El enemigo: Miyaji.

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Pone una caja boca abajo, levantando una mitad del suelo, por medio de un palo de madera.
Coloca el capitulo debajo de la caja.
Se queda observando.

-Me pregunto… ¿cuántas fujoshi's caerán?

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~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~ Capitulo 7 ~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~~

Suspiro.

Estaba arto, cansado y arto.

Y eso que apenas era su segundo día.

Le irritaba olímpicamente tener que lavar las toallas de todos.

En realidad no eran muchos en el club, por lo que no entendía de donde salían tantas malditas toallas. ¿En serio sudaban tanto?

Bueno, al final de cuentas era algo que no había notado debido a que nunca había sido el encargado de la lavandería. Pero por toda esa semana tenia que serlo.

Quien lo diría, el jugador estrella de Shutoku, lavando toallas.

Dejo caer pesadamente el cesto con las toallas recién lavadas en la mesa. Aun debían doblarse y guardarse.

Y aun debía poner las ultimas dos cargas en esa lavadora industrial gigante.

En serio estaba irritado. El día anterior no había podido practicar sus tiros libres debido al castigo y hoy seria su segundo día sin hacerlo, si no se apuraba a hacer ese trabajo infernal, al menos, para poder practicar la mitad de sus tiros a los que estaba acostumbrado.

Frunció el ceño, doblando las toallas de mala gana. Todo había sido por culpa de Takao. ¡Él y su estúpida y ahora aparente cercanía que tenia con Miyaji! ¿De cuando acá se habían vuelto tan amiguitos?

Tomo el cesto con las toallas sucias caminando a escasos metros de la mesa hasta la lavadora, aventando de mala gana las prendas adentro, cerro la tapa circular y observo por la ventanilla, como iniciaba el ciclo de lavado.

Mientras veía esa "interesante" escena. Una idea loca cruzo por su mente al verse reflejado.

-¿Qué pasaría si me tiño el cabello de rubio? A Takao parecen gustarle los rubios.- Esa idea lo hizo darse un golpe en la frente con su mano derecha. ¿En que estupidez estaba pensando? Frunció nuevamente el ceño, acomodando sus lentes.

Ni hablar, solo quería terminar rápido para irse a practicar.

Ahora entendía que clase de consecuencias obtendría si no pensaba claramente las cosas, antes de faltarle al respeto a un senpai.

Esa mañana llego a la escuela, solo.

Nuevamente no había pasado por Shintaro. Y tal vez, debido al enojo que el día de ayer le había demostrado, seguramente tampoco tenia ganas de verlo.

Al llegar al salón, Midorima ya estaba ahí, leyendo un libro.

Paso de largo por los pupitres de enfrente hasta llegar a su lugar. No sabía que hacer, solo se limito a mirarle un breve momento, tomando su asiento.

Suspiro. Esa situación no le gustaba parada nada.

Independientemente de lo que sintiera, Midorima, era por mucho, un amigo muy cercano e importante para él.

Pensó, durante unos escasos minutos, la mejor manera para acercarse al peliverde y romper aquella incomoda situación.

Cuando tenia pensado ejecutar su plan, escucho su nombre, volteo hacia la puerta del salón y le sorprendió un poco, ver que era Miyaji quien lo llamaba. Se levanto de su asiento y se dirigió hacia él.

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