Capitulo 2: Ebrio por las leyes

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Recuerdo que un campesino pidió que lo defendiera, no recuerdo que había hecho para que yo lo defendiera ante el tribunal de la corte imperial, pero con tal de que me invitase una cerveza a mi me bastaba, ya que es lo que mas me encantaba, claro esta que también disfruto un whiskys o un ron, pero la cerveza se llevaba el titulo a mi preferencia.

Me dolía la cara... ¿pero como era posible?, ha claro, creo que estoy durmiendo, ¿pero en donde estoy?, mmmm, alcanzo a escuchar una leve voz diciéndome algo, es la voz de Samuel, ¿estoy en el bar?, siento movimiento, creo que intentan despertarme -hey... hey... ¡HEY!- grita alguien moviéndome, logran despertarme, efectivamente, era Samuel el que lo hacia, con apenas logrando levantar la cabeza, dirijo la mirada hacia mi buen amigo y con la gran resaca y mareo que cargaba encima mio, digo -¿heee?... ¿ya es de día?... un rato mas por favor Samuel...- tirando la cabeza de nuevo a la mesa e intentando dormir nuevamente, en ese momento escucho que colocan algo en la barra cerca de donde estoy, logro girar la cabeza, y veo que es un tazón de comida, lo miro y pregunto a Samuel -¿que es eso?- él me responde con ese tono de voz gruñón de siempre que me duermo en su bar -es un tazón de caldo de pollo, come para que la resaca se te pase, recuerda que hoy a las dos vas al tribunal- yo le respondo intentando levantarme -¿así?, ¿y a quien prometí defender esta vez?, ¿un mafioso, prostituta, un conde?, anda Samuel, ¡dime!...- él me mira de manera que me haga parecer escoria y dice -a un campesino, se lo prometiste, así que iras y le cumples- miro a Samuel y le pregunto con un tono de angustia y duda -¿no le cobre ya... verdad?- él responde de inmediato -si ya lo hiciste, pago una ronda de cerveza y una botella de brandy de las tierras de "brazqui" para ti, le dijiste que ese era su pago a cambio de defender lo en la corte imperial hoy- yo solo pienso un momento, y digo en mi mente -"al menos valió la pena"- Samuel me mira, yo igual lo miro, y le pregunto -¿y... que hora es?- mira su reloj y corresponde -pensé que no te acordabas... son casi medio día...- me levanto de golpe del banco y grito -¡¿QUE?!- me mira con una cara de furia -claro idiota, sigue durmiendo, ¡ya lárgate a prepararte!- yo levantándome de golpe y con una desesperación, trato de controlarme del gran mareo que tengo, al ya casi pasarme ese mareo, me despido de Samuel, pero recordé algo importante, algo que no podía esperar como las demás veces, es en donde intento decírselo -espera, necesito que...- pero me interrumpe, en vez de escucharme me hecha tocándome la espalda y sin mas que hacer para decirle... me saco del bar.

No me gusto que mi amigo me sacara de su bar así, por lo general hago locuras, aveces tomo demasiado que me peleo con otros, en ocasiones canto para el publico, y rara vez no le pago a tiempo a mi amigo, aunque sabe que le pagare, ya sea de una forma u otra, pero en resumen, la paciencia es una virtud de él afortunadamente, pero necesitaba decirle; en mi mente solo dije -"espero que la dama no se enoje, ojala que salga de la corte antes de las cinco, o se llenara el bar y no podre decirle que reserve el bar para hoy o que siquiera lo ponga mas decente, al menos por hoy"-. Llegue a mi hogar, lucia casi un asco o mejor dicho solo la oficina, ya que la mayoría de las veces me la paso en el bar de mi buen amigo, o cuando no, solo me mantenía en un restaurante de comida callejera o elegante, a mi solo me conocían por derrochar dinero ya sea por alcohol o comida, como sea, me daba igual si tenia dinero o no, solo me importaba que nadie mas sufriera injusticia, o traición de cualquier tipo.

Ya me había duchado, y estaba listo para poder salir a la corte, si me adelantaba podría hablar con la dama, sin embargo al salir me topo con una carroza ligera, no la había visto en mi vida, pero al ver al jinete de la carroza note que era alguien conocido, era "possdres", al verlo como tal, y el a mi, me dice -Antonio, que haces parado ahí, entra ahí, la señorita te espera dentro- yo ligeramente confundido le pregunto -¿quien es?- el solo insiste -solo entra y ya- no tuve mas opción que entrar, ya sabia que era una de las ocho damas, la primera que me imagine fue la dama roja, ya que tiende a meterse en problemas, pero la sorpresa que me lleve fue que era la dama negra, o como la llamaban comúnmente, "la dama de las tres espadas", ella al ver que entraba me dice -¡Antonio!, que tal, vine por ti, supuse que te olvidarías como siempre, vas a la corte, ¿no?- yo sorprendido un poco, sabia que era un caso fuera de lo común, así que me puse cómodo, y le pregunte -¿sabes del caso, no es así?- ella frescamente pero de un modo frió, me responde -si, es un caso de infidelidad y adulterio, en resumen, estas a punto de procesar un pequeño divorcio- solo observaba el piso de la carroza, me molestaba procesar los divorcios, aun no entendía el porque yo tenia que procesar un divorcio de un par de campesinos, cuando le pregunto a ella -¿y porque yo?, ¿no podía alguien más?- ella me responde de manera aun mas seria; al verla así ya sabia que no se trataba de un caso común -recodaras a los hijos de los campesinos Clemintom...,¿ verdad?- yo respondo de manera incomoda -si..., ¿ellos que tienen que ver con un par de campesinos?- ella continua explicándome -uno de sus hijos varones, se llama Issac, su esposa es acusada de ser infiel, y la esposa dice que el infiel es el muchacho y...- la interrumpo, y exclamo -¡espera!, dices que atenderé un caso de divorcio de una de las mejores familias agrícolas de este imperio, no hablas de esos Cleminton, porque si son los Cleminton que creo, esto no sera fácil, ¿sabes?- ella corresponde -lo se, y que mejor que el mejor defensor de leyes de todo este imperio, escuche que muchos abogados se pelearon por ese caso; como se que no te interesan estos casos a ti, y que pasaste algo muy... similar, pensé que resolverías esto bastante rápido, ademas te pagaran bien, serán mas de un millón de celestares tu pago- no podía creer lo que escuchaba, los casos de divorcio no eran lo mio, los aborrecía, es donde yo le replico a la dama -el dinero no me interesa y eso lo sabes muy bien, pero también sabes que no me gustan estos casos, con todo respeto Vanessa, no me vuelvas a meter en esta clase de casos, porque no iré, aunque me levanten una falta legal, sabes que cumplo lo que digo, ¿vale?- a ella no le gusto lo que le dije, pero también sabia que decía la verdad, me apene demasiado, pero no podía dejar que me afectara esto de manera personal, lo que había sucedido, se quedo en el pasado para mí.

Imperio, Vol.1: La gran capital.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora