cinco

3.6K 522 198
                                    

Mientras Ukai permanecía inmóvil, clavado en el suelo, viendo a Asahi derrumbarse, Takeda apareció y, aparentando calma, se acercó a Asahi.

Había ido a buscar a Ukai para que le contara qué había pasado con Asahi, pero al oír la risa de Ukai se acercó, estaba mal pero se quedó a escuchar sin plantearse intervenir, pero viendo que Ukai le estaba dejando llorar desconsoladamente tuvo que hacerlo.

—Eh, Asahi ya está. Ya está... —le dijo abrazándole. Después le sujetó la cara con las manos a medida que el grandullón volvía a calmarse un poco—. Ven, vamos a lavarte la cara y me cuentas lo que te está pasando.

Dicho eso le agarró de la mano y se lo llevó de allí para que dejara de estar expuesto ante cualquiera que pudiera pasar verle llorando.

Ukai los vio alejarse incapaz de mover los pies del suelo. Ante él, un chico cariñoso, fuerte y responsable, acaba de verse destrozado, asustado y culpable solo por sentir.

Por tener sentimientos hacia quien él creía que no debía tenerlos. No era culpable de ningún delito y él solito se había juzgado y castigado. Mientras lo veía llorar se vio llorar a sí mismo como tantas veces lo hizo a esa edad, pero en su caso no llegó ningún profesor Takeda a cogerle de la mano y decirle que todo estaba bien.

Supo que allí no hacía falta pero no podía irse sin más. Así, desanimado, se encendió un cigarro y se sentó en los escalones del gimnasio a esperar lo que tuviera que pasar.

***

Le llevó hasta una de las tantas fuentes que tenía las instalaciones del instituto y se sentaron en un banco bajo una farola cerca de este. Allí estaban apartados y podrían hablar sin que nadie molestara al grandullón.

—¿Ya estás mejor?

Preguntó cuando ya se le había pasado el sofoco.

—¿Ha oído algo de lo que hablábamos?

—Lo siento pero sí, solo vine para hablar con el entrenador Ukai y lo escuché, lo siento —se disculpó de nuevo.

Era mejor eso que contar que Ukai se lo había dicho.

Asahi se echó las manos la cara y se apartó el pelo hacia atrás. Demonios; ahora lo sabían dos personas.

—Si tú quieres podemos hablar...

Le miró y le sonrió y por primera vez en mucho tiempo Asahi encontró alguien con quien abrirse con confianza y seguridad.

Mientras el profesor le prestaba toda su atención, Asahi contó desde cuándo empezó a notarlo, su primera fase de negación, sus esfuerzos por reprimirse y ocultarlo y hasta se sintió preparado para decir en voz alta el nombre del chico. Siguió hablando, con dificultad pero sin pararse. La voz le temblaba y los ojos le brillaban, y supo entonces Takeda que no era algo solo físico sino también emocional. Al As no le gustaba un chico del equipo; el As estaba enamorado hasta las trancas.

Se sintió feliz y enternecido pues sabía lo que era sentirse así, pero solo duró por unos segundos pues enseguida se dio cuenta de que era ese un amor no correspondido y, por desgracias, él también sabía lo que era eso.

—Gracias por escucharme profesor, me siento mejor —se llevó una de sus enormes manos al pecho—. Notaba que empezaba a asfixiarme, pero...aún así debe saber que yo no lo he elegido así que, por favor, no lo diga a nadie más. Mucho menos a él.

A Takeda le dolía oír ese tono lastimoso en la voz de Asahi.

—No contaré nada pero tampoco temas tanto que pueda descubrirse.

—Es lo que más me asusta.

—¿Por qué? ¿Qué crees que pasará, que te odiará o algo así?

—No. Sé que no me odiará pero todo será peor, la confianza se romperá porque sabrá que quiero algo más y que eso es muy... sucio.

—¿Dices "sucio" porque es entre chicos?

Asahi asintió con la cabeza.

—Entre chicos da asco, lo sé.

Takeda le sonrió.

—Tú no piensas eso ¿y sabes qué? Yo tampoco y pondría la mano en el fuego porque tus compañeros tampoco —de nuevo le sonrió pero a Asahi le faltaba corazón para devolverle la sonrisa—. Verás, Asahi, a veces las cosas no salen como las planeamos y nos enamoramos de la persona menos indicada para nosotros o en un momento en el que todo pasa tan deprisa y tan caótico que no tenemos tiempo para ordenar nuestros sentimientos y eso nos hace sentir desubicados. Como si estuviéramos haciendo todo mal, pero no es así... Querer o amar a un hombre no tiene nada de malo y tienes que entender que eres así y que no pasa nada. Nada. Eso no cambio lo que tú eres o lo mucho que tú vales. Comprendo que es difícil porque es un compañero de equipo, pero que tu angustia no sea porque es chico. Eso no es malo, ni vergonzoso, ni sucio.

Asahi miraba el suelo no muy convencido, quería creer esas palabras pero no podía asimilarlas todas de golpe en apenas segundos.

—Asahi, no te voy a obligar a quedarte y, pese a lo que Ukai te diga, no vamos a contar nada porque te vayas, pero me gustaría pedirte que te dieras la oportunidad de aceptarte tal y como eres, porque así con todo eres un chico maravilloso

—¿De verdad crees todo esto que me estás diciendo o es por que es tu trabajo?

—Asahi —dijo sujetándole las manos—, por supuesto que lo pienso. Dime una cosa, si uno de los de primero acudiera a ti contándote que tiene esta misma angustia ¿qué le dirías?

Asahi se quedó pensando unos segundos hasta que alzó la vista y miró a Takeda.

—Supongo que le diría que sea fuerte porque en el fondo no está haciendo daño a nadie, que solo tiene que... aceptarse.

Takeda sonrió.

—Muy bien.

—Gracias... —dijo ahora avergonzado.

—¿Qué es esa expresión? No pongas esa cara, estoy orgulloso de ti.

Asahi hizo una mueca extraña.

—No creo que sea motivo de orgullo...

—Estás siendo muy valiente... Tienes diecisiete años ahora ¿verdad? Pues yo no pude hablar de nada de esto hasta los veintiuno.

—¿Qué? Pero...

—Y algunos... —suspiró mirando el cielo con pena—. Algunos no llegan a decirlo nunca ¿lo imaginas? Toda una vida con ese peso que llevabas en el pecho...

Asahi negó con la cabeza suavemente y, al contrario que Takeda, miró de nuevo el suelo.

—No podría vivir con eso...

—Entonces —dijo poniéndose de pie—, deja ir esa angustia, sé tú mismo y que pasen las cosas como tengan que pasar. Eres afortunado de la época que te toca vivir, hace quince años, cuando yo tenía como quince años, vaya... entonces sí tenías que callártelo muy bien. Piensa en eso y disfruta de la juventud sin culpa.

—Gracias profesor, me ha animado mucho —dijo levantándose él también.

—Siempre que quieras hablar estoy aquí.

Después se dieron un abrazo y cuando Asahi se encontró más dispuesto decidieron regresar a casa.

Cuando cruzaron el recinto vieron que aquello estaba desierto totalmente, todo el mundo estaría ya cenando en sus casa. Fue entonces que repararon en que tal vez la charla se había alargado demasiado. Ambos se preocuparon un poco, Takeda porque de seguro había perdido el tren y Asahi por si le decían algo al llegar a casa.

Lo que ya no se esperaban es que fuera estaba todavía Ukai esperándoles.

—Eh, pareja se os ha hecho un poco tarde. Así que fui a la tienda en un momento a por las llaves del coche. Venga, os llevo a casa.

—Acerca a Asahi, yo estoy bien.

—Dejadme sentirme útil en esto al menos. Así que, venga, los dos circulando o vendrá el conserje a echarnos.

Asahi y Takeda se miraron y se sonrieron. 

PERDÓN DOS VECES [UKAIXTAKEDA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora