Cuatro

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Decir que ella no estuvo tentada a ir detrás de él, es mentir, lo desea, Dios sabe que desea a ese hombre, es una locura dentro de su cabeza, se estaba volviendo loca, apenas lo conoce, apenas sabe algo de él, ni siquiera sabía su nombre.

Natasha se maldijo a sí misma por no saber controlarse, está fuera de sí, en su cabeza solo pasaba la idea que todo esto era por la falta de sexo en su vida, y el único hombre por el que se interesó desde su ex, estaba al alcance de su mano, la deseaba, y ella a él igual.

Había hecho todo en automático, no sabía desde cuando estaba parada frente al espejo del baño. No sabía si las chicas la seguían esperando o si la habían dejado botada. Imágenes de lo que podría suceder esa noche pasaron por su cabeza, imagenes de como él podría usarla, y hacerle las cosas que prometió, una detrás de la otra resonaron en su mente.

—A la mierda —abrió el grifo, se tiró un poco de agua a su rostro, para luego salir de la habitación. Caminó hasta donde se suponía que estaba su mesa, pero no pudo encontrar a sus amigas por ningún lado.

—Las mandé a casa.

Pietro Maximoff, estaba detrás de ella, era el hermano gemelo de Wanda, se conocían desde que iban en secundaria al igual que con Wanda.

—Uh, solo las dejé un momento.

—No, te demoraste mucho —le dijo serio—Y ellas estaban demasiado borrachas, Wanda subió en esa tarima, y Pepper iba tras ella, yo apenas estaba llegando a mi turno.

—Dios, que idiotas —puso los ojos en blanco

—Sí, lo son —afirmó —¿Quieres que consiga un taxi? —ofreció gentilmente.

—No, yo traje mi auto, las iba a llevar a casa esta noche

—¿Estás en condiciones para manejar?

—Sí, papá, no estoy borracha, yo iba a manejar, ya te dije —dijo sacando sus llaves de la bolsa, haciéndolas sonar en su cara.

Rió—Bien, anda con cuidado. —la despidió con un beso en la mejilla despeinándola un poco como lo hacía desde que se conocieron, ella odiaba que él hiciera eso, y él lo sabía, pero le encantaba ponerla molesta.

Natasha salió caminando por el lugar donde se suponía que habían entrado, al igual que la llegada, estaban solo las luces rojas iluminando el pasillo, sus ojos se habían adaptado un poco a la oscuridad, divisó una escalera, pensó que era la que la llevaba a la parte de arriba, aunque no estaba segura, no se acordaba de verla o de bajar por ahí.

Al llegar a la parte de arriba se topó con varias puertas, estaba segura que esas puertas no estaban cuando llegó, estaba segura que por ese lugar no había ingresado, ni mucho menos bajado.

—Bien, estás perdida, cálmate, sólo tienes que encontrar una salida, no puede ser tan difícil ¿verdad? —trató de animarse fallando al instante.

Su corazón latía frenéticamente, no conocía el lugar, y odiaba estar en lugares oscuros por mucho tiempo, usualmente en su apartamento dejaba la luz del pasillo prendida cuando se iba a dormir. Caminó unos cuantos pasos más, vio a un hombre salir de una de las habitaciones, no estaba segura pedirle ayuda, pero era eso o quedarse hasta encontrar la salida.

—Disculpe —el hombre se detuvo al momento que escuchó su voz, giró sobre sus talones, Natasha estaba cerca, y pudo ver de quién se trataba.

—Hola, dulce

—Tú

—¿Has venido para lo que creo? —preguntó dirigiéndose hacía donde estaba ella

—No, me perdí —afirmó —Sólo quiero salir de aquí

Lost Angel || Brutasha Donde viven las historias. Descúbrelo ahora