Capítulo 5 (Mini maraton 2/3)

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Y entonces, de un solo movimiento, se incorporó para abrazarla por la cintura y empezó a besarle el cuello. Descendió por la clavícula hasta los pechos mientras le desabrochaba el sujetador, y finalmente se introdujo el pezón endurecido en la boca.
Ella se arqueó hacia atrás, conteniendo la respiración mientras él la hacía descender.

Recordó lo fascinada que había estado siempre con su cuerpo, cómo admiraba sus cambios de verano en verano mientras él se convertía lentamente en un hombre. Y ahora estaba tan desesperada por tocarlo como lo había estado en su juventud. Le desabrochó frenéticamente los botones de la camisa y se la quitó por los hombros hasta que su pecho estuvo completamente desnudo.

Se retiró y lo miró fijamente mientras se quitaba el sujetador. Con los dedos recorrió lentamente la línea de vello que discurría desde la clavícula hasta el vientre. Su cuerpo estaba enteramente formado, con todos sus músculos desarrollados y bien torneados.

Un cuerpo que cualquier mujer sabría apreciar. __________________ se inclinó para besarlo en el pecho y le succionó suavemente un pezón. Lo que empezó como una simple curiosidad se había transformado en una sensación deliciosamente íntima. Él soltó un débil gemido y murmuró su nombre, provocándole a _________________ un estremecimiento por toda la piel y un nudo en la garganta.

—¿Tienes frío? —le preguntó él.
—No —mintió ella.

Él se rió por lo bajo, volvió a agarrarla por la cintura y apretó los cuerpos en un cálido abrazo. Se besaron durante un largo rato, entrelazando las manos y las lenguas. Era todo lo que ella siempre había pensado, y aún más. No era sólo sexo. Era... confianza.

—Pasa la noche conmigo —le pidió él, presionando la frente contra la suya.
—Aquí no.
—¿Dónde?
—En el hotel. Allí tendremos más intimidad.
—¿Y qué pasa con Emma?
—Su habitación está en el segundo piso, y la mía está en el tercero. Hay una escalera trasera. Nadie te verá entrar.
Ian la besó en la frente con sus labios húmedos y cálidos.
—¿No has hablado todavía con Emma? De la boda, me refiero.
_______________ negó con la cabeza.
—No. Le dije que comería con ella mañana, pensando que así tendríamos tiempo para hablar.
—¿Qué piensas de esta boda? ¿Crees que están preparados?
—¡No! —exclamó ella, apoyándose en el codo—. De ningún modo. Son muy jóvenes. Creía que era yo la única que albergaba dudas. Todo el mundo está tan entusiasmado con la unión de nuestras familias... Pero nadie se preocupa en pensar lo que podría pasar si el matrimonio no funciona.
—Estoy de acuerdo —corroboró Ian—. Creo que no están preparados.

_______________ se cruzó de brazos sobre el pecho de Ian y lo miró a los ojos.

—Empezaste esa discusión entre ellos a propósito, ¿verdad?
—Alguien tiene que hacerlos entrar en razón —hizo una pausa antes de continuar—. Necesitamos un plan. Un esfuerzo coordinado entre nosotros dos. Si actuamos desde ambos lados, quizá podamos convencerlos para que esperen.
—No creo que estén dispuestos a esperar. Todo se está desarrollando muy rápidamente, y no querrían decepcionar a las familias.
Ian le apartó el pelo de la sien y le recorrió el rostro con la mirada.
—Esta tarde estuve hablando con Sam, y sólo está acatando los deseos de Emma.
___________________ ahogó un gemido.
—¿Crees que ella lo ha convencido para casarse?
—Es posible. Me cuesta creer que su verdadero deseo sea casarse. ¿Qué joven en su sano juicio querría atarse a una esposa con sólo veintiún años?
—Bueno, es él quien se lo ha pedido —observó _____________—. Si no quería casarse, ¿por qué se lo pidió?
—Seguramente lo presionó —sugirió Ian.
_______________ se apartó y se incorporó, sorprendida por el comentario y dispuesta a defender a su hermana.
—Emma no haría eso.
—Sólo estoy diciendo que normalmente son las mujeres quienes más insisten a la hora de casarse.
—¿Y tú cómo lo sabes? —le preguntó _______________—. ¿Últimamente te han convencido para casarte?
—Claro que no, aunque todas las mujeres que he conocido tenían el matrimonio en mente. Vamos, incluso tú pensabas en ello. Te preguntabas cómo sería si tú y yo... ya sabes.

________________ se levantó de la cama. ¡Casarse con Ian era lo último que se le pasaría por la cabeza! Y si pensaba que ella albergaba planes de futuro para él, estaba muy equivocado.

—Creo que todo esto ha sido un error —murmuró, recogiendo su camiseta y su sujetador del suelo.
—Vamos, _________________, no te enfades. No quería decir que...
—No, lo entiendo —le cortó ella, poniéndose la camiseta sobre la cabeza—. Diste por hecho que yo quería algo más que sexo —respiró hondo y se metió el sujetador en el bolsillo—. ¿Lo ves? Por eso no debemos hacerlo. A menos que tuviéramos las mismas razones, estaríamos abocados al desastre.
—¿Lo dices en serio?
______________ agarró el jersey y también se lo puso.
—Tengo que irme.
Ian alargó un brazo para intentar detenerla, pero ella lo evitó.
—________________, por favor. Sólo estaba bromeando. No lo decía en serio.
Ella sacudió la cabeza.
—Estoy de acuerdo con lo que has dicho de Emma y Sam. Son demasiado jóvenes. Tú y yo ni siquiera sabemos lo que queremos. ¿Cómo podrían saberlo ellos?
Ian consiguió agarrarla de la mano.
—Yo sé lo que quiero.

Ella bajó la mirada a sus dedos, tan fuertemente entrelazados que no podía distinguir una mano de otra. Tuvo que resistir la tentación de volver a desnudarse y olvidarse de sus miedos. Pero si se acostaba con Ian aquella noche, no habría vuelta atrás.

—Hablaré con Emma.
—¿Cuándo volveré a verte? —le preguntó Ian.
—Vas a verme toda la semana.
—Sabes a lo que me refiero.
________________ se mordió el labio.
—No lo sé. Quizá deberíamos olvidarnos de esto. Sólo conseguiríamos complicar más las cosas.
—No creo que pueda olvidarlo —replicó él.
—Inténtalo, Ian—murmuró ella. Se fue hacia la puerta y se giró para mirarlo—. Inténtalo con todas tus fuerzas.

***

Ian tomó una curva cerrada en West Shore Road, aferrando en la mano la lista de la compra de su madre. Tenía que ir a probarse el esmoquin, y luego a comprar tres «buenos» pollos. No sabía lo que distinguía a un pollo bueno de uno malo, pero ya lo descubriría cuando llegara a la tienda.

El todoterreno patinó y Ian levantó el pie del acelerador. La noche anterior sólo había dormido un par de horas. El resto del tiempo lo había pasado dando vueltas en la cama, intentando averiguar cómo lo había fastidiado todo con __________________.
Tal vez las fuerzas del universo le estuvieran mandando un mensaje...

No acercarse a _________________ Lambert. Pero aunque estuviera dispuesto a considerar la advertencia, su cuerpo se negaba a escuchar. Cada vez que estaba a tres metros de ella se perdía en otra fantasía sexual. Aquélla era su penitencia por haber reprimido sus deseos durante tanto tiempo.

Su necesidad por _______________ no había dejado de crecer con los años, como el calor en una olla a presión, y amenazaba con estallar en cualquier momento.
Quería besarla con toda su pasión contenida, arrancarle la ropa y deleitarse con los placeres de su cuerpo. Había esperado años para volver a estar con ella, y no podía esperar más.

Pero ¿podría ser únicamente sexo? ¿Sería capaz de acostarse con ella y luego alejarse, sin ningún tipo de compromiso? Desde el momento que la encontró a su lado en la cama había sentido... una conexión profundamente arraigada y fortalecida por el tiempo. El sexo con __________________ tendría que significar algo más. Pero ¿qué? Gimió y agarró con fuerza el volante.

—Es demasiado complicado —murmuró, repitiendo las palabras de _______________.

Pero a él no le parecía en absoluto complicado. Al contrario. Seducir a ________________ le parecía lo más natural que había hecho en su vida. ¿Cuánto tiempo había pasado buscando a una mujer como ella? Una mujer con la que pudiera sentirse cómodo y tranquilo. Una mujer que no se adaptara a sus deseos sólo por intentar agradarlo. Lo había visto todo...

La diosa del sexo, la amante ocasional, la esposa fiel, la madre perfecta. Todas habían intentado ser algo que no eran. Pero__________________ no podía ocultarse detrás de ninguna fachada. Y aunque lo intentara, él podría ver a través de ella. Se conocían desde hacía demasiado tiempo.

—Tómatelo con calma —se obligó a sí mismo.

Había podido resistirse a sus encantos cuando era joven y mucho menos experimentado. No debería ser tan difícil hacerlo ahora. Volvió a invadirlo la imagen de _______________, sentada a horcajadas sobre él, quitándose la camiseta. Apretó los dedos mientras recordaba el tacto de su carne, el sabor de su piel, el olor de sus cabellos... Respiró hondo e intentó borrar la imagen de su cabeza.

Entonces vio un coche delante de él y redujo la velocidad. Pero al acercarse vio que el sedán no se movía y que formaba un extraño ángulo en la carretera. El vehículo le parecía familiar... al igual que la figura que estaba de pie junto al parachoques delantero. Aparcó con cuidado y salió del todoterreno. En cuanto __________________ lo vio, se dio la vuelta y sacudió la cabeza.

—No lo digas —masculló.
—¿Quién te enseñó a conducir? —se burló él.
—Tú, ¿recuerdas? —dijo ella, sonriendo a pesar de sí misma—. Me sacabas en aquel viejo Cutlass y no hacías más que gritarme.
—Has olvidado todo lo que te enseñé, pequeño saltamontes —dijo él, acariciándole la mejilla con un dedo. Reprimió el deseo de besarla y rodeó el coche para examinar la situación.
—No me enseñaste a conducir con hielo y nieve, si mal no recuerdo.
—¿Y cómo piensas seguir tu camino? ¿Con fuerza de voluntad?
—Quizá podrías empujarme tú.
—No servirá de nada —dijo él, metiéndose las manos en los bolsillos para no tocarla. ¿Cómo había conseguido resistirse la noche de su decimoctavo cumpleaños?—. Harán falta dos o tres hombres para sacar el coche de la nieve. Puedo ir a casa y volver con una cadena, o avisar a Teddy y a mis hermanos para espalar y empujar.
—Mi héroe —dijo _________________ con una sonrisa burlona.

La sonrisa de Ian se esfumó. Apenas había pegado ojo y estaba cansado de aquel juego que se traían entre manos. ¿Por qué tenía que ser todo un desafío?

—¿Tu héroe? Después de lo de anoche creía que ya no te gustaba.
___________________ se encogió de hombros.
—Claro que me gustas. Eso no va a cambiar.
—No debería haber dicho esas cosas de tu hermana.
Ella suspiró y le tocó el brazo, como si quisiera asegurarse a sí misma que no había ningún problema entre ellos.
—Estoy tan preocupada como tú. Hoy voy a comer con mi hermana. Tenía la esperanza de hacerla reflexionar.
—¿Sabes que aún no se han acostado?
________________ parpadeó con asombro.
—¿Ah, no? ¿Los dos son vírgenes?
—No. Los dos han tenido sexo, pero no entre ellos. Lo están reservando para el matrimonio.
—Eso lo cambia todo —dijo ________________ con ojos muy abiertos—. Quiero decir... Me parece una actitud encomiable, pero aun así me preocupa. El sexo es una parte fundamental en una relación. ¿Y si descubren que no son compatibles en la cama?
—Exacto —afirmó Ian—. Quizá tengamos que intervenir. Hablaremos con ellos y nos cercioraremos de que los dos saben dónde se están metiendo.
—Pero no tenemos ninguna autoridad moral en ese tema —dijo _____________—. Ninguno de nosotros ha estado casado. ¿Por qué habrían de escucharnos?
—Y tampoco hemos tenido sexo —añadió Ian—. Al menos, no entre nosotros.
—Bueno, pero tenemos más años y experiencia que ellos. Eso debería importar algo.

Ian lo pensó por un momento.

—Hemos crecido en el mismo ambiente que nuestros hermanos. Si el sexo fuera genial entre tú y yo, ¿no crees que también lo sería entre Sam y Emma?
—¿Estas insinuando que nos acostemos y nos valgamos de la experiencia para impedir la boda? ¿Y si el sexo no fuera tan genial como dices?
—Oh, lo sería —le aseguró Ian—. Lo sé.
—¿Cómo puedes saberlo?
—Por la forma en que me tocas. Y por la forma en que reaccionas a mi tacto. Sería genial. Tal vez Emma y Sam sientan lo mismo y por eso han decidido esperar.

Le puso una mano en la mejilla y le acarició el labio con el pulgar. Ella cerró los ojos y echó la cabeza hacia atrás, esperando el beso. Pero él se contuvo, aunque sólo fuera para demostrar lo evidente. Sólo tenía que tocarla para hacerla arder de deseo. Se inclinó hacia ella y la besó ligeramente en los labios.

—¿Ves? —murmuró—. Basta con un beso para que te derritas.

__________________ sonrió y lo miró a los ojos. Bajó la mano hasta su cintura y frotó los nudillos contra la cremallera de los vaqueros.

—¿Y qué me dices de ti? Sólo tengo que tocarte para...
Ian gimió.
—Desde anoche sólo puedo pensar en acostarme contigo. Si supiera que tengo que esperar otro día para volver a tocarte, haría un agujero en el hielo y me tiraría de cabeza al lago.
—No hagas eso —dijo ella en tono jocoso—. El agua está tan fría que el miembro se te encogería a límites drásticos.
La carcajada de Ian resonó en los árboles.
—¿Le hablas así a los demás hombres de tu vida?
—Ahora mismo, tú eres el único hombre de mi vida. Y es muy fácil hablar contigo —hizo una pausa—. Eres mi amigo más antiguo, Ian. A ti puedo decírtelo todo...Supongo que no me había dado cuenta hasta ahora. No nos hemos visto en once años, y parece que nada haya cambiado. Y sin embargo, todo ha cambiado.
—Lo sé —dijo él—. Pero no todo ha cambiado a peor —volvió a besarla—. ¿Qué pasó anoche?
—No pude pegar ojo —admitió ella, apoyándose contra el capó del coche.
—Yo tampoco. Empiezo a pensar que nos iría mucho mejor si nos acostáramos —le puso las manos en la cintura y la miró fijamente a los ojos—. Sabes que no puedes vivir sin mí...
—Sé que no puedo sacar mi coche de la nieve sin ti —replicó ella.

Él dio un paso atrás y volvió a examinar la situación. Pero en ese momento apareció un coche de policía, que se detuvo al otro lado de la carretera. Un agente salió del vehículo y se dirigió hacia ellos.

—Me pareció que eras tú —dijo—. ¿Qué pasa, ________________?
—Hola, Jeff —lo saludó ________________ con un gesto amistoso.
—Si me dices que has tenido un accidente mientras hablabas por el móvil, sabes que tendré que arrestarte.
—No estoy acostumbrada a conducir en estas condiciones. Patiné en la curva y acabé en el banco de nieve.
—Tengo una cadena en el coche. Servirá para sacar tu vehículo.
Ian vio cómo _________________ le dedicaba una sonrisa encantadora al agente.
—¿De verdad? Eso sería fantástico.
—Mi trabajo es servir al ciudadano —repuso él con una sonrisa torcida. Miró a Ian y asintió—. Puedes irte, amigo. Yo ayudaré a la señorita.
______________ se volvió hacia Ian.
—Eso nos hará ganar tiempo. Hemos tenido mucha suerte de que aparezca, ¿verdad?

Ian sintió una punzada de celos. Su reacción lo sorprendió. Recordaba haber sentido lo mismo cuando eran jóvenes y ella se fijaba en otros chicos. Pero había creído que aquella emoción estaba superada.

—¿Os conocéis?
—Es Jeff Winslow. ¿No te acuerdas? Trabajaba en el puerto deportivo y vivía en el pueblo. Ahora es el jefe de policía.
—¿Ése es Jeff Winslow? —de joven, Winslow se consideraba a sí mismo como el casanova del instituto.

Las chicas caían rendidas a sus pies, y, según se rumoreaba, él las iba escogiendo, seduciendo y olvidándose de ellas para seguir con nuevas conquistas. Los chicos bromeaban diciéndole que tendría que buscarse un segundo trabajo para poder pagar todos los preservativos que usaba.

—Sí, lo recuerdo.
—Me detuvo la noche en que llegué al pueblo. Estaba hablando por mi móvil, pero me dejó marchar con una advertencia.
—No puedes salir con él —dijo Ian.
_______________ ahogó un gemido.
—No me ha pedido que salga con él.
—Pero lo hará. Lo sé por la expresión de sus ojos. No puedes salir con él. Juega con las mujeres a su antojo.
—Siempre me decías con quién podía y no podía salir, y normalmente te hacía caso. Pero ahora soy una mujer adulta y puedo ocuparme de mí misma.
—Eso lo dices porque eres demasiado ingenua para saber lo que los hombres quieren realmente.
—No me extraña que llegara virgen a la universidad. Estaba empezando a desarrollar un complejo... Pero ahora sé exactamente lo que quieres. He aprendido unas cuantas cosas —sacudió la cabeza—. Primero intentas llevarme a la cama, y un segundo después te comportas como mi hermano mayor. ¿Cómo no voy a estar confundida?
—No quiero ser tu hermano mayor —dijo Ian.
—Entonces deja de decirme lo que tengo que hacer.
Dios, qué testaruda podía llegar a ser... ¿Sería así con todos los hombres o sólo con él?
—Bien, entonces no me necesitas ni a mí ni mis consejos. El agente Jeff puede ocuparse de tus necesidades... automovilísticas y de cualquier otro tipo.
—¿Qué es esto? —preguntó _______________, mirándolo fijamente—. ¿Estás celoso?

La acusación le dolió, especialmente porque era cierta. Volvió a la carretera y ________________ lo siguió, pero tropezó con el montón de nieve que los quitanieves habían acumulado. Ian la agarró por la cintura para ayudarla a salir y le quitó la nieve de los pantalones.

—Tengo que ir a probarme el esmoquin. Te veré después. Que tengas suerte con Emma.
—Ian, no...
—Te veré después —repitió él.

Se subió a su coche y se alejó en dirección al pueblo. Había momentos en los que se preguntaba qué le resultaba tan fascinante en __________________ Lambert. Parecía que se esforzaba expresamente por sacarlo de sus casillas. Si por un instante sospechaba que él le estaba dando órdenes, se plantaba en su sitio y se negaba a moverse. Pero él no quería comportarse como su hermano mayor.

De ninguna manera.

Sus intereses eran mucho más carnales. Veía a _______________ como una mujer hermosa, sexy y muy apetecible. Y quería que ella lo viese como un hombre, no como el muchacho que la volvía loca verano tras verano. ¿Cómo podía alterar la dinámica de una relación que parecía estancada? ¿Cómo podía hacerle ver que estarían muy bien juntos?

No quería que __________________ olvidara el pasado. Gracias a ello las cosas eran tan fáciles entre los dos. Lo que quería era hacerle ver que ya no eran unos críos.

Las cosas habían cambiado. Él había cambiado. Y estaba preparado para darle todo lo que ella había deseado once años antes. Sólo que ahora podía darle más que una única noche de sexo mediocre y promesas vacías. Esa vez podía ser un comienzo.

—¿Adónde va con tanta prisa?
________________ vio cómo el coche de Ian se alejaba rápidamente por la carretera nevada.
—Tiene una cita en el pueblo.
—Conduce demasiado rápido para este tiempo —dijo Jeff con el ceño fruncido —. Tendrá suerte si no voy tras él y le pongo una multa —rodeó el coche de _______________ y enganchó la cadena a una chapa bajo el parachoques trasero—. ¿Él y tú estáis...?
—¿Juntos? No. Sólo somos... amigos.
—¿Sabes? Una vez me amenazó con partirme la cara si hacía algo más que besarte en nuestra cita.
—Supongo que no te dejaste intimidar.
Jeff sonrió.
—Vamos, sabía por qué saliste conmigo. No hacía falta ser muy listo para ver lo que había entre vosotros. Él me lo dejó muy claro.
—No —dijo _______________ —. No había nada entre nosotros. Era como un hermano mayor, nada más.
—Yo creo que no —dijo Jeff mientras volvía a su coche—. Estoy convencido de que estaba enamorado de ti.

___________________ se quedó atónita por la revelación de Jeff. ¿Cómo podía haber sacado esa conclusión por una simple advertencia? Ian había admitido lo mismo, cierto, pero ella creía que sólo estaba bromeando. ¿Y si sus sentimientos por ella fueran mucho más profundos de lo que había sospechado?

Jeff enganchó el otro extremo de la cadena a su coche y la tensó lentamente. Un momento después, el coche de _______________ empezó a moverse poco a poco hacia la carretera.

—¡Excelente! —gritó ella.
Jeff volvió a salir de su coche y se acercó al sedán para examinar el morro.
—Parece que no ha sufrido daños.
—Gracias —dijo ella. Se dispuso a abrir la puerta, pero Jeff se le adelantó rápidamente—. He sido muy afortunada por haberte encontrado.
—Escucha, hay un grupo de música que toca mañana por la noche en Tyler's. Podríamos cenar algo y luego ir allí... en caso de que no tengas ningún compromiso familiar. Y te prometo que no intentaré propasarme contigo.

__________________ dudó. Entre Jeff y ella no prendía la menor chispa, y no quería darle vanas esperanzas. Además, si lo que quería eran chispas, tenía fuegos artificiales con Ian.

—Me gustaría pasar algo más de tiempo con mi hermana.
—Sí, he oído que va a casarse. Tu madre me lo dijo cuando la vi ayer en el pueblo. Eso sí que es una sorpresa. La pequeña Emma Lambert y Sam Somerhalder. Cuesta creer que sean lo bastante mayores para casarse.
—Tal vez Emma y yo nos pasemos por Tyler's —dijo ________________.
Una noche de chicas podría hacer que su hermana se replanteara el matrimonio. A Emma le quedaba mucho camino por delante, y Tyler's Roadhouse era un paraíso para chicas solteras.
—Muy bien. Te buscaré allí. Conozco al tipo de la puerta. Dile tu nombre y os dejará pasar sin cobraros entrada. Conduce con cuidado, ________________. No quiero que te metas en otro banco de nieve. Si lo haces, tendré que encerrarte en una celda.

Le abrió la puerta del coche y ella se subió. Mientras se alejaba, echó un vistazo por el espejo retrovisor. Jeff Winslow era un hombre muy atractivo. Y ahora que ella volvía a estar sin pareja, debería sentirse halagada de que le hubiera dedicado su atención. Nunca le había dado mucha importancia a la química sexual, pero ahora entendía realmente lo que significaba.

Entre Jeff y ella no pasaba nada.

Pero cuando se acercaba a Ian, un deseo y una pasión incontenibles entraban en erupción. Había una extraña conexión entre ellos, pero no sabía de qué se trataba. Una fuerza irresistible los arrastraba el uno hacia el otro. Y _______________ se preguntaba por qué se molestaba en intentar resistirse.

¿En tu cama o en la mía? (Ian Somerhalder & _____)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora