cuatro

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Después de recibir aquel mensaje ya no volvió a conciliar el sueño. Había estado durmiendo tranquilamente hasta que leyó aquello.

«Necesita hablar conmigo... ¿De qué? Será algo del equipo, llevo demasiado sin ir por allí... Tampoco soy imprescindible pero tal vez ha de comunicarme algo, aunque entonces ¿por qué en un mensaje tan escueto a estas horas? ¿Y si ha estado pensando en mí hasta tarde? Yo aún pienso en él... ».

Lleno de dudas, sumergido en la disonancia de ir o no ir al encuentro, logró cabecear un poco antes que sonara la alarma.

Con un café en el cuerpo y el frío de la mañana en la cara ese mensaje ya no era tan misterioso.

«Seguro estuvo ocupado y no pudo escribirme hasta esa hora o estuvo viendo partidos y fue cuando se le ocurrió», se dijo.

Agarró su teléfono y con determinación le escribió.

«Antes del entrenamiento estoy ocupado, pero podemos vernos al mediodía. En el descanso para la comida me paso por la tienda ¿estarás ahí?».

Ukai no vio el mensaje hasta unas horas después, cuando terminó su labor en el huerto, y ciertamente sintió alivio al saber que Takeda no era tan ingenuo o ignorante para pensar que un mensaje de "necesito verte" a la una de la mañana pudiera estar relacionado con su romance de hacía unas semanas; obvio era sobre voley.

Así que le envió un "Ok" y así quedaron.

***

Takeda llegó puntual, con su traje y la corbata bien planchados mientras que Ukai le esperaba fumando tras el mostrador. Todo era como siempre.

Al verlo llegar se puso en pie y se dirigió a la puerta. Takeda apenas entró y salió tras él.

Takeda sentía una atmósfera incómoda entre ambos y no era para menos. Él aún estaba dolido, pues -aunque fuera un estúpido por ello-, aún sentía por él aquello que le dijo; esas palabras tan inoportunas que le salieron tan caras.

—Hola, Ukai, venga dime ¿qué ocurre?

—Buenas...

Este con parsimonia cerró la puerta de la tienda y se alejó unos metros; por suerte no pasaba apenas nadie por la calle a esa hora.

—Ha pasado algo en el equipo. Es un poco... complicado. No te daré nombres pero ayer uno de los chicos vino a hablarme con un problema grave —hizo una pausa para dar una calada al cigarro mientras Takeda embobado miraba sus labios apretarlo y luego tirar el humo—, uno de ellos quiere dejar el equipo.

Takeda se alarmó muchísimo y -como el humo del cigarro- toda la atmósfera se rompió. No iba a negar que muy en el fondo de su ser le dolió que sí resultara que le había escrito por algo del Karasuno, pero al oír eso todos sus problemas personales pasaron a segundo plano.

—¿¡Cómo es eso!?

—A ver, cómo te digo esto... Uno de ellos es... que le gusta otro chico del equipo. Y, como es natural, quiere dejar el equipo antes de que alguien lo note.

Takeda se quedó con la boca abierta.

—¿Te lo ha contado a ti?

—Sí, está claro que pudo haberse inventado algo mejor si tanto le acompleja, por eso mismo sé que quería consuelo, oír algo que le quitara esa angustia... Estaba muy mal, hablaba de irse para corregirse y de lo incorrecto que era sentir eso... Estaba hecho polvo.

—¿Y qué le dijiste?

—Nada, no tuve valor para hacerlo. Por eso te he pedido ayuda.

«Maldita sea...», pensó con culpa Takeda. «Tal vez podría haberle ayudado yo si hubiera ido más por allí... Pero llevo casi dos semanas dándoles de lado por culpa de... Por mi culpa, porque soy estúpido».

PERDÓN DOS VECES [UKAIXTAKEDA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora