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—¿Quieres siquiera decirme por qué me trajiste aquí?— preguntó la chica a punto de estallar de ira.

El original apenas había dado con su paradero, se la había llevado con él a cuesta de amenazas sobre: "Se dónde vives" "Voy a matar a toda tu familia sino vienes conmigo". Luego de un rato, la chica, obligada por el original que sabía datos privados de su vida, se subió al auto despidiendo con la mirada su antiguo pueblo... Algo le decía que no regresaría.

El extraño hombre que aseguraba ser una "Criatura mitológica" se la había llevado a una cabaña en medio del bosque, bastante alejada de la civilización. A pesar de que lograra escaparse no llegaría a su pueblo caminando antes del anochecer, no a menos que consiguiera las llaves del auto.

Cuando se bajaron, el hombre rápidamente la obligó a caminar sujetándola del brazo con firmeza. Una vez dentro de la cabaña, el original cerró la puerta con seguro, se sirvió una copa de Bourbon y se sentó al frente de la chica. Ésta hizo la pregunta del inicio.

—¿Quieres siquiera decirme por qué me trajiste aquí?

—Pensé que querías verme. ¿No fuiste tú la chica que me contacto a través de esa bruja el otro día?

 ¿No fuiste tú la chica que me contacto a través de esa bruja el otro día?

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Alexa soltó un bufido. Recordaba ese encuentro, una de las brujas en el barrio Francés le había dicho: "¿Quieres ver algo raro y único? Una de las criaturas más temidas. El vampiro".

Al principio, todo parecía propaganda. ¿Un vampiro? ¿Cómo Edward Cullen? ¿Ese diamante? Era algo estúpido, pero la bruja había sabido exactamente como llamar su atención.

La señora la llevó a su tienda. Guiando a Alexa a través de los trapos de gitana antiguos, llegaron a un salón donde lo único que lograba alumbrar eran las miles de velas encendidas. Al medio del cuarto había una pequeña mesa, sobre ella, una daga y tiza blanca a los costados.

La mujer le obligó tomar asiento. Alexa ya asustada le pidió detener el conjuro a la mitad, pero la bruja no le prestó atención, tomó la daga y le cortó la palma de la mano para completar en conjuro. Luego de un par de días, uno de los originales tocó la puerta de su casa.

De haber sabido Alexa, de que las promesas típicas de propaganda hecha por la bruja serían reales, nunca le hubiese tomado en cuenta. Ahora era muy tarde para arrepentirse. El vampiro al frente de ella le había prometido contestar todas sus dudas, pero luego de eso, él bebería de su sangre hasta la última gota, acabando con su vida de la manera más rápida y menos dolorosa posible.

—¿Cómo te llamas?— pregunto la chica. El original agito el contenido de su vaso y sonrió con cierto ego. 

—Bueno, me suelen llamar de mucha maneras. Idiota, canalla, cruel, miserable, diabólico, hasta el mismo diablo, sino más bien lo recuerdo.

—Pensé que solo eras amigable conmigo, pero veo que te llevas bien con todo el mundo— dijo Alexa sarcásticamente. El original soltó una carcajada.

—Me agradas— la apuntó con su dedo índice— Mi nombre es Niklaus. Mis amigos me dicen Nik, mis enemigos, Klaus.

—Entonces supongo que te debo llamar Klaus.

—Oh querida, te prometo de que no me querrás como enemigo.

Alexa volvió a callar, aquel hombre le generaba repugnancia apenas la miraba, nunca en toda su vida se había sentido tan incómoda.

—¿Otra pregunta?

—¿Cómo sé que realmente eres un vampiro? Digo, hay locos caminando por la calle todos los días.

A Klaus no le gustó mucho la pregunta, pero para vengarse de lo anteriormente dicho por Alexa se propuso hacer una prueba sobre su cordura. La muchacha le había llamado a través de un bruja, algo estúpido tratándose de lo peligroso que era él, pero al parecer, ella lo había hecho inconscientemente, creyendo ser una turista en medio del carnaval, pensando que los muñecos vudú eran solo leyendas inventadas para atraer a la clientela. 

—¿Estás segura de querer saber si soy un vampiro? Porque te aseguro que para saberlo tendrás que arriesgarte. Además, soy diferente al resto de ellos— Alexa tragó pesadamente.

—¿Diferente? ¿En qué sentido?

Klaus no respondió. Dejó el vaso a su lado y caminó hasta la chica, se agacho para quedar a su misma altura, tomó la delicada muñeca de la joven, pero antes de que él pudiera morderla Alexa hablo.

—Oh, ni creas que me morderás Klaus, sacarlo de tu cabeza, no quiero ser un vampiro.

—Nuestros vampiros son diferentes a lo que ustedes, los humanos, suelen creer.

Y sin preámbulos el original mordió su muñeca. Como era típico, sus ojos se volvieron amarillos y las venas alrededor de ellos se hicieron más visibles. Klaus creyó que la chica apenas viera en lo que se había convertido se volvería loca y comenzaría a gritar, pero Alexa no se movió. Solo lo observo durante los segundos que bebió de su sangre, sin temor, sin mover un músculo, con una mirada de asombro y ansiedad.

Pregúntale al híbrido (HISTORIA TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora