—Adam, ¿puedes dejar de acariciar el cojín y alcanzarme esa bolsa de papas? —solicitó Blue, después de un rato.
Eva había decido hacerle trenzas africanas y llevaba una hora en eso. A mí no me molestaba mirarla trabajar, en tanto se regularizaba mi problemita, pero la otra chica estaba molesta ya que no podía moverse.
—Toma —le arrojé el paquete, sin despegar el almohadón de mis nobles partes.
—¡Está vacío! —se quejó, mirándome ceñuda. Si pensaba intimidarme con eso estaba errada. Las cejas afinadas atenuaban el efecto.
—Lo siento... —Me encogí de hombros.
Eva rio frente a nuestras pelas.
—¿Hace cuánto que se conocen? —preguntó.
—Desde primer año —comunicamos ambos al mismo tiempo.
—¡Qué lindo! Parecen hermanas. A mí me hubiera gustado tener una, pero una de mis madres es de la idea de hija única. La otra, bueno...es complicado.
Blue y yo intercambiamos una mirada compasiva. Cuando un adolescente dice es complicado lo más probable es que resuma en esa frase una larga historia de embrollos y de sentimientos encontrados.
—¿Quieres hablar de eso cielo? —indagó la peli azul, girando hacia ella. Seguro prefería desentrañar el drama de la vida de Eva antes que seguir aguantando el tortuoso peinado.
Ambas se levantaron de la alfombra donde estaban sentadas y tomaron asiento el somier. Al menos mi amiga se sentó. Eva, en cambio, se recortó prácticamente sobre mí, ya me gustaría, cojín, como si la cama fuera un diván.
Comencé a hiperventilar.
—Lo que sucede es que mis mamás se están divorciando... —comenzó.
—¡Solo por una discordancia en la planificación familiar! —exclamó Blue, indignada. Era fácil sacarla de sus casillas.
—Déjala explicar —la regañé.
—En realidad no fue por eso. Aquella discordancia, como la llamaste, es uno de muchos motivos. Pero el detonante fue un tema de... —Eva se mordió el labio— Violencia doméstica— desveló, apenada.
Tanto Blue como yo enmudecimos. Fui el primero en romper el silencio, para no incomodar a nuestra compañera.
—¿Qué tipo de violencia? —pregunté. Ok, no era bueno para calmar las aguas.
—Verbal, física...
—¡Dios mío! ¡¿Cómo es posible?! —cuestionó Blue—. Quiero decir... no es que no pueda pasar ahora que los hombres se extinguieron —rectificó—, pero es mucho más raro dar con estos casos. La Evas trabajan arduamente para quebrantar ese legado. ¿Tus madres no asistieron a terapia o a las charlas de la COWAV? —Esas eran las siglas en inglés para Consejo de Mujeres Contra la Violencia que habían surgido, luego de la extinción masculina, en cada ciudad. Su fin era preventivo, concientizador y, en cierta medida, correctivo. Las féminas que integraban el Consejo eran las encargadas de pasar el parte —sobre los diversos casos de violencia reportados— y las recomendaciones pertinentes, para que las autoridades implementaran las correspondientes acciones al respecto.
—Fueron, pero hay herencias muy pesadas y difíciles de erradicar. Trascienden épocas, géneros y sexos... —señaló la pelinegra.
—Entonces, ¿tú crees que la violencia no es algo exclusivo de los hombres? —averigüé. Aquello intensificó mi interés a sobremanera.
Eva posó su mirada azul sobre mí, provocando que me sumergiera en aquellos ojos oceánicos.
—Obvio. Creo que la violencia es algo constitutivo del ser humano. Como dije, es independiente del sexo, la edad, la clase social, formación cultural o el género, por eso es difícil, casi imposible de erradicar. —Noté la controversial mirada de mi amiga sobre ella. Por un segundo creí que la exiliaría de su casa.
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Solo Evas
Science Fiction☆GANADORA de los premios Wattys 2020 en la categoría de Ciencia Ficción. ☆DESTACADA en el perfil oficial de CienciaFiccion. ~Selecta para las listas de lectura del perfil oficial de Ciencia Ficción en Español. En este mundo distópico, donde un viru...
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