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Otra vez tenía que ir (Nombre) al instituto con moratones y heridas por su cuerpo, y otra vez Adrien tenía que soportar ver a su amiga en ese estado.
— ¿Por qué no vas a la policía? ¡Mira lo que te está haciendo ese imbécil! Te juro que como lo vea lo voy a matar — le dijo el rubio con una frustración enorme, pues no soportaba ver a la chica que amaba en esa situación.
— Si voy... Os hará daño... — susurró con la mirada fija en el suelo. — Tiene amigos muy... Peligrosos...
Adrien levantó la barbilla de la chica para que lo mirase a los ojos.
— No quiero que te haga más daño...
— Lo sé... Y perdón por preocuparte... Pero es que tengo que ir con cuidado...
Adrien la abrazó y frunció el ceño muy molesto, no soportaba verla así. Le besó dulcemente la cabeza y le acarició el cabello con delicadeza. (Nombre) se sintió en el cielo, adoraba sus caricias y sus besos.
— No quiero ir a clase... — susurró ella mientras olía su dulce aroma. Le encantaba su perfume.
El rubio no contestó, solo le cogió de la mano y caminó hasta fuera de la escuela, llegando a un parque en el cual se sentaron en un banco, sin soltar sus manos.
— Voy a ayudarte con todo esto...
— No quiero meterte en esto.
— Pero ya estoy metido. Eres muy importante para mí y no pienso dejar que siga haciéndote daño — (Nombre) se sonrojó al escucharle. — Al menos... No te obliga a tener sexo... ¿no?
La chica se mordió el labio y bajó la vista al suelo intentando no llorar. Adrien no necesitaba una respuesta para saber la verdad, pues su rostro lo decía todo. Apretó su puño completamente frustrado y la abrazó con fuerza. Su amiga no pudo resistirse más y acabó llorando en su hombro.
— No quiero que ese gilipollas siga tocándote... No vuelvas a verle, si es necesario te mantendré vigilada convertido en Chat Noir — ella conocía su secreto, pues una vez lo pilló destransformarse en un callejón.
Sonrió y se limpió las lágrimas sin dejar de abrazarlo.
— Eres el mejor... Eres el único que sabe la verdad y te agradezco mucho la ayuda.
— No es suficiente ayuda... Voy a quitarte a ese maltratador de encima, te lo prometo — la estrechó en sus brazos con gentileza y ocultó su rostro en la curvatura de su cuello, aspirando su aroma.
