CAPÍTULO 7

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Érase una vez un príncipe maldito. El príncipe había ofendido a la bruja con la que debía casarse, y esta en su venganza lo había hechizado. Debía ser eso, porque era muy extraño que de repente sus emociones se hubiesen congelado, ya no veía ni sentía nada por su amada, y las cosas que antes le gustaban ahora le parecían insípidas. Solo podía pensar en la bruja.


Una parte de sí mismo sospechaba que aquello podía ser amor, ¿pero quién sería capaz de enamorarse de una desconocida hechicera? No, lo más probable era que lo hubiese maldecido y, convencido de que era así, envió a toda clase de asesinos tras la pista de la bruja. Aunque nadie logró encontrarla.


Tanto él como su reino sufrían la maldad de aquella fémina, pues al no haberse producido el enlace la relación con el reino de las brujas se volvió inestable. Por esta razón, y bajo riesgo de iniciar una nueva guerra, fue necesario forzar una alianza con otro reino y para tal fin el príncipe se prometió en matrimonio nuevamente.


La boda se realizó en la frontera entre ambos países, y no se permitió interrupción alguna. La novia no era hermosa, y el novio no se veía feliz, pero al final del día eran marido y mujer. Si tan solo cierta dama no hubiese sido olvidada y su amor despreciado, tal vez el matrimonio habría llegado a conocerse lo suficiente como para tenerse aprecio.


Aquella noche, mientras el pueblo celebraba el enlace y los novios dormían, la joven con la que una vez el príncipe rechazó casarse con la bruja se presentó ante la pareja y con un cuchillo puso fin a la vida de quien le había roto el corazón, y también a la suya propia.

The Unfortunates TaleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora