Parte 4

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Sus palabras me sorprenden, pero tras un momento de reflexión le miro y le sonrió.

-Ven recuéstate sobre mí. -Se acomoda sobre mi cuerpo y se relaja apoyándose en mí. -Lo siento, no volverá a pasar todo está bien. Ya no sigas enfadado.

El pobre es un niño que pasa solo mucho tiempo, no se siente querido por sus padres y yo suplo esa necesidad para él, tiene miedo de perder a su cuidador, es tan lindo. Espero que pronto conozca a una chica que le dé mucho amor y así deje de necesitarme.

Se mueve sobre mí y comienza a lavarme con el jabón. Sus manos me tocan curiosas. Es muy lindo, está tratando de disculparse y a la vez está admirando a su cuidador. Sus manos siguen recorriendo mi cuerpo, para mi sorpresa todo mi cuerpo, trato de detener sus manos, no mide lo que hace.

- ¿Qué haces?, ahí no debes tocar.

-Ya te dije que yo también me tomaría libertades con tu cuerpo, como habías hecho con el mío, además acabo de decirte que me perteneces, así que no puedes quejarte.

Suelto un suspiro y le dejo, hoy está especialmente irritable. Además, este interés en un cuerpo más grande y fuerte no me parece raro. Aunque la manera de asear a mi pequeño amigo no me está pareciendo muy ortodoxa.

-Suficiente, lávate y vamos a dormir ya. ¿Quieres salir por ahí mañana?

Sus manos me sueltan mientras me mira ilusionado.

- ¿Me llevas a la playa?

-Claro, podemos comer por allí y darnos algún baño.

Comienza a frotar su piel con el jabón. Sus ojos se posan en los míos, tiene una extraña expresión, mientras de pie frente a mí recorre su cuerpo, va lento, sus manos parecen bailar sobre su piel yo las sigo como hipnotizado. Fuera de la bañera mientras me seco observo como se ducha, algo no está bien, es como muy erótico todo. Joder soy un enfermo, pensando mal de mi tierno niño.

Me siento culpable por los pensamientos sucios que invadieron mi mente y tras cerrar un momento los ojos me tranquilizo.

-Rayco, acaba ya, para poder ir a dormir. Mañana tenemos que madrugar.

Me mira algo irritado como si las cosas no fueran a su gusto. No entiendo a este pequeño, un momento está feliz y al siguiente se molesta conmigo.

-Acabé, llévame a la cama.

Lo cojo entre mis brazos y entro en mi habitación. Corre a mi armario para decidir que ponerse, mientras yo cojo uno de mis pijamas. Poco después su cuerpo se acerca a mí para acomodarse y me voy quedando dormido y creo escucharle decir.

-No te enteras de nada. Tendré que ser más obvio.

No sé a qué se refiere. No entiendo por qué de esta frustración. Ya le preguntaré. Me quedo dormido olvidando sus palabras.



Despierto entre miles de besos que van recorriendo mi cara y mi cuerpo, poco a poco abro los ojos viendo sobre mí a mi niño pequeño, sonriente y tan feliz.

-Buenos días, hoy me llevas a la playa. Dame de desayunar, tengo hambre.

-Vale vamos a la cocina. Me gusta más que me despiertes así que con mordiscos.

Le cojo en mis brazos y le siento en la mesa. Él me mira mientras preparo el desayuno. Comenzamos a hablar y decidir a dónde ir. Poco después se va a su casa a buscar las cosas que necesitará y ponerse un bañador. Yo preparo lo mío y poco después vamos en mi coche.


Cuando llegamos dejamos las cosas en la orilla nos quedamos en bañador y corremos a darnos un baño. Jugamos y nos molestamos en el agua. Cansados de correr y perseguirnos ahora nos dejamos arrullar por el movimiento del mar. El niño cansado hace que le coja enrollando su cuerpo al mío. Habla quedamente mientras el agua fresca nos rodea, hay pocas personas y todas estas desperdigadas, así que estamos tranquilos en nuestro mundo.

Siento un cosquilleo en el cuello y cuando miro veo que el niño me está dando besos. Tan dulce y cariñoso, sus manos me acarician la espalda y sigue dándome besos por mi cara. Yo le abrazo más estrechamente.

-Estás feliz de venir a la playa ¿eh? agradeciendo con tan dulces besos. Ven vamos a la toalla y pongámonos crema, más tarde nos damos otro baño. ¿Por qué pareces enfadado otra vez?

-Nada no me pasa nada. Salgamos a secarnos.

El sol rápidamente hace que estemos bien secos y el pelirrojo me dice de echarme la crema él. Me pongo boca abajo mientras sus manos me aplican la crema por toda la espalda, piernas y brazos. Me doy la vuelta para terminarme yo, pero me retira las manos y continua.

Mierda mi mente de adulto está a punto de mancillar este tierno momento así que empiezo a pensar en otras cosas mientras sus manos me recorren extendiendo la crema. Poco después termina para mi felicidad. Pude controlar mi cuerpo para no terminar asustando a mi dulce ángel.

-Ahora te toca a ti, hazlo igual de bien que yo.

Mientras procedo a proteger su piel con la crema, se me hace todo más duro. Me excita muy rápidamente mis manos en ese pequeño cuerpo, tan suave, blanco y delicado. Mientras me voy recreando en su cuerpo le oigo jadear de placer al sentir el frescor de la crema. Cuando por fin le puse la crema por todo su cuerpo, me retiro con velocidad y me pongo boca abajo en la toalla esperando que se me baje mi bulto y que él no lo percibiera. Qué clase de obsceno soy. Sé que es mayor de edad, pero soy un hombre y él también y aparte es inocente y cariñoso, no tiene ningún pensamiento cochino en esa linda cabecita.

Rato después volvemos a bañarnos, su cuerpo no para de presionarse y rozarse con el mío. Sé que son cosas mías que pienso demasiado. Pero estoy teniendo problemas. Me siento un desalmado. Mientras ríe y me salpica agua se acerca a mí y agarra mi cara para darme un pico mientras ríe a carcajadas. Mi corazón latió con tal ímpetu que creo que se me va a salir. Rayco me mira feliz alejándose, nadando mientras yo recuerdo ese beso de hace tiempo.

Fuimos a un restaurante a almorzar y poco después regresamos a casa. Me despido del niño. El resto del domingo lo pasará estudiando. Así que yo me voy a mi baño y mientras me ducho me alivio. Mi mente se llena de imágenes de mi dulce vecino. Algo va mal en mí desde aquel beso. Voy a tener que estar con mucho cuidado, no quiero pervertir a ese dulce niño. Tengo miedo de mí mismo.

Continúa>>>

Que pesado eresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora