IV

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—Gohan... yo no sé cantar —le aclaré con estupor y vergüenza.

—No es que cantes bien, sólo que cantes —insistió como si me estuviese pidiendo cualquier cosa, pero, ¿qué podía esperar del Gran Saiyaman? No es como si Gohan estuviese muy en paz con su "sentido del ridículo". Quizás por eso él y mi papá se llevaban tan bien.

Uy, en serio este hombre a veces era un tormento. Un lindo y tierno tormento que muy para mi pesar, no me sentía con las fuerzas de alejar de mi vida.

—El solodomí —continuó—, es diferente a los otros tipos de peces; no se alimenta de gusanos ni de ningún otro animal que no pueda conseguir en las profundidades. Pero mi padre dice que es atraído positivamente hasta la superficie ante los tonos altos y bajos que sólo una mujer puede emitir al cantar; si no asciende hasta donde yo pueda verlo, me será demasiado tardado encontrarlo —entonces vino ese tono de voz que me hace decirle "sí" a prácticamente todas las ridiculeces que me propone—. Por favor, Videl.

Al final suspiré viendo ya muy cerca el dichoso lago.

—De acuerdo... ¡pero si esto no funciona voy a...!

—¡Es ahí! —me interrumpió bajando más veloz que yo hacia la orilla del lago.

Al bajar, lo miré con irritación y un sonrojo fuerte en mis mejillas que no tenía nada que ver con el clima cálido de esta tarde.

—¿Y qué? ¿Se supone que debo empezar a cantar ahora o...? —por poco me mordí la lengua cuando lo vi desprenderse de la playera de manga larga.

Tragándome mis palabras desvié la mirada; casi le iba a gritar por tomarme tan desprevenida, de no ser porque la razón vino a mí primero. En definitiva iba a quedar como una tonta si me atrevía a preguntarle por qué se quitaba sus prendas antes de entrar al lago. Iba a cazar al pez desde adentro del agua, era obvio que no iba a hacerlo con la playera y los zapatos deportivos con los que había salido.

«Por favor que no se quite los pantalones, por favor que no se quite los pantalones», porque si lo hiciese, seguramente iba a entrar en una crisis de nervios.

Apenas estaba lidiando con mis emociones al tenerlo cerca de mí con la ropa puesta.

Sin la playera pude mirar qué tan bien le hacían los entrenamientos, qué tan marcados eran los músculos de cada centímetro de su cuerpo...

¡Videl, por favor!

—Escucha, Videl —me distrajo él—, aproximadamente soporto unos quince y veinte minutos abajo el agua. Yo busco, tú cantas y esperaremos lo mejor, ¿de acuerdo?

Inhalé aliviada de que se dejase los pantalones. Aun así el hecho de verlo sin nada cubriéndole el torso era muy vertiginoso para mí y mi poca decencia mental.

—D-de acuerdo —dije cerrando los ojos tratando de lidiar con la pena que me provocaba el tener que cantar para atraer a un pescado.

¿Y si lo hacía tan mal que en vez de atraerlo lo ahuyentaría?

Obvio, Gohan no reparó en mi temor.

—¡Bien! —asintió con la cabeza—. ¡Allá vamos!

Cuando se lanzó al agua, yo suspiré destensando los músculos.

¿Ahora debía empezar? ¿Y qué debía de cantar? ¿Lo que fuese?

Se me ocurrieron un par de ideas. Para variar lo primero que pudo articular al abrir la boca fue un chillido de ratón.

Santo cielo, esto iba a ser difícil. Mejor yo me hubiese metido al agua y que Gohan se sentara a cantar. Pero no es como si ahora pudiese alcanzarlo haya abajo considerando lo veloz que era.

𝑬𝒍 𝑺𝒐𝒍𝒐𝒅𝒐𝒎𝒊Donde viven las historias. Descúbrelo ahora