Prólogo: Malas elecciones...

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El volumen salvaje de la fiesta pulsaba hasta sus huesos, lo mareaba y lo aturdida... ¿O sería el alcohol? La verdad sea dicha, a estas alturas ya no le importaba.

Muchas cosas ya no le importaban.

Nada le causaba efecto, como si estuviera muerto por dentro y todo hubiera dejado de tener sentido. Ni siquiera la belleza pelirroja que le rogaba atención y se deslizaba como una serpiente sensual contra él, le causaba nada...

-Sasuke, vamos a un lugar más adecuado- le murmuraba al oído seductora mientras él no soltaba su copa- te voy a hacer sentir muy bien...

El bufo por dentro. Seguramente sí... hasta que tuviera que pagar las consecuencias.

Joyas, propaganda o algo de estatus.

-hmph- respondió el moreno apenas, lo volvió a intentar, estaba un poco tomado pero que lo condenaran si una de estas arribistas lo atrapaba - ahora no Tayuya, vete a buscar otra víctima para hoy - la irritación y el frío desprecio era palpable en su tono, no le gustaban los malos entendidos.

Ella fue un buen entrenamiento una vez pero nada más que eso.

No era la primera vez que ella lo intentaba, procurando atraerlo de nuevo, sin duda motivada por los regalos caros. Antes de ella otras tres también habían probado suerte.

Podía ver la codicia a kilómetros de distancia y ella era amiga íntima de esa emoción en particular.

Era desagradable una mujer como ella.

La pelirroja no respondió al obvio rechazo del Uchiha, simplemente se fue furiosa de ahí, pisoteando con sus altos tacones dorados.

A él no le importaba en absoluto.

Ni siquiera las mujeres, que siempre eran muy buen entrenamiento y lo miraban con deseo o/y administración, eran suficientes para apagar su mente hoy.

No quería pensar en cómo se sentía, llevaba mucho tiempo con ese malestar por dentro, y a pesar de todos los médico a los que fue, siempre escuchaba lo mismo. Estaba sano, tenía que disminuir su consumo de alcohol y dormir más pero eso era todo.

Sin embargo ese extraño dolor permanecía ahí, en el centro de su pecho, clavándose más profundo cada día.

Matándolo lentamente, al principio le había preocupado, pero con el tiempo dejo de intentar entender lo que tenía.

Miró a su alrededor indiferente.

La gente se juntaba en todos los rincones de su muy lujoso apartamento, gritando sobre el rugido de los amplificadores, algunos ya había perdido la conciencia, otros seguían haciendo el ridículo y los que no, lo seguían a todos lados como perros falderos. Excepto por está vez que su humor era de enserio de perros...

No obstante tener ese tipo de seguidores le quedaba bien, en otras ocasiones los ofrecimientos para facilitar sus actividades y  deberes de la universidad le aligeraban algunos días, cosas que él no tenía que hacer, cubrirlo si decidía faltar... él los usaba y ellos a su vez, los beneficios eran suficientes para tolerar a esa manada de parásitos... Solo que hoy ni siquiera esa multitud de desconocidos servía a mejorar su ánimo o mínimo redirigir sus pensamientos.

Miró un poco aturdido, pero aún con desprecio a su alrededor.

Las mujeres caminaban con escasas ropas tratando de llamar la atención del mejor postor, no sabía el nombre de la mayoría de ellas. Unas baratas, otras caras, pero el dinero y el poder podía conseguir a la que él quisiera.

No le interesaba particularmente sus motivos, para el eran bastante claros.

Una trifulca se desató entonces.

Lecciones para un ArroganteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora