Parte 3

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Me despierto unas horas después, el niño no está. Me levanto y le llamo, no contesta, seguro se marchó a su casa. Me ducho y cojo mis cosas para ir al gimnasio un rato. Dos horas más tarde regreso a mi casa. Tengo que arreglarme he quedado con unos amigos para cenar y después tomar algo. Hace meses que no los veo y me apetece mucho.

-Hola Rob, ¿fuiste al gimnasio?

-Sí, ahora voy a salir. Quedé con unos amigos.

- ¿Me vas a dejar solito? -Sus ojos brillan como si fuera a echarse a llorar.

-Venga no seas así, ayer saliste con los tuyos. Yo también tengo amigos a los que ver.

-Llévame contigo.

-No, vete a tu casa.

-Seré bueno.

-No.

- ¿No te gusto?

-No es eso.

- ¿Te avergüenzas de mí?

-No.

- ¿Piensas que no le gustaré a tus amigos?

-No.

- ¿No me consideras tu amigo?

-Por supuesto que somos amigos.

- ¿Entonces por qué no puedo ir?

-Vale ven conmigo. Voy a ducharme.

-Espera, ven a mi casa para ayudarme a decidir qué ponerme.

Rato después estamos los dos en la ducha. Insistió en bañarse conmigo, es muy pesado.

-Rob.

- ¿Qué?

-Tu cuerpo es muy grande.

-Bueno mi familia es alta.

-Y tienes muchos músculos.

-Ya bueno, hago bastante deporte desde siempre. Como sigo cuidándome pues se mantienen los músculos. ¿Terminaste de ducharte? voy a salir.

-Sí, ya estoy. También tu pene se ve muuuuy grande y eso que ahora estas en reposo. Cuando está excitada debe ser tremenda. -Sus ojos verdes están clavados en mi entrepierna, nos hemos bañado juntos muchas veces, pero me está haciendo sentir muy incómodo. Veo sus ojos recorrer todo mi cuerpo, estudiando y observando, su lengua acaricia sus labios mientras me observa. Le doy una toalla y cojo la mía. No le doy importancia. Es un niño que admira el cuerpo de un hombre.

-Rayco, si  haces deporte, poco a poco puedes tener un cuerpo más fuerte. Pero a mí me parece que ya estás muy bien y eres muy lindo, no te hacer falta nada. -Me mira con una sonrisa feliz y me tiende los brazos para que le coja. Le llevo en brazos a mi habitación, donde comenzamos a arreglarnos para media hora después salir e ir al restaurante donde quedé con mis amigos.



-Hola Roberto. ¿Cómo estás, hace siglos que no te vemos?

-Hola chicos, este es Rayco, creo que alguna vez les hablé de él. Me daba cosa que se pegue todo el día solo y le traje, espero que no les moleste.

-No para nada. Siéntate por aquí Rayco. Miren la carta para ver qué les apetece pedir, que el camarero estará al caer.

Todos hablamos y reímos. Le han hecho muchas preguntas a Rayco y al ver que es como ellos, divertido, simpático y bromista, aunque sea más joven rápidamente le tratan como uno más. Le preguntan sobre mí y él les cuenta algunas cosas. Todos ríen de anécdotas que cuenta.

-Una vez, estaba él muy enfadado conmigo. Le había manchado el sillón y lo limpió, tanto esfuerzo hizo que estaba sudado, rojo y cabreado porque sus esfuerzos no sirvieron para nada, tendría que comprar otra funda para el sillón. Pues estaba sin camiseta. Imaginen su cara con un tremendo enfado, mientras me echaba la bronca, más sulfurado porque yo estaba comiendo helado tranquilamente mientras le miraba -todos reían imaginando la escena -yo me manché con sirope de fresa, en el labio y la camiseta. Pues en eso tocan a la puerta y él aun gruñendo sin camiseta, sudando, rojo y muy cabreado la abre. Un pobre repartidor le mira con ojos asustados y cuándo yo me acerqué para ver quién era, con las manchas de sirope, salió corriendo al ascensor gritando asustado. Nos costó mucho hacerle entender que yo estaba bien y que no era peligroso.

Sus carcajadas llenaban el local, tras esto fuimos a tomar unas copas, todos iban hablando unos con otros y sobre todo con mi lindo niño. Les tenía cautivados y se divertían hablando con él. Yo bebía mientras les observaba con una sonrisa.

-Se ve que es un buen niño y te quiere mucho.

-Sí, es muy alegre y especial, con él no te aburres Dany.

-Me alegra que tengas a alguien en tu vida que te haga tan feliz. No lo pierdas, eres complicado y él parece entenderte y no molestarse por tus excentricidades.

-Lo dices como si fuera mi novio.

-Ojalá lo fuera.

Los dos nos reímos y seguimos bebiendo, observando a los demás mientras se divertían con mi pequeño niño.

-Hola Roberto, hace tiempo que no te veo. ¿Cómo estás?

-Hola Natalia, bien, trabajando, sin casi tiempo para venir a beber.

-Me has tenido muy abandonada estos meses y no me gusta.

Está coqueteando conmigo, me gusta. Sus ojos me dicen que está interesada, yo he bebido lo suficiente para coger valor y coquetear también.

-Lamento mi descuido, espero que haya alguna cosa que pueda hacer para subsanar tremend...

-Rob, no me encuentro bien. ¿Me puedes llevar a casa?

Mierda iba a proponer una cita y mi pequeño me corta. Le miro algo molesto por interrumpirme en ese momento. Sus ojos tienen un brillo extraño, no parece sentirse mal por el alcohol, más bien parece molesto y terriblemente enfadado.

-Sí claro, ahora vamos. ¿Puedes esperar un momento mientras termino de hablar con mi amiga?

Ella nos mira con una sonrisa, a la espera, supongo que ella también espera que le pida salir.

-No, no puedo esperar. Más vale que me lleves ahora.

Sus ojos verdes arden mientras le echa una mala mirada a la sexy camarera. Vuelve a mirarme a mí. Sus ojos me están prometiendo un duro castigo si no me pliego a sus deseos de inmediato. Puede hacer mi vida tan complicada este pequeño niño tan caprichoso.

-Lo siento Natalia, tengo que irme, otro día hablamos. Buenas noches.

-Adiós, aquí estaré, esperando por verte. -Me guiña el ojo mientras se va a atender a otro cliente y escucho un gruñido de mi pelirrojo. Cada vez le veo más y más enfadado, no entiendo qué le pasa.

-Chicos nosotros nos vamos. Nos vemos otro día.

-Vale quedamos el mes que viene y puedes volver a traer a tu amigo, es muy divertido.

Todos nos despiden con cariño. Salimos para buscar un taxi. Sus ojos se clavan como dagas en mi cuerpo.

-Rayco ¿por qué estás tan furioso?

- ¿Me lo preguntas en serio?

-Claro, estás de risas y fiestas con mis amigos y en un segundo pareces un volcán en erupción y lleno de ira.

-Mira ahí viene un taxi. Vamos a casa y hablamos.



Cuando llegamos entra en mi casa y va directo a mi habitación, yo le sigo, intento estar calmado esperando que su enfado vaya calmándose. Empieza a quitarse la ropa con rabia y me mira.

-Desnúdate, vamos a darnos un baño.

-Vale, espera que lleno la bañera. -Corro al baño para prepararlo a su gusto. Espero que esto ayude a calmarse. Regreso a la habitación donde me espera desnudo y me mira irritado. -Ya me quito la ropa.

Nos metemos en la bañera uno frente al otro, está medio recostado mientras su cuerpo descansa sobre el mío y cierra los ojos sacando un suspiro he intentado relajarse. Poco después se sienta y me mira fijo.

-No pienso permitir que vuelvas hacer lo de hoy. ¿Me entiendes?

- ¿A qué te refieres?

-Eres mío, me perteneces. No puedes coquetear con nadie.

Continúa>>>

Que pesado eresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora