tres

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Ukai había tenido una semana horrible. Mucho trabajo en la tienda, madrugar muy temprano para el huerto y hasta los entrenamientos se le hacían, por primera vez largos y cansados, las voces de los jóvene en sus oídos se le hacían más estridentes que de costumbre y el balón era como si pesara diez kilos cada vez que lo lanzaba. Todo ello aderezado con el amargo sabor de boca que le quedó tras la última conversación privada con Takeda, quien por cierto dijo que nada cambiaría pero no volvió a pasearse por ningún entrenamiento en toda la semana lo que llevaban de la siguiente.

«Pero terminamos bien, seguro que es porque ha tenido mucho trabajo...». Así que casi que mejor, pensaba, pues al final del día gastaba mucha energía en no pensar en la voz suave de Takeda diciendo que le amaba mientras él entraba en su cuerpo y tenerle rondando cerca solo haría todo un poco más difícil.

Ahora ya era miércoles y mientras los chicos recogían tras el entrenamiento de aquel día él salió a fumarse un cigarro. Usualmente colaboraba con ellos, pero sus pulmones -cansados ya de suspirar contra su voluntad- necesitaban humo y nicotina.

Bajó los tres escalones del gimnasio pero a su espalda escuchó un par de pasos más.

—Entrenador... —era la voz de uno de los chicos; era Azumane.

Ni un segundo le habían dejado de su merecida paz; ni había legado a prender el cigarro. Por respeto al chico lo volvió a guardar en la cajetilla.

—¿Por qué no estás recogiendo? ¿Vas de listo, Azumane? —bromeó cansado, pues la cara de Asahi no decía nada bueno.

De hecho le había notado flojo los últimos días y excesivamente distraído durante el entrenamiento de esa tarde.

—Para nada, les he preguntado a los chicos y no les molestaba... Verá es que necesito hablar con usted en privado.

—Pues más privado que esto.

—¿Podemos alejarnos?

Ukai asintió y caminaron unos metros en total silencio. Aquello le estaba dando mala espina, pero al llegar junto a la valla del recinto Asahi se detuvo.

—A ver, ¿qué te preocupa?

—Yo... lo he pensado mucho y quiero dejar el equipo, entrenador.

Ah, todos los problemas seguidos. No le venía nada bien una crisis existencial del As en esos momentos, ya tenía él la suya propia, gracias. Pero tuvo que hacer de tripas corazón pues por algo era el entrenador: para animarlos y apoyarlos incluso cuando él se sentía desanimado y sin fuerza.

—Asahi... ¿Es porque vuelves a sentirte mal por fallar a veces? Creí que ya lo habías superado. No puedes tener el corazón tan blando porque...

—No —le interrumpió—. No es por eso de verdad, créame.

—¿Y por qué es?

Asahi agachó la cabeza.

—Solo quiero dejar el equipo y ya está. Lo correcto era decírselo en persona y me hubiera gustado hablar con el profesor pero no ha venido los últimos días y quiero seguir alargándolo, más bien no puedo...

—Está claro que no te puedo retener pero me gustaría que me contaras qué ha pasado.

Asahi suspiró largo y tendido. Tenía razón tras tanto tiempo y sacrificio por parte del entrenador para con el equipo una explicación era lo mínimo que merecía.

—Verá... es... por un compañero.

—¿Estás teniendo problema con alguien?

Miró a Asahi de arriba a abajo. Era enorme, él podía ser perfectamente un matón pero conocía a ese grandullón y era mucho más probable que fuera víctima de alguien, con su delicado espíritu, que el acosador.

PERDÓN DOS VECES [UKAIXTAKEDA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora