Parte I

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Después de terminarse casi una botella del mejor vino que ofrecían en el Ritz, Aziraphale y Crowley se dieron por satisfechos. Todo había cesado, por el momento. Pero era bueno para darse un respiro, un descanso, estar en paz, sin preocuparse por el gran fin del mundo.

-Al menos por ahora-.repitió Crowley.

No quería ni imaginar qué hubiera pasado con Aziraphale y con él si no se les hubiera ocurrido aquel gran plan, porque ese sí había sido un Gran Plan. Uno que les salvó la vida a ambos. El demonio rio por lo bajo, pero alejó esos pensamientos de su mente. Ahora todo se resumía en la palabra presente. El aquí y el ahora.

-Es una sensación extraña. Ahora siento que mi existencia no tiene ningún sentido-.se lamentó Aziraphale, dando el último sorbo a su copa.

-Es más bien que así se siente la...libertad-.dijo el demonio, dando un suspiro. Ya casi no había nadie en el Ritz, se fijó en la hora y estaban a punto de dar las once de la noche.

-Te llevo a casa-.dijo Crowley al ángel, dedicándole una sonrisa. Este asintió y, de igual manera, sonrió.

Al demonio le pareció que Aziraphale tenía una sonrisa hermosa, tan radiante como aquellos trajes blancos que le encantaba ponerse, y que sus mejillas gorditas eran la parte más adorable de él, le daban ganas de darles un buen apretón.

Aquella había sido una gran noche, una que no habían podido disfrutar de esa manera desde hacía miles de años. Fue una noche que Crowley jamás olvidaría, y estaba seguro de que Aziraphale tampoco.

Para cuando llegaron a la librería, la media noche estaba a nada. Ambos necesitaban descansar, a pesar de que habían sido días tranquilos, eran bastante ocupados entre unas cosas y otras.

-Gracias, Crowley-.dijo el ángel, antes de bajarse del Bentley, el cual lucía como nuevo.

-Lo que sea por ti, ángel-.declaró el demonio, dándole un rápido guiño.

Para ese momento, Crowley no llevaba los lentes oscuros puestos, a Aziraphale siempre le había parecido que sus ojos eran extraños, claro, eran de una serpiente, pero le gustaban. Es decir, nadie tenía unos ojos como los de él. Eran los ojos de Crowley, y le pareció que en él, aquellos ojos eran hermosos.

Ante aquel comentario, Aziraphale no evitó sentir un ligero calor en la cara y, con una sonrisa nerviosa, se dirigió a la librería, viendo cómo el coche se alejaba. Cerró la puerta tras de sí y dio un suspiro. Sí, aquello no podía ir mejor.







Continuará...






Sí, no soy buena para los títulos.

A Good Omens Fanfic [Ineffable Husbands: Crowley x Aziraphale]Where stories live. Discover now