10-17 Importante

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10-17 Importante

Tiānshǐ

–¿Qué te hizo tardar tanto? –inquirió Javier Raya al detective Fernández una vez que este hubo llegado al departamento de policía.

Javier miró a su compañero con descontento y salió del elevador con el café en una de sus manos y la mitad del panecillo que había tomado fortuitamente de la isla su cocina en la otra.

–Dime que Shibutani te dijo algo nuevo o juró que te golpearé por haberme sacado de la cama una hora antes –gruño el detective.

–¡Oh! ¿Es ese uno de los riquísimos panecillos de Yuzuru? –inquirió el agente.

Javier no pudo contestar. Raya ya se encontraba sobre él, partiendo un pequeño trozo del esponjocito pan y llevándoselo a la boca para saborearlo con calma. La forma en la que el detective Raya degustaba la panadería que Yuzuru hacía en sus ratos libres era un insulto cuando Javier ni siquiera pudo beber su café en casa con calma, escuchando a su marido hablar entusiasmado de las cosas que tendría que hacer ese día.

–Fabulosos como siempre –dijo Raya con una sonrisa en los labios –¿Por qué los hizo esta vez? Ah... No me digas que fue por ese terrible café por el que pagaste 25 dólares.

–¿Quién paga 25 dólares por un café además de Javi? –cuestionó la agente Marchei uniéndose a los dos detectives en su camino a la gran oficina donde estaban llevando a cabo la investigación de los múltiples asesinatos ocurridos.

–¡Nadie! –exclamó Raya con gracia –¿Dónde está Hotarek?

–Justo detrás de ti –murmuró la voz del compañero de la agente Marchei.

Ondrej se acercó hasta sus colegas con un portafolio en las manos. La amigable sonrisa que solía llevar en los labios no se encontraba en su rostro aquel día, en su lugar, grandes ojeras eran evidentes.

–Parece que alguien no tuvo una buena noche.

–Intenta dormir con un bebé de 8 semanas a tu lado y verás que tu rostro no será mejor que él mío –murmuró el agente con enfado. Y es que nadie le había advertido que tener un hijo sería tan maravillosamente complejo –¿Es eso un panecillo de Yuzuru?

Nuevamente Javier no pudo contestar.

–Sabes, me agradaría decirte, como todos los aquí presentes, que la cafetería en donde compras tu café sólo te roba. Pero, como adoro la repostería de tu marido, voy a fingir que no sé nada.

Hotarek se metió el pequeño pedazo de panecillo a la boca y pasó de largo al equipo, siendo seguido casi de inmediato por la agente Marchei. Javier se sorprendió cuando vio a la bonita pelinegra saboreando también el panecillo robado.

Apenas unos momentos después de que los dos agentes y los dos detectives estuviesen reunidos en la habitación donde usualmente colocaban las fotografías, pistas y conexiones que lograban hacer, la puerta del lugar fue abierta. Javier no había podido dar un bocado al pequeño panecillo que ahora ya estaba por terminarse cuando el jefe del equipo de homicidios de Toronto; Brian Orser, se encontraba frente a los cuatro.

Si es que Javier y Raya pensaron que Hotarek tenía un semblante terrible cuando lo vieron minutos antes era porque definitivamente no habían visto a su jefe esa mañana.

Probablemente, muchas personas describirían a Brian como un hombre de edad que parecía ver siempre el lado positivo de la vida, pero la mueca de molestia y enfado que llevaba en el rostro aquel día le dijo a Javier que, como en muchas otras ocasiones anteriores, alguien había hecho mal su trabajo.

Your perfect soulDonde viven las historias. Descúbrelo ahora