Capitulo 4

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Capítulo 4

Castillo Winsor, Londres

El rey Eduardo III maldecía una y otra vez mientras daba vueltas por su esplendoroso salón del trono. Todos esos malditos escoceses iban a saber quién era él, y sobre todo Miller, ese maldito traidor. Lo había visto luchar junto a Bruce y sus hombres en la batalla de Bannockburn cerca de Stirling. Uno de sus espías le había informado de que había sido herido de gravedad y le habían tenido que trasladar al castillo de Stonengh dónde actualmente vivía el laird MacKlauring y Brigitte Miller. Esperaba que las heridas fueran lo bastante graves para que no sobreviviera. Su espía los había seguido y se había infiltrado en el castillo como ayudante del herrero.

Todavía no había tenido noticias de su espía y ya habían pasado varios meses.

-Perdone majestad - dijo su chambelán mientras entraba en la sala del trono -. Ha llegado un mensaje de nuestro infiltrado en Escocia.

Eduardo tomó el mensaje de las manos del hombre y se dispuso a leerlo con prontitud.

Parecía que la suerte acompañaba al traidor. Según su espía, el hombre se estaba recuperando de las heridas.

-¡Maldición! - el grito del rey resonó con furia en el vacío salón del trono.

Ese traidor tenía que morir, y él se iba a encargar de ello. Mandaría llamar a varios de sus mejores sicarios para que acabaran con la vida de ese miserable y cobarde traidor.

Castillo Stonengh...

Eric por fin pudo levantarse de la cama después de varios meses postrado en ella. Todavía no podía hacer grandes esfuerzos, pero por fin podía salir de esa alcoba y reunirse con los demás en el salón.

Danna no había vuelto a visitarlo después de la discusión que habían tenido aquella noche en la que se dijeron tantas cosas. No podía negar que había extrañado su presencia, pero a la vez había sido un alivio no verla y caer en la tentación de besarla. Seguía amándola con toda su alma, pero el resentimiento y el dolor que había sentido durante todos esos años que habían estado separados seguía muy presente en su alma y en su corazón.

Las cosas iban a cambiar a partir de ahora, no iba a dejar que le destrozara el corazón de nuevo.

Eric bajó a la sala dispuesto a ignorarla y a tratarla con frialdad, pero cuando llegó a la sala y sus miradas se encontraron, su cuerpo se estremeció de deseo y tuvo que apretar con fuerza sus manos para no caer en la tentación de tomarla entre sus brazos. Esa mañana estaba realmente hermosa con un sencillo vestido de color azul, su precioso y sedoso cabello le caía suelto en hermosos tirabuzones que le llegaban a la espalda. ¡Por Dios! Como deseaba acercarse a ella, tomarla entre sus brazos y besarla hasta dejarla sin aliento sin importar quién estuviera presente.

-¡Eric! - Brigitte se había levantado de su asiento y se estaba acercando a él.

Eric tuvo que hacer un gran esfuerzo por apartar la mirada de esa hermosa mujer y darse la vuelta para atender a su hermana.

-Como me alegro de que ya estés en pie - dijo Brigitte mientras lo tomaba del brazo y le acompañaba a la mesa -. Siéntate aquí y cuéntame cómo te sientes.

Cuando Eric se sentó vio que todos estaban allí, pendientes de él. Cian y Nelly lo miraban con una sonrisa en el rostro, y MacKlauring como siempre tenía el ceño fruncido.

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