Capítulo 37

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La pantalla del teléfono de Lalisa se apagó después de unos segundos y finalmente Rosé comenzó a apartar la mirada. Su mente se cerró, y un disco rayado se hizo cargo de ella. "Oh, Dios mío", fueron las únicas palabras que pasaban por su mente. El corazón le martilleaba en el pecho mientras sacó su teléfono de nuevo. Con dedos temblorosos apretó los botones. Llamando a Liss... apareció en la pantalla. No se molestó en poner el teléfono a la oreja. Simplemente vigilaba al de Lalisa, pensando que quizás había sido una coincidencia. O un truco de las luces. O la prueba que necesitaba comprarse unos lentes.

Pero entonces, ahí estaba. Una canción con una melodía que no reconocía.

Llamada entrante de Rosie.

"Oh, Dios mío", dijo en voz alta. Se quedo sentada, porque lo consideró imposible. Lalisa estaba caminando de regreso, y Rosé miró justo a tiempo para ver la actriz congelarse a medio camino. La comprensión iba naciendo. Durante mucho tiempo, no dijo nada. El teléfono en el mostrador de la cocina seguía sonando. Rosé apago su teléfono y el silencio cayó sobre ellas.

"Estaba a punto de decirte," dijo Lalisa suavemente. Fragmentos de mensajes de correo electrónico y conversaciones telefónicas pasaron de repente a través de la mente Rosé. ¿Todo eso había sido... Lalisa Manoban? Se sentó de nuevo en el taburete, ya que realmente lo consideraba imposible. No existía Liss. Nunca ha habido una Liss. Esto fue lo que le conmovió. Esto era lo indescriptible. Y todavía no podía formular ninguna palabra. Lalisa dio el primer paso adelante.

"Rosé... yo..." No había nada después de eso y Rosé se obligó a mirar hacia arriba, para mirar a Lalisa Manoban que se atrevió a continuar. "No sé por dónde empezar", dijo Lalisa. "Pensé que me vendría algo a la mente una vez que estés frente a mí, pero..." El silencio era insoportable, pero Rosé no sabía qué decir. Apenas sabía lo sentía. "Nunca quise mentir", Lalisa empezó de repente. "Me enamoré desde ese día en el Parque Central cuando vi tu dibujo sobre la mesa. Yo... nunca he sentido que quería tener tanto algo antes. Y lo lleve a casa y lo había enmarcado y me miraba, y sé que puede sonar a locura, pero me hizo sentir... No sé. Me hizo sentir mejor...; menos sola. Y pensé que te gustaría saber que me encantó. Sólo que yo no podía decirte quién era porque no me lo hubieses creído. Y porque tengo esta cosa acerca de la privacidad, también. Y realmente todo lo que quería era que tú sepas que significaba algo para mí, haber creado ese dibujo. Me ha afectado, de alguna manera." Rosé sólo miraba a la actriz porque no podía reaccionar. Las palabras la fueron hundiendo bastante. ¿Todo lo que podría pensar en ese momento era que había tenido una amiga en California y ahora... qué? ¿Dónde quedaba ella? "Yo sé que debes pensar que soy una persona horrible", Lalisa continuo. "Yo no había esperado que el correo electrónico siguiera o en algo tan..." Ella dejo la frase colgada, y recogió otra. "Yo no quería que el hecho de que soy Lalisa Manoban alterara la forma en que me vieras." Lalisa se veía tan dolida que Rosé miro a otro lado por temor a querer reconfortar a la actriz. Sentía demasiadas cosas a la vez. Sentía una avalancha de ira, tristeza y una persistente sensación de pérdida. En su mayoría se sentía cansada. Como quedarse dormida y despertar días más tarde un poco cansada. "Por favor, di algo." La voz de la actriz era suave y suplicante y Rosé se obligó a echar otro vistazo a Lalisa.

"Creo que debería irme", dijo.

***

"Por favor, no." Ella sonaba patética incluso a sus propios oídos. No podía empezar a imaginar cómo sonaba para Rosé. Esto no era en absoluto cómo había previsto Lisa las cosas. No se suponía que Rosé debía saberlo. Hoy no. Momentos antes de los cuales Lisa estaba a punto de decirle. El rostro de Rosé no revelaba nada de sus pensamientos, y Lisa no tenía ni idea de lo que estaba pasando detrás de esos hermosos ojos marrones.

El lado ciego del amor - CHAELISADonde viven las historias. Descúbrelo ahora