The Unfortunates Tale

CAPÍTULO 1

Érase una vez un reino de humanos y un reino de brujas, ambos siempre en guerra. Cansados ​​de tanta muerte, el rey de los humanos y la bruja más poderosa hicieron un pacto mediante el cual se casarían con sus respectivos hijos para unificar los reinos y traer paz a su pueblo. Y gracias a ese pacto, la guerra finalmente terminó, al menos hasta que los futuros novios tuvieran la edad suficiente para cumplir el acuerdo.

Así, a medida que pasaba el tiempo, el príncipe humano esperaba la llegada de una prometida a quien temía y odiaba, y la hija de la bruja fue educada para comprender el amor humano, que ella anhelaba como el aire que respiraba.

Finalmente llegó el día de la tan esperada boda. La futura novia esperaba en el altar detrás de su velo blanco por un príncipe que llegaba tarde, pero no le importaba porque pronto su cuento de hadas se haría realidad, o eso quería. Sin embargo, el príncipe siempre se había opuesto a ese vínculo y cuando llegó, lo hizo acompañado por otra dama a quien presentó como su futura esposa mientras insultaba y ridiculizaba a la bruja pobre y solitaria.

Traicionada, la bruja que solo quería sentirse amada escondió sus lágrimas bajo el velo mientras maldijo al príncipe y su deslealtad. "Si no puedo amar, tú tampoco", pensó mientras levantaba un dedo en dirección a su malvado novio y recitaba las palabras mágicas necesarias.

Todos estaban asustados porque nadie sabía lo que haría la bruja. El príncipe protegió a su esposa, las damas gritaron y los guardias sacaron sus espadas, pero no pasó nada.

—Querido príncipe —la bruja habló, tratando de mantener la calma y no dejarse llevar por su ira—, me siento honrada de haber conocido a mi prometido por fin —hizo una reverencia—. ¿O debería decir ex-prometido? —No pudo evitar mirar con odio a la dama que había robado todo lo que había soñado—. Ya que no habrá boda, espero que me puedan disculpar —y después de una segunda reverencia se fue por la puerta con la maestría de la educación que había recibido, y sin responder las preguntas sobre si la paz con las brujas continuaría o no.

El príncipe, por otro lado, sintió un fuerte y frío pellizco en el pecho cuando la bruja desapareció, y de repente perdió interés en la dama que lo acompañaba. En su mente él sabía que la amaba, pero en su corazón no sentía nada.