la chica.

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Venus tiene pediofobia

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Venus tiene pediofobia.

Realmente no recuerda como desarrolló semejante miedo irracional a seres sin vida, que al parecer, resultaban encantadores para muchas niñas de su edad. Aveces miraba a sus compañeras presumir sus grandes colecciones y las grandes y variadas ropas con las que vestían a las muñecas: vestidos de gala, ropa deportiva, ropa de madre y de piloto. Parecían sin limites, casi con vida.

A los ocho años su madre le regalo una muñeca de barbie, muy popular en la zona. Pensó que tal vez lograría curar aquel extraño miedo que su hija siempre había tenido. Mal, muy mal mamá. 

Esa noche Venus quemó su habitación. 

No es que les tuviese miedo porque pudiesen albergar espíritus, y por consiguiente, demonios. Venus sabia que las cosas no eran tan simples, tan fáciles. Ella consideraba que no les temía; por que al fin y al cabo, solo eran plástico en forma humana. No temía que algún día adquiriesen vida y le cortaran la yugular. No temía que le hablasen en la noche sobre su mundo falso. No temía ni su falsa sonrisa, ni su falsa existencia. Nunca fue por algo tan superficial.

Temía llegar a ser una.

Por que no recuerda cómo ni cuándo ellas se volvieron su pesadilla, que escuchar hablar de lo bonitas que se miraban le daban arcadas desde lo mas profundo de su garganta; su enorme vacío provocado por la falsa imitación humana, su sonrisa y cuerpo como representación de ser perfecta: por que ellas eran como una enorme mancha de lodo de un pantano, que la hundía y hundía, que entre mas luchaba por salir, mas era absorbida por su viscosidad, tan densa como el petroleo.

Pero recuerda claramente por que nunca quiso ser una.

Cuando Venus tenia seis años siempre jugueteaba a los alrededores del campo abierto. Muchas compañeras y jóvenes mujeres iban al campo por que era el único lugar que no ocupaban para jugar fútbol, ademas de un clima y ambiente perfecto. Solía ir ahí con su hermana y su madre. Venus adoraba ese lugar.

Una vecina resaltaba ahí. Resultaba difícil apartar la mirada de la joven, por lo cual también era la razón de que muchos ojos furtivos desconocidos la siguieran. Parecían sanguijuelas. Asquerosas sanguijuelas.

La joven adoraba cargar a Venus, y a pasearla por los alrededores. La joven era tan hermosa que parecía una muñeca. 

Un día de la mano de Venus la llevó a un lugar un poco mas alejado de lo común, quería enseñarle el atardecer desde lo alto de la montaña. Pero alguien la esperaba ahí. Fue un segundo demasiado acelerado y al mismo tiempo lento; una mano arrastró a la joven, pero la niña fue arrojada montaña abajo. Una mano. La chica. Arrastrada.

De inmediato corrió hacia donde la habían arrastrado, e intentó seguirla pero todo estaba oscuro. Todo reflejaba el silencio, y para desgracia, no había luz alguna. Pero la inocencia de Venus, junto a su enorme e insaciable curiosidad motivada por el miedo del paradero de la joven, siguió caminando. Tal vez horas disfrazadas de años. Cuando sus pies se rindieron y el miedo le ganó a su curiosidad, lo escuchó.

Y cuando finalmente llegó a la cueva sin luz alguna, entre la oscuridad reconoció el cuerpo de la joven que la arrojó de la montaña. Los años se volvieron segundos cortos, y en un parpadeo vio la expresión falsa puesta como un dibujo de sangre en el rostro, no de la joven, sino de la ahora muñeca.

Ahí estaba, la muñeca más hermosa y horrible de todas.

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⏰ Última actualización: Jul 21, 2020 ⏰

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