De aquello hacía ya tres días, había ocurrido un oscuro y discreto viernes por la noche, pero ahora era lunes, luminoso y concurrido, como otro más.
Takeda se sentía mal, pues después de que se marchara estuvo esperando como un iluso a que regresara, cuando asumió que no lo iba a hacer trató de dormirse, pero una tonta e injusta culpa no le dejó hacerlo. El sábado y el domingo los pasó pegado al teléfono, esperando una llamada de Ukai que nunca llegó.
Pensó en llamarle él para aclararlo, pero cada vez que agarraba el teléfono y marcaba se detenía, pues sabía que en el fondo no había nada que aclarar.
«Me precipité, no debí decirle aquello. Le agobié y se marchó antes de decirme algo que pudiera dolerme. He sido tan estúpido, es obvio que él no me ama, a penas hace unas semanas que salimos... "Keishin, te amo", ¿en qué estaba pensando? Lo he estropeado todo...», pensaba mientras alborotaba su -ya de por sí alborotado- cabello.
La tarde llegó y el entrenamiento comenzó, así que nada más terminar su trabajo fue directo al gimnasio. Supo que allí le vería y que los primeros minutos de conversación entre ellos serían clave para saber si aún había algo rescatable entre ellos.
La cancha del gimnasio rechinaba y las voces de los alumnos de fondo hacían un poco menos violenta la situación. Takeda entró llevando consigo una bolsa grande de papel en la que nadie reparó pues a penas le saludaron sin detener su entrenamiento, mientras él caminaba hacia Ukai quien estaba concentrado en los chicos y era el único que todavía no le había saludado.
—Buenas tardes, entrenador Ukai —dijo Takeda forzando una sonrisa para que no se le viera triste ni avergonzado por su comportamiento.
—Buenas... —comentó sin quitar la vista de la pista.
—Verá... —susurró Takeda con discreción—, le he traído su cazadora, se la dejó la otra noche.
Ukai agachó la vista hasta la bolsa y Takeda creyó que al alzarla se dignaría a mirarle, pero no lo hizo, de nuevo su vista fue para el entrenamiento.
—Gracias.
La agarró y caminó hasta dejarla apoyada en la pared para que no molestara. Takeda le siguió, aprovechando que se había alejado un poco de los chicos. No pensó en cómo de arrastrado se veía en esos momentos, simplemente lo hizo.
—Ukai, quería hablar de...
—Cuando termine el entrenamiento —le interrumpió y por fin le dedicó una mirada.
Sin decir más se alejó de nuevo a la cancha, dio una palmada al aire y gritó algo a los chicos a lo que Takeda no prestó la más absoluta atención, pues solo tenía una cosa en mente. Algo que había leído en la mirada de Ukai.
«Me va a terminar».
.......
Caminaba rápido, con las manos temblando y la respiración acelerada, buscando un buen lugar en que esconderse a llorar sin que nadie le escuchara. No iba a quedarse a esperar al final del entrenamiento; no podía hacerlo. Ukai no había estado listo para escuchar la declaración y huyó, bien, pues él ahora no estaba listo para oírle terminar.
Sin embargo, no encontró un lugar aislado en el que romperse de modo que se tuvo que aguantar las ganas de llorar hasta que llegó a su casa. Hasta ese momento no había tenido tiempo para sentirse triste por lo sucedido porque bastante espacio y atención le habían robado la culpa y la vergüenza de días anteriores. Pero ahora sí lo estaba sintiendo; aquello era la pena profunda de saber que su historia con Ukai había terminado mucho antes de empezar.
Cuando se calmó un poco miró su teléfono, a esas horas ya todos habrían notado que se había ido sin decir nada o tal vez no, como fuere pronto terminaría el entrenamiento y esperaba que al menos Ukai sí reparase en su ausencia.
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PERDÓN DOS VECES [UKAIXTAKEDA]
FanfictionPedir perdón siempre es difícil UKAI X TAKEDA