Libro de flores [Bnior] (Adaptación)

Girasoles.

Desde aquella tarde decidió no regresar a la florería, se pasó días enteros encerrado en su departamento, esperando que alguien tocara su puerta y fuera JaeBeom, fuera él diciendo que ambos habían sido unos idiotas. Esperando oírlo decir que fue un error y que dijeron cosas que nunca sintieron, que se equivocaron, pero nunca llegó. Faltó a clase por tres días consecutivos, estaba desganado, afligido y demasiado pensativo. Luego de dos semanas, tomó la decisión de visitar a sus padres, despejarse un poco de la gran ciudad y volver a su pequeño vecindario, si bien su casa no era para nada pequeña, el lugar siempre había sido de muy bajo perfil. Su padre así lo había querido siempre, no quería que su familia se viera hostigada por la prensa chismosa en busca de algún escándalo sobre la empresa.

En cuanto llegó recibió el saludo amoroso de su madre, su rostro fue llenado de besos y su padre le brindo un asentimiento de cabeza en símbolo de saludo, bien, no esperaba mucho.

–¿Cómo has estado, cariño? –La mujer estaba terminando el almuerzo y se veía muy emocionada de tener a su hijo en casa. –Tú padre ha invitado a alguien hoy... –Murmuró y juguetonamente golpeó el hombro de su pequeño.

–Genial, mamá, iré a dejar mis cosas en mi cuarto. Bajaré luego de darme una ducha.

–Claro, dulzura, yo te avisaré.

Caminó por los extensos pasillos de la enorme casa, inquieto por todas esas pinturas que lo observaban, recuerda que cuando era un niño solía tenerle mucho miedo a todos esos rostros. Llegó a su cuarto, seguía igual a como lo había dejado, vacío. Abrió el balcón y se quedó un momento observando el jardín, le resultó graciosa la situación, en un pasado no se habría detenido ni dos segundos a ver cada una de las flores que adornaban el lugar. Había un precioso camino de girasoles (recuerdo de estos sentimientos y momentos vividos en la relación), se sintió extraño, angustiado y con ganas muy fuertes de llorar.

–¡Cariño, el almuerzo está listo! –La voz de su madre lo devolvió a su cuarto, frotó su nariz para quitar esa sensación molesta y picosa, y tomó rumbo hacia la sala.

En cuanto entró al lugar, supo muy bien a donde iba todo, justo frente a su padre, en la punta de la mesa, se encontraba un hombre de gafas y sonrisa bastante aniñada. Evitó soltar cualquier tipo de comentario sobre su camisa morada, le daba risa que fuera tan llamativa, saludó al desconocido y le lanzó una mirada a su padre, de esas que dicen todo pero a la vez nada.

–Y bien, ¿Jackson, verdad? Mi esposo ha dicho que eres muy bueno en el área química y física, es muy bueno tener a alguien como tú en la empresa. –El hombre asintió y ajustó sus gafas.

–Así es, soy uno de los que forman parte del equipo encargado de llevar a cabo todas las investigaciones, me siento honrado, por mi edad no creía poder entrar a la industria. –Bebió un poco de agua, quizá porque de verdad tenia sed o tal vez porque JinYoung estaba poniéndolo demasiado nervioso al no quitarle los ojos de encima. –Y tú, JinYoung , tu padre me ha dicho que estudias literatura. Creí que seguirías algo de ingeniería o...

Park HyunWon tomó de un tirón el vino que bailaba en su copa y aclaró su garganta cortando de raíz la conversación que el invitado trataba de iniciar, demasiado incómodo. El más joven de los Park soltó una pequeña risa ante aquella situación. –La comida esta deliciosa, mamá.

–Gracias, cariño, ¿Ya has terminado? ¿No te quedas al postre?

–Estoy un poco cansado, dormiré un poco y tal vez luego baje, un gusto conocerlo, señor Wang. –Vio a su padre y recogió sus platos para dejarlos en el lavabo.

Se quedó un momento en la cocina, no estaba muy seguro de si quería dormir, le apetecía pasear un rato por el jardín y oír un poco de música. Abrió la puerta que daba directo contra el espacio verde y se adentró de lleno entre todo ese olor a naturaleza. Oyó la puerta tras de sí, pero no le dio importancia, continuó con su travesía hacía los columpios. Cuando JinYoung menciona que su casa es inmensa, no bromea, su jardín es un paraíso compacto, allí, atrás donde el sol no quiere molestar, se encuentra una fuente llorando para que los pájaros beban de ella.