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Al algo que tengo que aclarar, primero que nada.

Yo jamás he tenido problemas con la familia Briefs, mucho menos con los Son; todos ellos, desde aquellos con los que conversaba poco hasta con aquellos con los que podía hablar durante horas y horas, eran extremadamente gentiles y animosos conmigo desde que nos conocimos. Y con mi padre también habían sido muy amables.

Sin embargo... tengo que decir que eso no era lo que tenía en mente.

Me explico. Aquel viernes, cuando apenas salíamos de clases y al fin decidí armarme de valor para preguntarle a Gohan si deseaba compartir un picnic conmigo el sábado... nunca imaginé que el resultado fuese tan... tan... lindo y algo extraño al mismo tiempo. No sé cómo explicarlo, yo tenía otros planes.

Pero al final... supongo que las cosas no salieron tan mal.

Nada mal.

Aahh, yo en realidad estuve muy emocionada cuando él aceptó mi invitación. Medité incluso en pedirle que me acompañase al cine pero no quise llevar a Gohan a un sitio donde no se sentiría muy cómodo.

Cabe aclarar que, desde el incidente de Bū, la señora Chi-Chi ha estado educándome (por llamadas a celular e invitaciones a su casa a espaldas de Gohan) en todo aspecto imaginable de cómo lidiar con un hombre saiyajin, en especial su propio hijo. Al principio todo fue muy incómodo, hasta que al fin acepté enfrente de ella que Gohan no me era en lo absoluto indiferente.

Ella me aconsejó que intentase mi primer movimiento en un sitio tranquilo, y con mucha comida, más o menos para un grupo de 10 personas ordinarias. Claramente no le habría creído eso de no ser porque yo misma ya había comprobado qué tanta comida podían ingerir los hombres de esta raza que aún para mí era algo desconocida.

Así que esa noche, posterior a mi "victoria" de al fin concretar la cita, me monté varias escenas vergonzosas y ridículas en mi cabeza que me dejaron en vela hasta pasadas las 2 de la madrugada con la cara ardiendo de vergüenza.

»Por supuesto, Videl. Te espero en mi casa —dijo Gohan con su sonrisa inocente y mirada brillante.

»D-de a-acuerdo... mañana nos vemos.

Esa sería la primera vez que le pediría la ayuda de Erasa para comprar algo adecuado para la ocasión; el viernes por la tarde literalmente tardamos horas en elegir un conjunto adecuado que yo pudiese usar en el campo pero no me hiciera ver como siempre. Quería que él me notara como algo más que una amiga o una compañera de entrenamiento.

Cabe mencionar que varias horas también se fueron en que Erasa se enamorada de "esa" o "aquella" prenda o par de zapatos lo que ocasionaba que mi frustración por no encontrar algo adecuado que me hiciera lucir bien frente a Gohan se incrementase. Por suerte no saqué arrastras a Erasa de ninguna tienda, pero ganas no me faltaron.

El resultado que llevé a casa fue un vestido de mezclilla con tirantes, una playera de manga larga color blanco con algunas pequeñas flores rojas y unas zapatillas algo altas con plataforma. Erasa juró que no me iban a dar problemas pero por más que le insistí en que seguramente me torcería un tobillo, ella me convenció de usarlas.

Luego me dio unos consejos de cómo acomodar mi cabello; incluso compramos algunos fijadores en spray, unos pasadores y un perfume intensamente costoso que... debo admitir, fue de mi agrado.

Por supuesto, yo tenía en la cabeza que esa sería, mi tan esperada primera cita, con Gohan. Y lo era. Me preparé para ello. Y estoy bastante segura de que le dije a Gohan que me acompañara a mí, ¡a mí! En un picnic "pequeño" cerca de su casa donde ambos pudiésemos compartir un momento íntimo.

Y ya.

Pero supongo que hubo un corto circuito en esa conversación ya que cuando aterricé atrás de la puerta principal de su casa en la Montaña Paoz y toqué el timbre, no sin antes acomodarme el estúpido vestido, sujetar firme la canasta con la comida que había preparado a velocidad record junto al chef de mi casa, y rogar porque los zapatos no me hicieran caer para besar el suelo... no fue Gohan quien me recibió en la puerta.

𝑬𝒍 𝑺𝒐𝒍𝒐𝒅𝒐𝒎𝒊Donde viven las historias. Descúbrelo ahora