Quince minutos después llegaban a la casa de Asahi.
—¿Sabes, Azumane? —dijo Ukai mirándole rápidamente por el retrovisor central—. Cuando salí me encontré con algunos de los chicos y se habían quedado preocupados por ti, pero los mandé para casa por si iba para largo...
—Gracias por todo.
—Hombre, no lo digo para que me agradezcas, lo digo para que lo sepas: los chicos te quieren ¿vale? Que no se te olvide.
—Vale... Gracias también, entonces. Y por traerme, y... gracias Takeda, bueno, a los dos. Por todo.
—Descuida, Asahi. No tienes por qué darlas...
—¡Venga! No os pongáis sensibleros. Lárgate que estará tu madre con un disgusto al ver que no vuelves...
Le despidieron y no arrancó el coche hasta que se metió en casa, después la atmósfera volvió a cambiar radicalmente.
—No hace falta que me lleves, de verdad. Yo me bajo aquí, la estación no para lejos.
—Es muy tarde para trenes, ya habrá salido y...
—Ukai... —le interrumpió, no hacía falta fingir.
—No voy a preguntar nada, solo te dejo en casa y nada más.
Nada más.
Efectivamente el camino fue en total silencio. Taeda se removía nervioso en el asiento del copiloto, recordaba la pirmera vez que se subió en una de las pseudo-citas que tuvieron semanas atrás. Recordó lo extraño que se sintió ahí sentado mientras Ukai conducía, mirando concentrado a la carretera, recordó como -al igual que esa noche- le llevó hasta su casa y recordó como como antes de bajar le vio inclinarse despacio sobre su asiento para darle aquel tímido primer beso sobre la mejilla, por no atreverse a más. En aquel momento se le hizo el hombre más tierno y cariñoso de todos los que había conocido.
En ese momento Takeda subió una mano hasta su mejilla, casi podía sentir todavía sus labio ahí. Estaba tan inmerso en aquellos pensamientos que no reparó en que habían llegado hasta que el motor se detuvo.
Ahora la calle estaba oscura y vacía igual que aquella vez, pero todo lo demás era tan distinto...
—Gracias por traerme —dijo desabrochándose el cinturón con intención de irse lo más rápido posible.
—Takeda, ¿puedes esperar un momento, por favor?
Takeda miró a Ukai, este estaba mirando al frente con las manos agarrando todavía el volante.
Sí; podía esperar un momento, pero no quería hacerlo.
—Es tarde, lo que tengas que decir lo hablaremos mañana u otro día, lo siento.
—Por favor, Ittetsu.
Takeda se lo pensó. Había estado hecho polvo toda la semana por culpa de Ukai, ¿debía dejarle hablar ahora que él quería? ¿debía darle de nuevo espacio en su vida?
Ahora sí Ukai miró a Takeda y aunque su mente le decía que lo justo y lógico sería largarse, su corazón, grande y dulce, le hizo quedarse y escuchar.
—Pero sé rápido, mañana madrugamos los dos.
Ukai asintió, pero lejos de ser rápido se tomó muchísima calma. Se le notaba que lo que iba a decir necesitaba de más reflexión y un par de cigarros, pero prescindió de todo eso y, con temor a que Takeda se hartase y se fuera, por fin habló.
—Quiero pedirte perdón.
—No me tienes que pedir perdón a mí, en todo caso a Asahi y tampoco creo que sea necesario.
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PERDÓN DOS VECES [UKAIXTAKEDA]
FanfictionPedir perdón siempre es difícil UKAI X TAKEDA