Pregúntale al híbrido (HISTORIA TERMINADA)

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—Está bien Alexa, repasemos los sucesos— hablo Bianca al otro lado de la puerta— Le dijiste que no te gustaba para que te dejara ir a casa...— hizo una pausa— Klaus se enojó y te encerró en la habitación.

Alexa soltó un suspiro de cansancio.

Klaus no había reaccionado de la mejor manera al momento que ella lo había rechazado, agradecía que en parte el original la apreciaba, porque si no, su cabeza es este momento estaría rodando libremente por las calles de New Orleans.

El híbrido sólo le había devuelto la mirada fría que ella le había mostrado al comienzo, le soltó de las muñecas de un manotazo y se fue de la habitación soltando un frase característica de él desde que lo había conocido.

"Eres mía y haré lo que quiera contigo"

Luego cerró la puerta con llave... Durante una semana. La puerta se abría de vez en cuando para darle de comer.

Nadie durante todo ese tiempo se había percatado de su inexistencia, aunque si somos realistas, ninguno había establecido una conversación con Alexa para preocuparse por ella, excepto Bianca. Lamentablemente, ella tampoco se había fijado de su situación, aunque tenía excusas que habían justificado su actuar. La peli gris se encontraba visitando a su familia en Mystic Falls.

—Hablaré con él para que te suelte.

Alexa se levantó de golpe de la cama para correr a la puerta, casi choca con ella.

—¡No!— gritó la chica preocupada.

Agradecía el hecho que Bianca se preocupara por ella, pero en ese momento no sentía la necesidad realmente de irse o meterse en problemas con el original, no luego de haber sido tan tosca con él, ademas, lo menos que quería en este momento era que Bianca se metiera en problemas... o se acercara a Klaus.

—No hables con él, no quiero meterme en problemas.

—Tranquila, no te hará nada, no lo dejaré.

Alexa volvió a soltar otro suspiro y miro el techo con resignación. No le quedaba nada más que esperar a que Klaus regresara y tratara de volver a sacarle la verdad sobre sus sentimientos a gritos.

Por otra parte, el original se encontraba obligando a una brocha, en su mano derecha, a danzar sobre la superficie blanca que de a poco se iba tiñendo de azul marino. Se llevó un vaso de vino a los labios para degustar su sabor.

Bianca al verlo soltó un resoplido. Cuando el vampiro dibujaba, normalmente significaba que estaba en problemas.

—¿Me puedes explicar porque Alexa está encerrada en su habitación?— hablo la chica. Klaus la escuchó atentamente pero se hizo el despreocupado ante su presencia. Le siguió dando la espalda.

—Está castigada— mezcló el color azul con blanco, trazó otra línea. La peli gris soltó otro suspiro.

—Klaus, cuando entenderás que los humanos no son mascotas que puedes mantener en cautiverio. La pobre debe estar cansada de estar encerrada, desde que la conociste la has tenido encerrada— como deseaba Bianca que Elijah estuviera ahí para apoyara en su discurso de "Liberar a la pobre criatura".

El híbrido la ignoró por completo, a Bianca le dolió su silencio.

—Que no le gustes no es razón para castigarle, no puedes obligar a alguien que te amarte ¿Acaso todos los años de traición y problemas no te han enseñado nada?

Klaus se dio vuelta para mirarle de frente, la chica parecía lanzar destellos de electricidad por sus ojos. Estaba enojada... Él también lo estaba, pero no más que ella.

—¿Qué quieres Bianca?

—Que liberes a Alexa— Klaus negó con la cabeza y una sonrisa burlesca se escapó de sus en los labios. No, sabía que la chica quería más que eso.

—No cariño ¿Qué quieres de verdad?— luego de unos segundos, el original se arrepintió de haberle hecho la pregunta mirándola directamente a los ojos, porque en el momento que la chica bajó la cabeza, sintió la necesidad de abrazarla.

Bianca guardó silencio y evitó mirarlo directamente a los ojos, si lo hacía, lo más probable es que terminaría expulsando un par de palabras que acabarían con la casa en llamas. Ella sintió la necesidad de desaparecer en aquel momento.

—Que te dejes de comportarte como un niño— hablo lanzando un poco de la verdad sobre la mesa. La chica miró a su alrededor, ni una sola llama.

—¿A qué viniste?— esa pregunta tocó el fondo del corazón de la peli gris. Siendo esquiva, rápidamente lanzó su contestación mientras emprendía camino al cuarto de Alexa para liberarla por su cuenta.

—Deja a la chica en paz.

Klaus luego de unos minutos, escucho como la puerta de la chica era derribada de una sola patada.