III

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Al salir del cuarto de la señora Chi-Chi, luego de dejar mis zapatos y mi vestido en su armario con mucho cuidado y respeto, suspiré algo desanimada con mi playera en manos ya que era lo único que se había ensuciado en realidad, después de todo, no es como si no pudiese lavar mis prendas en casa o pedirle a alguno de los empleados que lo hiciese.

—¿Videl? —casi llegando al final del pasillo, alcé la mirada encontrándome con Gohan, quien vestía de forma bastante casual. Nadie esperaría que así vestiría para el cumpleaños de su madre—. Aquí estás, me dijeron que habías llegado pero que algo había pasado y mi mamá te prestaría algo de su ropa. ¿Estás bien?

Sentí mi cara arder. ¿Acaso nadie le había dicho lo que había pasado?

Bueno... yo no tenía por qué decírselo.

—No es nada, sólo un pequeño accidente con el jugo —le mostré con timidez la manga blanca pintada de naranja.

—Mmm, qué mal. Bueno... ¿sabes? A papá se le ocurrió una idea para el cumpleaños de mamá.

—¿Una idea? —no conocía de mucho al señor Goku pero no me había costado nada notar que en su matrimonio con la señora Chi-Chi, él no era el de las ideas.

Gohan asintió con esa efusividad infantil que ocasionaba que intencionalmente mi corazón se pusiera a palpitar con rapidez.

—Ven, afuera te explico.

El que me tomara del hombro no era nada del otro mundo; solía hacerlo para darme unas leves palmadas amistosas cuando acabábamos de entrenar. Pero cuando dejaba la mano ahí para guiarme a algún sitio, hacía que mi mente volase al instante en el que volví a verlo luego de pensar que había sido asesinado por Bū.

Inhalé profundo mientras trataba de hacer de la vista gorda a algunas miradas pícaras, en especial las que nos mandaba la señora Bulma, el señor Krilin y por supuesto, la señora Chi-Chi. Ésta última hasta se llevó una mano al corazón mientras suspiraba. Yo puedo jurar que sentí mi cara ardiendo aun cuando salí de la casa con Gohan todavía junto a mí.

¿Cómo es que Gohan no había notado las risitas de algunos de sus amigos y el hecho de que mi corazón ya empezaba a hacer mucho ruido? Creo que la señora Chi-Chi tenía razón, seguro el ser tan despistado era uno de los defectos más notorios en los saiyajines.

Pero por otro lado, de cierto modo me sentía aliviada de no tener que explicarle por qué mi corazón no recuperaba su ritmo normal,

—¿Entonces? —carraspeé la garganta llegando hasta el lavabo que tenía la señora Chi-Chi atrás de su casa junto a un tendedero vacío que levemente se movía por la ligera briza.

—Verás, papá cree que nosotros podríamos cocinar algo para ella esta noche.

—¿Ustedes? —alcé la vista hacia Gohan, deteniendo por un segundo el lavado.

—Ajá —asintió—. Quiere hacer una vieja receta del abuelo que, según dice él, mamá todavía no ha probado porque desde que se casaron, sólo ella se ha encargado de los alimentos.

Yo casi sonreí. Eso sí que era algo tierno, jamás se me habría ocurrido que el motivo por el cual el señor Goku no estuviese aquí fuese porque estaría haciendo la cena para su esposa. Esto debía ser algo muy bello de presenciar.

—¿Y es una receta de tu abuelo?

—No, el abuelito de mi papá —dijo con una sonrisa que me obligó a centrarme de nuevo en lo que estaba haciendo. Tuve que empezar a enjuagar con el agua fría o no podría poner como excusa que era el sol el que hacía que mis mejillas estuviesen de un color tan rojizo.

—Ya veo —musité tomando la playera para exprimirla y llevarla pronto al tendedero—. Y supongo que necesitarán ayuda.

Cuando él se rio yo arqueé una ceja.

—¿Qué? —pregunté algo apenada, tratando de ocultarlo bajo una máscara de irritación. ¿Acaso se estaba burlando de mí?

—¡No, nada! —dijo él rápidamente—. Es solo que él lo tiene todo controlado. Hará una fogata no muy lejos de aquí y salió a buscar los ingredientes que necesita. El señor Piccolo está ayudándolo.

Cierto, a él tampoco lo había visto por acá. Aunque, siendo el señor Piccolo tan poco fan de las fiestas esto debería ser una muestra clara de qué tipo de sujeto era él en realidad. Que prestase su ayuda al señor Goku para darle una sorpresa a la madre de Gohan cuando era más que obvio que él no se prestaría para algo así por cualquiera, era sin duda un hermoso acto de amistad, y quizás, familiar también.

—Ya veo —le incité a continuar. Aquí vino la risita nerviosa que ya me esperaba—. ¿Y?

—En realidad, sólo les falta una cosa.

—¿Qué sería?

—El ingrediente principal.

No entendía el misterio, ¿por qué estaba dándole tantas vueltas al asunto?

—Gohan, a menos que el platillo sea "brochetas de bebé" no es necesario tanto drama. ¿Qué es lo que tu padre planea cocinar?

Esa pregunta desencadenó una secuencia de hechos que yo, en definitiva, no había planeado para este día.

Para empezar, Gohan me confesó que el platillo ni siquiera él lo había probado antes, pero el señor Goku juraba que era sumamente exquisito... como exótico. Así es. El ingrediente principal que el patriarca Son planeaba darle como regalo a su esposa, era un "solodomí a las brasas", y por boca de Gohan, supe que el dichoso solodomí era un pescado gigante que sólo habitaba en las profundidades de ciertos lagos profundos alrededor de la Montaña Paoz.

Yo nunca en mi vida había escuchado del pescado solodomí pero si el señor Goku decía que existía y era comestible... entonces tendría que confiar en él. Después de todo, el gran peleador era un residente de toda la vida de estas tierras; ¿cómo podía yo contradecirle?

Así que me decidía a ayudar. Lo haría primero que nada por la señora Chi-Chi, a quien yo apreciaba como a una segunda madre; luego por el señor Goku, quien siempre ha sido amable y paternal conmigo, y por Gohan, quien en serio se veía muy entusiasmado con la idea de prepararle un delicioso banquete a su querida mamá.

Yo también me embarqué en la misión con esa energía... o eso claro, hasta que Gohan, a mitad de vuelo hacia el lago más próximo, me dijo al fin qué carnada usaríamos para pescarlo.

𝑬𝒍 𝑺𝒐𝒍𝒐𝒅𝒐𝒎𝒊Donde viven las historias. Descúbrelo ahora