CAPÍTULO 3

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Érase una vez una bella y desafortunada dama cuyo abandono de su padre no solo causó la muerte de su madre sino que también produjo un heredero ilegítimo del título de su padre. Por lo tanto, mientras que su bastardo hermanastro fue educado para ser un señor apropiado, ella, la legítima hija de la casa, fue dejada de lado por haber nacido de niña.


Ella no odiaba a su hermanastro, pero tampoco podía amarlo, porque él había tomado todo lo que alguna vez le había pertenecido; su familia, su título... Lo único que podía hacer la señorita era prepararse algún día para hacer un buen matrimonio en una familia noble, y la oportunidad se le apareció antes de lo que ella podría haber imaginado.


Él tenía una prometida, pero a ninguno de ellos le importaba porque estaban enamorados. El príncipe heredero era todo lo que había soñado, tenía poder y riqueza, era muy guapo y lo más importante de todo era que solo tenía ojos para ella. Ojalá esa bruja asquerosa no estuviera en su camino...


Era bien sabido que las brujas eran seres malvados y ella no necesitó de mucho esfuerzo para convencer al príncipe de que casarse con la hija de la bruja era un gran error. Juntos se presentaron en la iglesia el día de la unión, ya que la joven tenía la esperanza de que eso haría enojar a la bruja y demostraría a todos lo equivocados que estaban al preferir una reina tan bárbara en lugar de una muchacha noble de nacimiento bajo como ella, pero nada salió como la joven esperaba.


La bruja no se enojó, o al menos no lo demostró, y de algún modo a partir de ese día su amado príncipe dejó de amarla de la misma manera. Estaba claro para la joven dama que la bruja había lanzado algún tipo de maldición sobre ellos, pero ahora que ya no contaba con el amor del príncipe, no tenía a nadie que la escuchara, ni ninguna manera de luchar contra la magia del bruja.

The Unfortunates TaleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora