8. Abbandono, Parte Uno

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Con Abbandono: desenfadado, cediendo a la emoción, llevado con pasión.

Canción: Hynme á l'amour (Himno al Amor), Josh Groban.

*Mon soleil: Mi sol.


-DIEZ AÑOS ATRÁS-

"¿Entonces, qué opinas? ¿Rojo o azul?" Una suave voz de barítono canturreo sobre el hombro de Adrien.

Adrien escudriñó la reluciente tela, lentamente recorriendo el largo con los dedos, sus pequeñas manos incapaces de sujetar la prenda en su totalidad. "Definitivamente azul," concluyó. "Es su favorito."

"De hecho, lo es. Azul Zafiro para ser exactos," Gabriel remarcó colocando los vestidos en sus respectivas cajas. "Tu madre es una mujer extraordinaria, y no merece otra cosa que lo mejor. Especialmente en su cumpleaños."

"¿Quieres ver la tarjeta que hice para ella?" Adrien gorjeó ansioso mientras se bajaba de la silla para tomar la mencionada tarjeta de una mesa cercana.

Gabriel la tomó cautelosamente y la sostuvo en alto, cuidadoso de no esparcir la abundante brillantina sobre él mismo. "Hmm, tu dibujo de- una... cabra, ¿no es cierto?- es bastante encantadora."

Adrien soltó una risita, su dentuda sonrisa mostrando dos dientes perdidos, que se habían caído recientemente (por los que había sido abundantemente recompensado). "¡No es una cabra, es un hámster!"

Gabriel logró esconder bien su sorpresa. "Ah, sí, desde luego. También, tu escritura ha mejorado, y tu deletreo es impecable. Perfecto como siempre." Remarcó mientras le egresó la tarjeta.

"¡Gracias, Papa!" Adrien irradió, emocionado porque su esfuerzo fue reconocido. "¡He estado practicando!"

Gabriel le sonrió de regreso cariñosamente. Colocó una mano en el hombro de Adrien y dijo, "Vamos, es hora de cenar. Encontrémonos con tu madre."

Una vez que la carta fue puesta a un lado, el par atravesó los amplios pasillos de la mansión en dirección al comedor.

"¡No puedo esperar hasta su fiesta sorpresa el Sábado!" Adrien susurró a su padre mientras caminaban, vibrando con emoción. "¡Desearía que ya fuera hoy!"

Gabriel carcajeó, entretenido por el entusiasmo de su hijo. "Bueno, hasta que descubramos una forma de viajar en el tiempo, sólo nos queda esperar, y mantenerlo en secreto."

Más tarde esa noche, Emilie Agreste ayudó a un Adrien recién duchado a cepillarse los dientes.

"¿Has estado disfrutando las lecciones de piano, mon soleil?"

"¡Mnnnh-hnn!" Adrien barboteó en aprobación.

"Me alegro. Deberías tocar para mí la nueva pieza en la que has estado trabajando," ella respondió, intentando cepillar el rebelde cabello en un lado de su cabeza. "Hmm, no puedo hacer que estos mechones permanezcan en su sitio," dijo con falsa irritación. Su boca torcida hacia arriba mientras levantó los mechones aún más arriba con las puntas de los dedos. "Parecen más bien orejas de gato, ¿no lo crees? Eres definitivamente el gatito más lindo que jamás he visto," bromeó mientras acarició su sedoso y húmedo cabello.

Adrien carcajeó, la boca aún llena de pasta dental.

"A excepción de que este pequeño gatito aaaaaama su hora de baño, ¿no es cierto?" Remarcó mientras finalmente logró peinar los mechones. "¿Y sabes que instrumentos tocan los gatos, además del piano?" Preguntó casualmente.

Adrien levantó las cejas a modo de pregunta silenciosa mientras agitó el agua en su boca.

Ella se inclinó al nivel de su cabeza y respondió juguetonamente, "Purr-cusión."

Con un fuerte resoplido, Adrien salpicó agua por todo el espejo del baño mientras carcajeo con ganas, Emilie rió maliciosamente duplicando los carcajeos de Adrien frente a su ahora estupefacto rostro.

"¡Mama, eso fue taaaan pasteloso!" Rió también, limpiando el agua y la pasta dental de su barbilla.

Riendo entre dientes, ella logró responder, "¡Bueno, aun así reíste, así que no debió haber sido tan mala!"

"Si Papa la oye, estarás en prablemas," él respondió y la risa de Emilie se convirtió en una carcajada completa.

Aun riendo, ambos limpiaron rápidamente el espejo y las encimeras del baño para bajar por los pasillos en dirección a la oficina de Gabriel.

Emilie golpeó la puerta un par de veces antes de abrirla, mirando alrededor en buscándolo.

Gabriel se encontraba sentado tras su escritorio, estudiando detenidamente su trabajo. "¿Sí?" Respondió mientras escribía.

"Hoooola~ mi querido esposo," Emilie canturreo coqueta.

Gabriel levantó la cabeza, luego sonrió cuando vió al par. "Ah, sí son mis dos personas favoritas en el mundo. ¿Qué puedo hacer por ustedes?"

"Nuestro pequeño rayo de sol está aquí para darte las buenas noches," Emilie respondió, tirando de Adrien dentro de la enorme habitación.

"¡Oh!" Gabriel le echó un vistazo al reloj levantando las cejas. "No me percaté de que ya era esa hora del día," dijo estirando los músculos. Retrocedió la silla y esperó por su hijo mientras este correteó en su dirección.

El niño de siete años salto a los brazos de su padre, provocando que este gruñera ligeramente y empujando la silla con ruedas una pulgadas hacia atrás.

Gabriel rió y le dio unos golpecitos a la cabeza de Adrien. "Si eres lo suficiente grande para hacer que el aire escape de mis pulmones, has crecido lo suficiente para ayudarme con todo este papeleo."

Emilie se recargó en el marco de la puerta, contemplándolos cariñosamente. "Está definitivamente dando un estirón; ¡sigue empequeñeciendo todas sus ropas!"

Una voz de mujer habló tras ella, "¿Te gustaría que ordenara más ropa para él, Emilie?"

Emilie se giró para enfrentar el escritorio que se encontraba al otro lado del cuarto y sonrió alegre. "Oh, ¿podrías, Nathalie? ¡Eres la mejor!"

Adrien regresó con su madre, saludando con la mano entusiasta mientras fue jalado fuera, "¡Buenas noches, Nathalie! ¡No trabajes demasiado duro!"

La puerta se cerró tras ellos y la habitación estuvo una vez más en silencio. Gabriel y Nathalie miraron en dirección al otro con sonrisas a juego, reconociendo silenciosamente como Emilie y Adrien cargaban consigo exuberancia y alegría dondequiera que fueran.

Nathalie remarcó mientras terminó de organizar algunos documentos, "Él se hace más y más como su madre cada día, ¿No lo crees?"

"Sí, ciertamente lo hace," Gabriel respondió mientras se recostó en su silla, su sonrisa creciendo. "Y soy el hombre más afortunado del mundo." 



...

Es ahora, el momento para sufrir

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Es ahora, el momento para sufrir.
La canción es preciosa e invita a llorar a moco tendido, todo en realidad, madre mía, sé que soy una sensiblera pero esta parte indudablemente me ha hecho llorar.
Mi corazón duele por Adrien.

Enviando amor,
<0+3

Discordant Sonata. (Español)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora