9. Broma fallida

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Lacy Loud siempre disfrutó de los deportes y estar en plena forma al igual que su madre, la gran entrenadora Lynn Loud Junior: la mujer que llevó a cada equipo deportivo de Royal Woods al primer lugar en cada campeonato y competencia estatal.

La única diferencia entre la porrista y su madre fue el evidente exceso de espíritu competitivo que heredó. En cuanto la adrenalina invadía su cuerpo, Lacy dejaba de preocuparse por la seguridad de los contrincantes e incluso de los miembros de su propio equipo; todo para obtener la victoria.

Su madre, Lynn, le contó que algunas veces, durante los partidos de su niñez, ella también actuó de forma antideportiva y con extrema rudeza en el campo de juego; pero en aquellas historias la muchacha castaña jamás escuchó a su madre causando fracturas o daño psicológico en sus compañeros y adversarios de juego.

Observar el campo de batalla que dejaba detrás, las lesiones que ocasionaba y la forma en que actuaba resultaban un duro golpe para el corazón bondadoso de la muchacha castaña en cuanto recuperaba el control de sus acciones. Lacy quedaba aterrada por aquella conducta que se apoderaba de ella y no se detenía hasta el pitido final o la expulsaran del juego y del equipo.

Por esa razón, además de las quejas de los padres y causarle tantos problemas a su madre, Lacy decidió animar en lugar de jugar, debido a que le era imposible alejarse demasiado de los deportes. Como porrista pudo controlar su adrenalina, además de ganar popularidad y muchos amigos, sin embargo, a veces se convertía en blanco fácil de burlas y bromas pesadas; a causa de su buen corazón y dar otra oportunidad a sus amigos. Sin embargo, su lado competitivo continuaba latente, en espera de demostrar que Lacy Loud era la mejor deportista de todos los tiempos.

En este mismo momento, Lacy sentía el horror de darse cuenta que fue manipulada por Lupa para sacar a flote aquel lado oscuro suyo, retándola a ser incapaz de jugar tres deportes a la vez; y de esa forma provocó indirectamente la broma en contra de Lemy, al mantener a Liby y Liena ocupadas intentando detenerla, mientras su hermana preparaba la sorpresa.

Además fue su culpa que el muchacho Loud diera de lleno en la trampa, todo debido a los celos que la invadieron al observar como Liby, al intentar acomodarse al abrazo de Lemy, colocó las manos alrededor del cuello de su hermano, luego empezó subir y acariciar el cabello castaño del muchacho de una forma que no le gustó; y no sólo la alertó a ella, sino también a Liena. En un parpadeo, Lacy utilizó el balón que todavía sostenía en las manos para distanciar y salvar a su hermano.

Y ahora, mientas Lemy tropezaba y salía fuera de la casa chocando con todo, con la cara cubierta de polvo blanco irritante que le explotó en la misma; la porrista se acercó a las escaleras y no tardó en divisar la aparición de su hermana de cabello blanco, todavía en ropa interior, observando el alboroto con una sonrisa de malévola satisfacción.

Liby Loud fue blanco de burlas desde el momento que le colocaron aquellos aparatos de ortodoncia medievales; los frenillos normales carecían de la fuerza necesaria para acomodar sus dientes y por lo tanto se vio obligada a usarlos. Aquello sólo agravó la timidez que la aquejaba y también amplifico sus deseos de desquitarse el día de los inocentes de todos aquellos que se burlaban.

Su madre, Luan Loud, le enseño lo divertido de hacer bromas y crear trampas divertidas para alegrar y sacar una sonrisa a quien lo necesitara. Aunque la muchacha castaña carecía del valor necesario para presentarse en público, gracias a su mente ágil y deductiva, podía adelantarse a las victimas de la casa de las bromas que creaba para competir con su madre cada primero de abril; y que todos los invitados, por más que parecieran confundidos sin idea de como llegaron a ese lugar, tuvieran un momento divertido con alguna de sus artilugios.

Heredero del legado LoudDonde viven las historias. Descúbrelo ahora