Capítulo 11

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Capítulo 11

— Anda, vamos. Te quedan 30 minutos para ir por tu camioneta, llegar a tu casa, bañarte y llegar a la escuela.

Me quejo y me giro, metiéndome a su auto. Realmente no quería una sanción por llegar tarde, al menos no apenas al tercer día.

Reviso mi celular, tengo dos mensajes de mamá, uno preguntándome en dónde dejé el sacacorchos y otro diciéndome que ya lo había encontrado.

Un mensaje de Jordan, con una imagen graciosa de un Husky y finalmente un mensaje de mi hermano, diciéndome que era una mala hermana, que me odiaba y me extrañaba demasiado. Respondo a mi mamá, repitiéndole que no toqué nada de la cocina, a Jordan le mando un emoticón riendo y a mi hermano con una promesa de que le llamaré apenas vuelva de comer con Jordan.

Guardo mi teléfono en mi bolsillo, miro a Derek que mira al frente.

— ¿Entonces para eso de entrenar? —pregunto, él me da una mirada—. ¿Cuándo o a qué hora? ¿Me pongo de acuerdo con Scott?

— No, anota mi número, nos ponemos de acuerdo por mensaje.

— Bien. —Anoto el teléfono que me dicta y vuelvo a guardar mi celular—. ¿Los entrenamientos son en tu… perdón, qué es dónde vives?

— Es un loft, y ten cuidado de lo que dices de él, ahí gasté gran parte de mi dinero.

— Bueno no debes tener mucho. —bromeo, él me da una mala mirada pero sonríe—. ¿Por qué no lo arreglas?

— Apenas hace un mes creí que no volvería jamás a Beacon Hills, no sé si valga la pena arreglar un lugar en el que no sabes si te quedarás.

— ¿Por qué no habrías de quedarte?

— No lo sé.

— ¿Y si no te quedas a dónde irías?

— No lo sé.

— No sabes nada. —me quejo, lo escucho reír—. Esto debes saber, ¿Tu novia no vive contigo?

— No, pasa tiempo ahí pero no vive conmigo.

— Bueno quizá si vivieras con una mujer, el lugar no parecería el escenario de la nueva película de Viernes 13.

— ¡Hey! Respeta el loft. —me regaña.

— Yo lo respeto, como respeto a todos los ancianos.

Derek vuelve a reír, sonrío mirando su perfil, en realidad no parece del tipo risueño. — Ya respondiendo tu pregunta. —dice borrando su sonrisa momentáneamente—. Los entrenamientos son a veces en el bosque y otros son en el loft.

— Bien. —respondo, veo a lo lejos mi camioneta estacionada, me muerdo el labio, dudando en preguntar lo que he querido saber desde que desperté—. Uhm, ¿Derek?

Él estaciona al lado de mi camioneta y me mira, esperando que diga algo.

— Yo… tengo imágenes difusas en mi mente sobre lo que pasó ayer… —me muerdo el labio y lo miro, él ladea la cabeza—. Recuerdo que te lastime mucho. ¿Qué tal real es eso?

— Bastante real. —responde—. Ya te dije que no fue tu culpa.

— Lo sé, pero… ¿Qué tanto te lastimé?

— Ya sané, no te preocupes.

— Es que… cuando recuerdo eso —me aclaro la garganta—, me siento mal, como, físicamente y psicológicamente.

Y realmente lo sentía, cada que un recuerdo me llegaba, mi cabeza punzaba, el dolor bajaba por cada vena y llegaba a todos lados, una sensación pesada de culpa y tristeza casi me hacía llorar.

Aroma  [Derek Hale]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora