Bebé

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  Harry ya no comía. Draco no podía entrar a su casa, mucho menos los gemelos, pues Potter había puesto una barrera mágica  alrededor de su casa para impedir que sus tres amigos entraran. Esto había sucedido luego de salvarlo antes de que se suicidase, claro que Harry no lo tomó bien y los expulsó de su casa. Loa sucesos ocurrieron tan solo el día anterior, Draco ya no podía con sus paranoias sobre su amigo. Temía que intentara suicidarse otra vez. Fred ya no acudía a Sortilegios Weasleys luego de que su hermano Ron apareciera allí, en ese momento el gemelo con las dos orejas le golpeó y casi lo maldijo de todas maneras posibles. George alegó que no se encontraba en condiciones para trabajar. Este último lo estaba llevando bastante bien, pero en el interior estaba destrozado, no debía mostrarse rendido pues tenía el deber (autoimpuesto) de cuidar a su hermano y su novio, quienes se encontraban en una terrible depresión, ya no podía ver más a Harry debido a la barrera, no podía apoyarlo, eso le destrozaba aún más, al igual que a todos.
  El día que fueron expulsados de casa de Harry, Draco intentó entrar de todas las maneras posibles, incluso suplicó entre lágrimas a Potter que le dejase pasar, para luego romper en un inconsolable llanto. Los reporteros y peatones (mágicos) vieron esto y aprovecharon la escena para hacer miles de noticias sobre esto.
  Draco faltó unos cuantos días a su trabajo, pero al no tener licencia lo despidieron. A pesar de ya no tener su trabajo soñado, Malfoy no le dio la menor importancia a eso, pues su prioridad seguía siendo Harry.

  El chico pelinegro, sin embargo, se había desconectado de la realidad, ya no hablaba, no sonreía, no se enojaba. Siempre estaba llorando. En cuanto pasaba frente a la habitación que habían preparado para su hijo, se alejaba de ella como si le fuera a quemar.
  No había tenido otro intento de suicidio desde entonces, pero sospechaba que pronto moriría de inanición. Estaba débil, en los huesos. Extrañaba a sus amigos, pero no quería que lo vieran en aquella situación tan deplorable.

  El mundo mágico enloqueció. Un rumor apareció de repente y se esparció por toda Inglaterra Mágica: al parecer Harry Potter había abortado al bebé.
  Las noticias iban y venían, pero el Salvador del Mundo Mágico nunca supo de ellas. No tenía ninguna confección con nadie. Los periódicos ya no llegaban a su casa. Su única acción era alimentar y mimar a su lechuza, la cual no tenía nombre. Se la había comprado sólo para enviar las cartas a Severus. Oh, su Severus. ¿Estaría feliz por lo sucedido? ¿Cómo habría festejado? Recordó sus últimos meses de embarazo, donde no le envió ninguna radiografía. Supuso que fue una buena decisión, porque probablemente las imágenes se tiraban apenas llegaban.
  Se preguntó por qué fue a aquel bar esa noche ¿Por qué se dejó llevar? ¿Cómo era posible que, aunque fuera su primera vez, se embarazara? Si tan sólo no hubiera acudido, si tan sólo no se hubiera desmayado... Si tan sólo le hubiera insistido más a Severus para que le acompañara.

Pero el hubiera no existe, y Harry sabía que incluso con un giratiempos no se podría arreglar sus errores.

[•••]

  Aunque Draco lo odiara, solamente había una persona a la cual acudir: Severus Snape. Sabía que el hombre estaba devastado ante la noticia, y si fuera por él dejaría que se muriera en su miseria. Pero Harry era más importante que el rencor que le tenía. Si no hacía algo, sería igual que el pocionista.

  Llegó a la casa de su, desafortunadamente, padrino mediante la red flu. Observó con desdén al hombre que se estaba ahogando el wishky.

- Snape.- llamó. El mayor, un tanto anonadado, levantó la mirada.- Necesitamos tu ayuda, es Harry.

[•••]

  Sin siquiera darse cuenta, Potter estaba siendo abrazado fuertemente por su ex profesor de pociones. Su yo del pasado se revolcaría en el suelo de sólo pensarlo, pero el nuevo no. Era un cascarón vacío. Eso era. Así se sentía.
  No comprendió las palabras que el hombre le decía, pero en menos de lo que se dice "alohomora" se encontró siendo alimentado por el que sería el padre de su hijo.
  Al pensar en él sus ojos se cristalizaron. Observó con dolor al mayor.

- ¿Por qué?- sollozó. El slytherin se vio sorprendido ante la pregunta.- ¿Por qué ahora? ¿Por qué no antes? Vete, simplemente dejame morir, como hiciste con él.- Severus tembló y sintió que su corazón era apuñalado ante las palabras.

- No, Harry... Por favor, no digas eso... Cometí un error, me arrepiento... Dejame redimirme. Deja que me quede contigo.- su voz se quebró al ver la mirada vacía del gryffindor.

- Cometiste un error que le costó la vida a mi hijo ¿Eso quieres decir?- soltó en tono monótono.- ¿Crees que sigo siendo el estúpido gryffindor que cree en historias de amor? Sé que Draco de envió. Vete y dile que ya quité las barreras. Pero vete, por favor.

- No.- murmuró con voz temblorosa.- Cuidaré de ti.- las palabras resonaron en la cabeza del menor. Hicieron eco, retumbaron. Una sonrisa vacía apareció en los labios de Harry.

- ¿Cuidar de mí? ¿No crees que ya es demasiado tarde? No seré tu obra de caridad, Snape.- la manera fría con la que dijo su nombre hicieron que el de ojos ónix temblara nuevamente. Apretó los dientes tan fuerte que su mandíbula dolía. No debía llorar. No frente a Harry, quien estaba sufriendo mucho más que él.- ¿Quieres que te perdone? Lo hago. Te perdono, Snape. Fueron mis errores los que me trajeron hasta aquí. Te conozco, a ti y a tus prioridades. Y sé que no soy una de ellas. 

- No es cierto.- refutó.- Mis prioridades estaban mal, Harry. Dejame replantearlas. Deja que seas mi prioridad. Deja que te proteja, por favor.- el Niño que Salvó al Mundo Mágico negó con la cabeza.

- Ya me utilizaste aquella noche, no dejaré que me utilices para redimir tus culpas. Sólo comunicale a Draco lo que te dije y vete.

Promesas Rotas [Snarry] [Hiatus]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora