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-¿Estás bien, Gene? – Preguntó Darcy abrazando a su amiga - ¡Ese tipo es un...!
-Estoy bien – sonrió la chica – Muchas gracias. Nicholas es un tipo muy molesto y sólo sirve para un par de cosas... ¡joder y joder! – Suspiró – Pero por mucho que lo intente, ya no me va a humillar ni hacerme sentir mal... ¡está decidido!
-¡Así se habla! – Exclamó Darcy y volvió a abrazarla.
-Entonces, ¿la fiesta continúa? – Preguntó Boris al ver el lugar casi vacío.
-No, creo que es hora de despedir a los invitados – Comentó Genevieve – Es muy tarde ya y estoy muerta de sueño.
-¡No te preocupes por eso! – Sonrió Tom desde uno de los sillones – Chase y yo nos hemos encargado de los invitados. Mientras tú estabas muy ocupada respondiendo las últimas entrevistas, nos dimos a la tarea de decirles que la fiesta se había terminado.
-Lo que pasa que muchas personas estaban metiéndose en cosas que no debían – Intervino Chase – Preguntando sobre el incidente con el "señor pantalones ridículos" y tú.
-¡Muchas gracias chicos! – Suspiró Gene – Ni siquiera me di cuenta de ello.
-Estabas ocupada, es todo – Murmuró la señora Robertson - ¿Les gustaría cenar? – Preguntó – Creo que en casa quedaron algunos bocadillos extra.
-¡Gracias señora Robertson! – Dijo Thomas poniéndose de pie - ¡Vámonos que aquí espantan!
Todos rieron ante ese comentario y después salieron del lugar para dirigirse a casa de los señores Robertson. Una vez ahí, todos se organizaron para preparar una pequeña reunión y relajarse después de una tarde muy ajetreada. Mientras charlaban y comían con ganas de esos deliciosos bocadillos. Martha Robertson se sentó junto a Genevieve y la tomó de la mano, la chica la miró esperando a que la señora dijera algo.
-¿Quién era ese hombre, mi niña? ¿Por qué te dijo todas esas cosas? – Preguntó la mujer.
Se hizo silencio en la sala. Tom, Darcy y Boris eran las únicas personas que conocían la historia de Gene y el porqué Nicholas se empeñaba en hacerle la vida imposible.
-¡Martha, por favor! – Intervino el señor Robertson – Deja a esa pobre niña en paz...
-¡No pasa nada, señor Robertson! – Exclamó Gene – Ese hombre es Nicholas Duchard. Él era mi agente y también mi pareja. Las cosas entre él y yo no terminaron bien y ahora no quiere dejarme en paz.
-¡Qué maldito! – Murmuró la señora Robertson – Deberías poner una orden de restricción.
-¡Ese tipo no tiene derecho de tratarte mal, querida niña! – Comentó el señor Robertson – Debes ponerlo en su lugar y no mostrarle miedo. ¡Vi tu cara! Ese hombre te asusta, no es un buen tipo y apoyo la idea de Martha, una orden de alejamiento lo mantendrá a raya.