial y saber que otra persona podía estar viendo esa luna, tal vez Diego lo estaba haciendo en este momento.

Mire el móvil para saber si habían noticias de él, quería que me llamara. Al fin me siento conforme con una persona, además si es como yo. Note que la pantalla brillaba con el fondo de Stay Strong bailando en ella. No lo dude y conteste.

-Hola- Dije un poco nerviosa

Se escucho un suspiro.

-¿Estabas dormida, Fran?- Su voz sonaba apagada, un tanto nerviosa

Negué con la cabeza rezando que me hubiera visto.

-No, te estaba esperando. Tenemos tanto que hablar en esta noche de insomnio

Oí risas de su parte.

-Empezando por salir…

-¿Salir?- Le corte. Los brazos me empezaron a temblar al igual que los labios- ¿Salir a donde?

En mi mente se me ocurrían muchas cosas, ilusionaba que Diego llegara a curar mi herida más profunda, la de mi corazón. No quería ilusionar, no quería volver a sufrir pero sentía la necesidad de tocarlo, de limpiarle los cortes, de ayudarlo.

Acerca más el celular a mi oreja.

-Si- Respondió indiferente- Te quería invitar a salir. Si quieres, obvio

Salir, salir, salir. Podía ir a la plaza, a comprar a la esquina, a la terapia en el consultorio pero ya no podía salir al centro, a la costanera, al exterior. No sabía qué hacer, no quería salir pero pensar que el iría me hacía pensar positivo y aceptar. Así lo hice, acepte salir con él, con una condición, que no me dejara sola.

-Dejarte seria un pecado, Fran

Deje el celular en alta voz, necesitaba ir a buscar mi cajita, necesitaba a mi amiga, quería contarle todo, quería ponerla en mi piel lo antes posible.

-Todo el mundo me deja, Diego, debes saber eso- El suspiro, parecía un poco caído, un poco impaciente- Además, no sería entretenido estar parada esperándote mientras coges con una puta, ¿No te parece?

Se dejo llevar por la risa. Yo igual lance una sonrisa, un tanto sarcástica, mi comentario me hacia recordar cosas que no quería, me sentía impotente e inútil en ese momento por recordar tal cosa.

Al fin encontré mi cajita, era bien pequeña y de un color miel, en ella guardaba a mi amiga. Mi navaja.

La tome entre los dedos, estaba fría, pensé que pronto se sentiría cálida con mi sangre. En ese momento llevaba una simple camisa sin mangas por lo que sería más fácil mirar mis nuevas heridas. Sujete mi brazo en el aire mientras que la voz de Diego y la luz de la luna mostraban las nuevas marcas de mi piel.

Un corte.

Dos cortes.

Tres cortes.

Cuatro cortes.

La sangre emanaba por mi brazo haciéndome sentir libre y aliviada. Cuatro cortes por Diego, cuatro cortes por mí, cuatro cortes por mi recuerdo…

Era genial poder tener mi celular de vuelta, podía entrar a Wattpad y leer lo que quisiera, podía entrar a Facebook y hablar con personas que solo me conocían entre diálogos y reflexiones, podía jugar y escuchar a mis bandas favoritas, podía esconder mi navaja en la carcasa sin ninguna sospecha. Total, sigo siendo una chica alegre para algunas personas, para otras ya era la deprimida que pronto cometería su crimen.

Avance por los pasillos del colegio Humanidades sintiéndome libre de todo, el sonido de Ed Sheeran y Taylor Swift rebotaba en mi cabeza con el ritmo de la canción Everything Has Changed, hermosa para darle esperanzas a una niña de séptimo año.

Lo bueno de todo era que por ser nueva, nadie conocía mis actos, nadie sabía quién era y eso me tranquilizaba. Por mala suerte, mi hermana se encargo de eso y les dijo a mis nueva “amigas” sobre mi condición. Un corte más para mis muñecas, princesa. Nadie debería saber, quería demostrar que estaba bien aunque fuese una gran mentira. Ahora, mi hermana me arruino la vida. Ellas ni siquiera me quieren ver, por lo menos nadie más sabe y eso me tranquiliza.

Fui directo al baño. No me sentía bien. La comida del almuerzo me hacía sentir una vaca. Pensaba que no debería sentirme así, aunque lo fuera, ya pesaba 75 kilos, era mucho para una chica que mide 51.

Al entrar no había nadie, era perfecto. Elegí mi baño y sin evitarlo, vomite todo lo que podía. Bienvenida Mía, por favor, quédate conmigo. Salí y saque rápido el cepillo para no poder dejar rastro de lo que hice. Me limpie la cara y salí con una sonrisa de oreja a oreja. Todos pasaban sin tomarme la más mínima atención, mejor para mí. Seguí caminando hasta que me tope con Sebastián, hasta ahora, mi mejor amigo. Le sonreí, pero él no me devolvió la sonrisa y me tomo del brazo hasta llegar a la biblioteca donde bajamos a buscar “libros”.

-¿Qué te pasa, Seba?- Le pregunte soltándome de su agarre

-Sé lo que hiciste y lo que haces, ¿Por qué no me lo dijiste antes, Fran? Pude ayudarte

Trate de no llorar.

-¿De qué hablas?- Dije en un pequeño susurro

Me tomo el brazo mirándome fijamente a los ojos. Sus ojos eran oscuros, me hacían recordar a muchas personas. Sin pensarlo, cerré los míos sin esperar lo que venía a continuación…

Suicide SouldDonde viven las historias. Descúbrelo ahora